Contraposición lógica

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“[…] en realidad, nuestro norte es el Sur. No debe haber norte, para nosotros, sino por oposición a nuestro Sur. Por eso ahora ponemos el mapa al revés, y entonces ya tenemos justa idea de nuestra posición, y no como quieren en el resto del mundo. La punta de América, desde ahora, prolongándose, señala insistentemente el Sur, nuestro norte.”
Joaquín Torres García, Universalismo Constructivo, 1941.

  • Lucha de liberación mundial

Hasta ahora había habido luchas de liberación nacional. Sin embargo, la lucha de Rusia en Ucrania contra la OTAN, la UE y EE.UU. es una lucha de liberación mundial, ya que marca la liberación del heartland euroasiático y con ello la liberación del mundo entero. A esto se le llama nacimiento del mundo multipolar. Ya no hay una potencia que gobierne el mundo. Tampoco hay dos superpotencias como en el mundo bipolar de la guerra fría. China, EE.UU., Rusia, India, Japón, Sudáfrica, Brasil (pronto habrá más). Todos estos son polos de poder autónomos que no aceptan el control omnipotente de EE.UU. y que reclaman su soberanía. La victoria de Rusia en Ucrania y la futura victoria de China en Taiwán son las creadoras de este nuevo mundo. Su lucha es una lucha de liberación mundial.

  • El mapa del mundo multipolar

Para entender el mundo multipolar en el que nos encontramos hay que estudiar el mundo desde su centro geopolítico, China. Propongo este mapa:

Fuente: https://studycli.org/wp-content/uploads/2021/03/china-world-map-high-res.jpeg

El centro del mundo es Mongolia Interior, aproximadamente el punto de encuentro entre el paralelo 36 y el meridiano 105 este. Desde este punto trazo lo que llamaré cuatro vectores swap, uno hacia Rusia, otro hacia el sur que apunta a lo que he denominado el gran pivote geopolítico, otro hacia el oeste que apunta hacia el heartland africano y otro hacia el este que apunta hacia Iberoamérica (región a la que bautizo como el tercer heartland). Estos cuatro vectores señalan la dirección de las líneas de swap que el Banco Central de China está abriendo con los países en vías de desarrollo y que servirán de orientación a nuestro análisis. Un segundo pivote geopolítico más pequeño pero de vital importancia se encuentra en el Mar de China Meridional, al cual Manolo Monereo ha rebautizado acertadamente como el nuevo Mar Mediterráneo. Además, aparecen marcadas tres áreas periféricas: la línea de costa europea, la línea de costa de EE.UU. y Canadá y la línea que delimita las costas de Australia y Nueva Zelanda. El heartland euroasiático viene demarcado por el meridiano 30 este de los Urales que se encuentra con el paralelo 36 cerca de Israel y el antimeridiano 180 que se encuentra con el paralelo 36 cerca del atolón de Johnston.

  • El consenso de Beijing

“El que puede hace, el que no puede enseña” (MacKinder 1996, 133), así cita MacKinder a Bernard Shaw. China ejerce su soberanía mediante el llamado Consenso de Beijing. Estados Unidos se aferra a la moralina del Consenso de Washington. El economista chino y Vicepresidente del Banco Central de China Chen Yulu dice: “El pasaje del Consenso de Washington al Consenso de Beijing demuestra que el éxito del modelo chino no solo es un fenómeno económico, sino que también implica un cambio en el modelo de desarrollo basado en la noción de que cada nación tiene el derecho y la habilidad para encontrar el modo más adecuado para desarrollarse” (Yulu 2016, 47).

