Dos tácticas del movimiento obrero ante la multipolaridad (II)

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En la entrada anterior se valoraba la actitud de la izquierda ante la posibilidad de un mundo multipolar y se cuestionaba si el análisis que equipara un supuesto peligro entre imperialismos (OTAN frente a las potencias que le disputan la hegemonía) era adecuado para los intereses de la clase trabajadora, y emplazamos a esta segunda entrada para desarrollarlo.

En esa primera parte se argumentó que, en la situación ideológica tan desfavorable que vivimos, la actitud más recomendable era proponer un programa mínimo que llevase a cabo las transformaciones económicas y políticas necesarias para aumentar la conciencia de clase ante los sucesos mundiales que estamos viviendo. De ese modo, la tarea esencial pasaba a ser la realización de ese programa mínimo.

Una visión eurocéntrica.

En cuanto a la evolución a un mundo multipolar, el proceso geopolítico (condiciones objetivas) parece ya irreversible y la crisis y el aumento de la tensión bélica a nivel global, alimentada por la OTAN, responde al modo de operar habitual del imperialismo norteamericano: la guerra y el incremento a toda costa de la explotación de seres humanos y recursos para beneficio de sus monopolios. Ahora, claro está, llevada al extremo, dado que su hegemonía está notoriamente en disputa.

Sobre la otra variable de la ecuación, la conciencia de clase (condiciones subjetivas), los sucesos en Níger han evidenciado que, lógicamente, esas condiciones no son homogéneas en todo el mundo. Es por eso que resulta de un eurocentrismo absolutamente inconveniente advertir desde la posición europea de los peligros del «imperialismo ruso», o detallar minuciosamente las características capitalistas de la economía china.

Esta perspectiva, no sólo peca de eurocéntrica sino que queda cada vez más aislada en el mundo una vez que se anuncia que son más de una veintena los países que han solicitado unirse al bloque económico de los BRICS (1).

Aprovechar las circunstancias verdaderamente históricas.

Pongamos un breve ejemplo, el de las vacunas durante la pandemia. La emergencia global del Covid-19 fue una oportunidad histórica para demostrar que, ante retos mundiales de ese calibre, la solidaridad internacional, la cooperación científica mundial y los sistemas públicos de salud eran imprescindibles. Sin embargo, Estados Unidos no dudó en intensificar el bloqueo sobre Cuba, que pese a esas dificultades logró crear las vacunas Abdala y Soberana.

Mientras Estados Unidos procuraba desacreditar estas vacunas internacionalmente (y mientras las empresas farmacéuticas occidentales disparaban sus ingresos gracias a contratos de dudosa transparencia como los firmados por España), en cambio China unió esfuerzos con Cuba para obtener vacunas efectivas frente a distintas cepas del coronavirus, y Rusia avanzó en la creación de parques biotecnológicos para proyectarlos no sólo hacia países del área caribeña, sino a otros países latinoamericanos y africanos, e incluso en Asia (2).

En esa situación, ¿habría sido oportuno detallar a estos países que las vacunas Sinovac o Sputnik provenían de empresas no socialistas y equiparar la colaboración de Rusia y China al bloqueo de EEUU?

Se trata de un ejemplo entre los cientos que manifiestan que, independientemente de que el cambio a un mundo multipolar sea valorado como una falsa ilusión, un mal menor o cualquier otra etiqueta que queramos colocarle para satisfacer nuestro orgullo teórico, la tarea de aprovechar estas contradicciones para seguir creando conciencia es imprescindible.

La necesidad de crear conciencia.

En el caso de España y su falsa izquierda, el abanico de advertencias sobre los peligros de un mundo multipolar va desde las acusaciones de «putinismo equivalente a fascismo» de Pedro Sánchez o Yolanda Díaz, el blanqueamiento de la OTAN en el conflicto ucraniano desde el canal de Pablo Iglesias o la inquietud de Alberto Garzón por las diversidades identitarias ante el «totalitarismo» ruso o chino.

Si observamos, hay un denominador común en esta falsa izquierda parlamentaria española, similar a la general en el continente. Todos están supeditados a los fondos de la Unión Europea. Todas sus «políticas útiles» están sufragadas por la deuda europea, aquella deuda que se costeará, como siempre, con los recortes y sobre-explotación de los trabajadores europeos, mientras las empresas afines a las bolsas occidentales, como las del IBEX en España, siguen aumentando sus beneficios.

Como vimos en la entrada anterior, y siguiendo las enseñanzas leninistas, confiar en la espontaneidad de las masas cuando el nivel de conciencia es desfavorable, no es la táctica más adecuada. En España, la ideología dominante es tan claramente favorable a los intereses del imperialismo norteamericano que el Gobierno anuncia el envío de tropas al «frente oriental» y esto no provoca un escándalo.

Los ejemplos de colaboración internacional basados en una coexistencia civilizada son observados desde nuestro país a través de la pequeña ventana de los medios no censurados, como si se tratase de una realidad paralela o ficcionada. Los foros internacionales que congregan a países que suponen la tercera parte del PIB mundial y la mayor parte de la población (3) son ignorados o desacreditados por la prensa española.