Como parte del Consenso de Beijing, China comenzó en 1997 a experimentar con líneas de swap dentro de la iniciativa Chiang Mai y posteriormente a partir de 2008 de manera autónoma. En esa segunda fase del establecimiento de líneas de swap estos son los países con los que China llega a acuerdos:

Hace pocas semanas a esta lista se ha sumado Brasil. Las líneas de swap son permutas de divisas entre los bancos centrales de dos países diferentes. Esto significa que el país A recibe crédito en el Banco Central y en la moneda del país B. A su vez, el país B devuelve el crédito abriendo en su Banco Central una cuenta a nombre del país A en moneda del país B. Por consiguiente, ambos países comercian sin necesidad de endeudarse en moneda extranjera, lo cual significa que las deudas, al ser en moneda nacional, siempre son pagables. La principal función de estas líneas es la estabilización de los tipos de cambio. Las grandes fluctuaciones en los tipos de cambio son uno de los principales problemas de los países en vías de desarrollo. Por eso EE.UU. y las potencias imperialistas de Occidente evitan abrir líneas de swap con los países pobres. Utilizan la inestabilidad de los tipos de cambio como arma arrojadiza contra el mundo en desarrollo. Las líneas de swap chinas estabilizan los tipos de cambio. Con ello los países en desarrollo dejan de ser vasallos y se convierten en socios comerciales.

Compárese la lista de los socios swap de China con la lista de los socios swap de EE.UU.

Fuente: file:///C:/Users/carlo/Downloads/wpiea2021210-print-pdf.pdf

  • Importancia y significado de las líneas de swap chinas

Las líneas de swap chinas es lo más importante que les ha ocurrido a los países en vías de desarrollo desde su independencia de las potencias coloniales. En realidad, lo que las líneas de swap representan es la verdadera independencia de los países en vías de desarrollo, ya que la independencia hasta que aparecieron las líneas de swap era solo nominal. Las líneas de swap son la independencia real, ya que dotan a los países receptores de soberanía, cosa que antes no tenían.

Por primera vez en su historia, a los países en vías de desarrollo se les abre una puerta a la industrialización. La industrialización sin soberanía es imposible. Por eso las potencias coloniales europeas y Estados Unidos nunca permitieron la soberanía del mundo en desarrollo. Por el contrario, crearon el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Estas entidades siguen siempre esta regla: no permitir que los países en vías de desarrollo se endeuden en su propia moneda. Con ello condenan a esos países a la dependencia perpetua del primer mundo.

China no es imperialista porque no necesita serlo, es ya de por sí un imperio, El Imperio del Centro. Las potencias coloniales europeas y norteamericana son extractoras e imperialistas. Condenan a los países en desarrollo a endeudarse en dólares, euros o francos CFA, monedas que no emiten. Por tanto, los países en vías de desarrollo siempre corren el riesgo de la suspensión de pagos y la quiebra. Para evitarlo se ven obligados a producir las materias primas que las potencias coloniales necesitan. Solo así reciben los dólares, euros o francos CFA que les permiten pagar sus deudas y que las potencias coloniales crean mediante tecleos informáticos en sus bancos centrales de manera potencialmente ilimitada. Los países en desarrollo se ven atrapados en un círculo vicioso de deuda sin fin. Esto no es libre comercio, es un expolio en el que solo una parte sale beneficiada, las potencias imperialistas.

China es antimperialista. Por eso promueve la soberanía monetaria que permite a los países en desarrollo endeudarse en su propia moneda. China se pone en la piel de esos países porque sabe lo que se siente al ser humillada y explotada por las potencias coloniales.

Frente al expolio y el racismo de Occidente, China ha optado por el respeto y la buena educación. Por eso es imparable. Esta es la razón por la cual estamos presenciando los desplantes de los países en vías de desarrollo a los imperialistas occidentales. África, el sudeste asiático e Iberoamérica ahora tienen el respaldo de China y, como siempre, de Rusia.

De nuevo una cita de MacKinder, esta vez atribuida a Bismarck: “el libre comercio es la política de los fuertes” (MacKinder 1996, 100). Por eso China practica el libre comercio en el que ambas partes salen beneficiadas. Occidente habla del libre comercio, China lo ejerce. El libre comercio solo es posible entre naciones soberanas. Occidente niega la soberanía de los países en vías de desarrollo, China la posibilita al comerciar en la moneda de los países en vías de desarrollo.

  • El Consenso de Beijing y el Consenso de la Moneda Moderna

China comparte dos características con las naciones en las que establece líneas de swap. Una es un pentimento de dolor generado por los EE.UU., la segunda es el crecimiento basado en las exportaciones.

El pentimento de dolor común lo encontramos en el artículo de James A. Lucas EEUU ha matado a más de 20 millones de personas en 37 ‘naciones víctimas’ desde la II GM y en las notas que lo acompañan. Tomemos como ejemplo una nación que ha establecido líneas de swap con China y que se encuentra en el gran pivote geopolítico dibujado en el mapa, Indonesia. “Las estimaciones del número de muertes oscilan entre 500.000 y 3 millones”. Fue lo que Vincent Bevins llamó el método Yakarta, el asesinato sistemático de los miembros del Partido Comunista de Indonesia, el partido comunista más grande del mundo después del PCUS y del PCCh, a manos del general Suharto y del ejército de EE.UU. Se podrían poner ejemplos similares con casi todas las naciones que establecen líneas de swap con China. También China sufrió los crímenes contra la humanidad norteamericanos, ya que tal y como Lucas nos dice, “aproximadamente 900.000 chinos murieron durante la Guerra de Corea”.

La otra característica que comparte China con casi todos sus socios swap es el crecimiento basado en las exportaciones. Este tipo de crecimiento juega un papel importante en el Consenso de Beijing. Esto lo aleja del Consenso de la moneda moderna, una de las ideas más importantes de mi libro Socialismo Fiduciario. Pero comencemos por las similitudes entre ambos consensos, ya que son más importantes que las diferencias y convierten a ambos consensos en compatibles. Existen tres ejes comunes: soberanía, flexibilidad y preeminencia del poder político sobre el poder económico.

La soberanía se expresa en ambos consensos en la capacidad de tomar medidas anticíclicas. El euro, la expresión más avanzada del Consenso de Washington, ha arrebatado a los gobiernos la capacidad de tomar estas medidas. El euro y los tratados en los que se cimienta imponen reglas de gasto y de déficit que impiden llevar a cabo las medidas anticíclicas necesarias para acabar con las crisis económicas. Por el contrario, a lo que aspira el Consenso de Beijing es al “crecimiento sin crisis”. Dicho crecimiento, “no significa que una economía crece sin ningún problema, sino que cualquier problema que pudiera surgir no derivará en una gran contracción económica […]” (Yulu 2016, 41). En el socialismo fiduciario esta misma idea queda recogida en las finanzas funcionales de Abba Lerner. Por eso el primer punto del Consenso de la moneda moderna establece que “el déficit fiscal correcto es el que permite el pleno empleo de los recursos y la estabilidad de precios” (García Hernández 2022, 137).

La flexibilidad del Consenso de Beijing se consigue mediante “cinco factores clave: una gran liquidez internacional, un sistema bancario sólido, un cortafuegos financiero efectivo, una tasa de ahorra alta y estable, y un enorme mercado con capacidades diferenciales” (Yulu 2016, 48-49). Aunque un tanto alejados de la teoría monetaria moderna sobre la que se sustenta el Consenso de la moneda moderna, estos cinco factores dotan ciertamente de una gran flexibilidad al modelo económico chino, no solo gracias al enorme mercado interior al que se refiere el quinto factor, también porque han permitido a China llevar a cabo un “desarrollo paulatino consistente en avanzar cuidadosamente a prueba y error o ‘cruzar el río tocando las piedras’ en chino” (Yulu 2016, 48), incorporando las medidas que tienen éxito y rechazando las que no lo tienen. El economista ruso Sergey Glazyev lo expone así: “A través de prueba y error, en China encontraron la dosis correcta de una economía planificada y una economía de mercado poniendo la interacción de fuerzas aparentemente incompatibles bajo el control de una estructura de red efectiva llamada Partido Comunista”.