Foros y congresos que, obviamente, no son la internacional socialista que desearíamos pero que suponen un enorme distanciamiento, no solo en el modelo económico sino en el político e ideológico, con respecto a la tiranía de la unipolaridad del imperialismo norteamericano.

La cuestión de la soberanía monetaria.

Otro aspecto que ejemplifica la situación de absoluta sumisión de España y de Europa en general con respecto a la dictadura otanista es el de la soberanía monetaria. La permanencia en la moneda euro es una cuestión más que simbólica: determina la posición subordinada de la economía nacional con respecto a los mandatos de los intereses de las grandes empresas. Esta posición subordinada de la economía es bien conocida por los españoles, por ejemplo, con los recortes y retrocesos en derechos laborales durante el mandato de Zapatero y que priorizaba el pago de la deuda (deuda provocada por intereses como los bancarios) al bienestar de los trabajadores.

Una de las características del modelo multipolar incipiente es que admite la alternativa comercial en moneda propia mediante los acuerdos llamados swaps. A través de las líneas swaps, por primera vez en su historia, a los países en vías de desarrollo se les abre una puerta a la industrialización (4). La obligación de emplear el dólar como referente comercial y que convierte a las economías internacionales en dependientes de Washington, otra especie de capacidad sancionadora unilateral al arbitrio exclusivo EEUU, pierde de este modo parte de su capacidad.

La ocultación de esta realidad por el Gobierno español supone en verdad una trampa que traiciona la soberanía popular. Sin un cambio en ese modelo económico, pensar en la ruptura del bipartidismo, el paso hacia una República o el fin de la especulación en la vivienda y en los recursos energéticos parece una utopía (5).

Conclusiones: la tarea prioritaria es un programa mínimo.

Así pues, poner las esperanzas en la concienciación de la sociedad española será una tarea imposible mientras no se produzca el paso intermedio de recuperar la soberanía y la salida del «jardín» de la Unión Europea. La alternativa de los países emergentes supone una oportunidad inexcusable para desenmascarar la dictadura de la OTAN.

La coyuntura en la que nos encontramos es, además, muy preocupante. La falsa izquierda y el supuesto progresismo están siendo los mejores aliados del avance del fascismo en Europa. Es necesaria la movilización hacia una organización antifascista, que proporcione alternativas a los trabajadores y ocupe el espacio ideológico abandonado por la izquierda.

Es fundamental desenmascarar a esa farsa que se esconde bajo una envoltura de progresismo y que permite la continuidad de un sistema que sirve sumisamente a los intereses de los monopolios del imperialismo OTAN: incrementa el beneficio de la bancocracia en España, la ganancia de los monopolios del IBEX, la especulación con servicios básicos como la sanidad y educación públicas, la vivienda, la energía o los alimentos.

Pretender una posición intermedia en esta tesitura equivaldría a favorecer a quien posea la situación de privilegio en la ideología dominante.

En España, ese referente político e ideológico no existe y es una tarea esencial crearlo, un frente único que se reúna en torno a un programa mínimo, sin que por ello se menoscabe la tarea constante de crear conciencia para una futura estrategia.

La era unipolar bajo el dominio de los Estados Unidos está llegando a su fin. Las guerras de Irak, Libia o Siria han desenmascarado el verdadero rostro de EEUU. Asimismo la crisis de 2008 ha dejado en desnudo el caos anárquico de las instituciones financieras accidentales.

No podemos permanecer indiferentes mientras en el resto del mundo se está perdiendo el miedo a las reacciones punitivas, a las execrables sanciones de la OTAN y a las iniquidades de sus guerras e injerencias.

Si los europeos no supimos aprender la enseñanza de nuestros hermanos latinoamericanos cuando han querido rebelarse de su condena como patio trasero de EEUU, la historia nos da ahora una nueva ocasión de tomar partido cuando son países africanos quienes levantan su voz hacia un nuevo orden mundial.

Los trabajadores del Norte deben unir sus fuerzas con los trabajadores del Sur. Juntos podrían lograr que el mundo girase en sentido contrario.


(1) Sudáfrica anuncia que 23 naciones desean unirse al grupo de economías emergentes de los BRICS como una organización avanzada, que defiende los intereses de los países del Sur Global.

(2) Estudio del Centro de Investigaciones de Política Internacional (Cuba) sobre la cooperación internacional durante la pandemia.

(3) Foros como el Económico Internacional de San Petersburgo bajo el lema «Desarrollo soberano es la base de un mundo justo. Aunar fuerzas para las generaciones futuras». Asimismo, la Cumbre de Samarcanda, en artículos de Juan López Páez.

(4) Artículo de Carlos García Hernández que analiza la importancia de los países BRICS en el equilibrio económico global. En este otro (5) se describe la importancia de recuperar la soberanía monetaria para a través del acercamiento al entorno BRICS.

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