El Consenso de la moneda moderna del Socialismo Fiduciario también hace gran énfasis en la flexibilidad, por eso encontramos que el punto ocho del Consenso de la moneda moderna dice que “el tamaño del sector público debe ser decidido por los gobiernos como medio para conseguir sus objetivos sociales” (García Hernández 2022, 138). La fórmula para conseguir esta flexibilidad es la ecuación de los beneficios de Kalecki, cuyo desarrollo permite aumentar o disminuir el tamaño del sector privado en la economía a la vez que habilita los medios para que los trabajadores puedan producir aquello que desean consumir (García Hernández 2022, 91), un principio que la economía china también ha incorporado con gran éxito.

La preeminencia del poder político sobre el poder económico es fundamental. No hay macroeconomía sin política. Es más, la macroeconomía es una rama de la política. Por tanto, toda macroeconomía siempre persigue objetivos de clase. En el caso del Consenso de Beijing, la macroeconomía está orientada a “[…] edificar una sociedad moderadamente próspera” (Yulu 2016, 61). Esta misma idea la expresa el socialismo fiduciario al que pertenece el Consenso de la moneda moderna estableciendo como su punto de partida los cinco fines del socialismo: pleno empleo, utilización plena y prudente de los recursos naturales, garantía de comida, alojamiento, vestido, servicios sanitarios y educación, pensiones y subsidios, y estándares laborales dignos (García Hernández 2022, 27-38).

El aspecto en el que el Consenso de Beijing y el Consenso de la moneda moderna difieren es el de la política monetaria. Los regímenes monetarios se enfrentan a una trinidad imposible o trilema según el cual “un país solo puede elegir dos de entre tres políticas diferentes: mantener un tipo de cambio fijo, mantener un tipo de interés fijo o permitir el libre movimiento de capitales” (Wray, xxv). En este caso, El Consenso de Beijing no rompe del todo con los principios del Consenso de Washington porque China ha adoptado un modelo de desarrollo basado en las exportaciones. Por consiguiente, China sigue una política de acumulación de reservas, de tipos de interés positivos y de tipos de cambio gestionados cuyo objetivo es maximizar el volumen de exportaciones chinas.

El Consenso de la moneda moderna rechaza el crecimiento basado en las exportaciones. Siguiendo a la teoría monetaria moderna, las exportaciones son consideradas un gasto y las importaciones un ingreso de bienes reales. Por tanto, en el Consenso de la moneda moderna el aumento de las exportaciones no debe ser un objetivo a perseguir por los gobiernos nacionales. Al contrario, para aumentar el bienestar de sus ciudadanos, los gobiernos deben intentar que la mayor parte de lo producido en el interior del país sea consumido por los trabajadores del país que han sido quienes con su trabajo han producido los bienes y servicios que conforman el producto interior bruto nacional. Por consiguiente, el objetivo es maximizar las importaciones, no las exportaciones, ya que las importaciones hacen aumentar los productos a disposición de los ciudadanos. Las exportaciones son bienvenidas en tanto en cuanto permiten importar más gracias al ingreso de reservas que generan.

En este contexto, el Consenso de la moneda moderna propone que los gobiernos nacionales operen solamente en moneda nacional, independientemente de su nivel de reservas, las cuales serán utilizadas por el Banco Central únicamente para facilitar las importaciones, no para defender un tipo de cambio fijo. Por consiguiente, el consenso de la moneda moderna propone tipos de cambio flotantes. Además, rechaza las políticas de tipos de interés positivas y opta por una política ZIRP (Zero Interest Rate Policy), políticas de tipos de interés permanentes del 0%. Estas medidas maximizan el margen de maniobra (policy space) de los gobiernos nacionales. El Consenso de la moneda moderna no se basa en políticas financieras sino en políticas fiscales, ya que la experiencia demuestra que las políticas de tipos de interés positivos son mucho menos fiables y efectivas que las políticas basadas en la recaudación y el gasto público. Es decir, el Consenso de la moneda moderna adopta la perspectiva del dinero endógeno. Esta perspectiva sostiene que la oferta de dinero es una variable endógena al ciclo económico y que por tanto no se puede determinar desde ninguna institución externa como el Banco Central, ya que en el ciclo económico intervienen variables no controlables a priori como por ejemplo las decisiones de ahorro de las familias. La perspectiva del dinero endógeno es lo que les permite a los gobiernos decidir su nivel de desempleo mediante sus políticas de gasto público. Los planes de trabajo garantizado basados en las reservas de estabilización de empleo son las políticas de pleno empleo permanente propuestas por el Consenso de la moneda moderna. Por el contrario, el gobierno chino ha adoptado un enfoque del dinero exógeno y “China ha señalado de manera oficial a la oferta monetaria como la meta intermedia declarando que el objetivo para el crecimiento de la oferta M1 sería del 18% y el M2 del 23% para el periodo correspondiente al Noveno Plan Quinquenal. Al mismo tiempo, el Banco Popular de China utilizó a la oferta monetaria como el objetivo intermedio y publicó objetivos para tres tipos de dinero, a saber, M0, M1 y M2” (Yulu 2016, 69).

En lo que sí que coinciden ambos consensos es la posibilidad de imponer controles sobre la cuenta de capitales, ya que como hemos dicho anteriormente ambos consensos defienden que sea el poder político el que controle al poder económico y no al revés. En este aspecto el gobierno chino mantiene una política de control de capitales muy avanzada que le permite controlar en todo momento su política monetaria de manera soberana, lo cual es una estrategia correcta.

Pese a que el Consenso de la moneda moderna adopte la perspectiva del dinero endógeno y hasta ahora el Consenso de Beijing haya sostenido (a mi entender erróneamente) la perspectiva del dinero exógeno, no creo que ambos consensos sean excluyentes y considero que es muy posible que el gobierno chino adopte en el futuro medidas profundamente socialistas como el trabajo garantizado basado en las reservas de estabilización de empleo que solo son posibles desde la perspectiva del dinero endógeno. Además, se esté de acuerdo o no con la estrategia del crecimiento basado en las exportaciones, es innegable que la política de crecimiento del gobierno chino ha sido enormemente acertada a la hora de utilizar los grandes saldos positivos de su balanza por cuenta corriente de la mejor manera posible, es decir, reinvirtiendo esos flujos de entrada de divisas en una industrialización que ha sacado de la pobreza a más de 400 millones de personas y es responsable de casi el 75% de la reducción de la pobreza en todo el mundo en vías de desarrollo (García Hernández 2022, 252). Por consiguiente, en vez de eliminar la economía de mercado, ambos consensos hacen uso de las dinámicas del mercado para favorecer los intereses de la clase trabajadora. China lo hace optimizando su estrategia de crecimiento basado en las exportaciones y el Consenso de la moneda moderna lo hace mediante el trabajo garantizado.

  • La contraposición lógica de MacKinder

Fuente: https://agenda-u.org/news/geopoliticheskiy-aspekt-proektov-yuriya-krupnova

“Quien gobierna Europa oriental controla el heartland. Quien gobierna el heartland controla la isla mundial. Quien gobierna la isla mundial controla el mundo” (MacKinder 1996, 106). Ante la máxima de MacKinder se puede establecer una contraposición lógica: si nadie controla el heartland, nadie controla el mundo. Por tanto, al no existir el control de nadie sobre nadie, el mundo se libera.

Esta liberación ya se ha producido. Ha sido posible porque China se ha convertido en la primera potencia industrial del mundo. Esto ha convertido al heartland euroasiático en autosuficiente. Anteriormente, Rusia y China eran dependientes de la tecnología y del conocimiento europeo. La única vía de acceso de Rusia a esta tecnología y a este conocimiento era la venta de sus materias primas. La hermandad entre la tecnología alemana y las materias primas rusas, esa ha sido tradicionalmente la peor pesadilla de los EE.UU. Por eso volaron el Nord Stream 1 y 2. Sin embargo, el ataque terrorista de EE.UU. y sus socios al Nord Stream solo ha dañado a Alemania. Rusia simplemente ha encontrado otros mercados en China y otros países en los que comprar la tecnología que necesita y vender sus materias primas. Por el contrario, Alemania sin el gas ruso está perdida. Esto era impensable hace tan solo una década, pero a día de hoy el heartland euroasiático ya no necesita el conocimiento y la tecnología europeos. Por tanto, ya nadie controla ni el heartland euroasiático ni el mundo.

Pongamos otro un ejemplo. Recientemente leíamos que Países Bajos, siguiendo las ordenanzas de su amo y señor norteamericano, iba a dejar de vender semiconductores y chips de última generación a China. Hace unos años esto habría dañado muy gravemente a China. A día de hoy, ¿cuánto tardará China en producir ella misma esa tecnología mejorada? Meses. Después, el único que habrá perdido su principal cliente potencial habrá sido Países Bajos y China habrá salido fortalecida.

Creo que la incapacidad de EE.UU. de entender este mundo multipolar explica en gran medida el conflicto en Ucrania. Si en 2014 EE.UU., la UE y la OTAN no hubieran organizado el golpe de estado del Euromaidán y no hubieran aupado al poder a un régimen neonazi que cometió crímenes contra la humanidad en el Dombás y en Odessa, la confrontación actual en Ucrania no se habría producido. La razón por cual Antony Blinken y Victoria Nuland, los carniceritos del Maidán, orquestaron el golpe de estado desde la embajada norteamericana en Kiev fue la decisión legítima del gobierno democráticamente elegido de Ucrania bajo la presidencia de Víktor Yanukóvich de unirse a la Unión Económica Euroasiática y no a la Unión Europea. ¿Qué es lo que hubiera supuesto aceptar la decisión democrática del gobierno de Yanukóvich? Aceptar la capacidad del este de Europa, en este caso Ucrania, de tomar decisiones soberanas, es decir, no controladas por nadie excepto por ellos mismos. Esto resulta del todo inaceptable para EE.UU., ya que siguen creyendo que perder el control sobre los gobiernos de Europa del este supone también perder el control sobre Eurasia. Esto ya no es así. Una vez perdido el control en Europa del este por parte de EE.UU., ¿quién asumiría ese control? Nadie porque ya nadie es capaz de controlar a Eurasia y por ende al mundo.

Ni los países del este de Europa aceptarían un control de Rusia sobre ellos ni Rusia está interesada en asumir dicho control. Rusia ha aprendido de sus errores. A mi entender, bajo la Unión Soviética, Rusia cometió dos graves equivocaciones: optar por el socialismo histórico en vez de por el socialismo normativo (con los fines del socialismo como punto de partida) y darle la espalda a China.

A diferencia de lo que dicen los reaccionarios, la implantación del modelo de socialismo soviético en Europa del este no fue un acto de imperialismo ruso, fue un acto de profundas y sinceras convicciones ideológicas. El PCUS estaba convencido de haber encarnado el sentido de la historia que según Marx (inspirado en Hegel) conducía al inminente colapso del capitalismo. La implantación del modelo soviético en el este de Europa era solo el principio, poco después el capitalismo desaparecería también en el oeste europeo y en todo el planeta. Por tanto, la Unión Soviética no solo pretendió liberar a Europa de la barbarie nazi (cosa que los europeos nunca le perdonaron), también pretendió dar a luz a un nuevo mundo mejor que inevitablemente habría de nacer. Estas convicciones no se vieron reflejadas en la realidad y el historicismo soviético fracasó. China no se vio exenta de esta visión hegeliana errónea sobra la rueda de la historia. Mao decía: “El sistema socialista terminará por reemplazar al sistema capitalista; esta es una ley objetiva, independiente de la voluntad del hombre. Por mucho que los reaccionarios traten de frenar la rueda de la historia, tarde o temprano se producirá la revolución y triunfará sin ninguna duda” (Mao 1967, 25). Lo que la historia ha demostrado es que no hay leyes históricas objetivas independientes del ser humano. La diferencia entre China y la URSS es que China se dio cuenta de su error y lo corrigió con el gobierno de Deng Xiaoping, que hizo buenas las palabras del propio Mao sobre la necesidad de corregir los propios errores y no caer en la tentación de “tener conciencia de los propios errores pero no intentar corregirlos, tomando una actitud liberal consigo mismo” (Mao 1967, 263). Por eso la República Popular ha florecido y por desgracia la URSS ya no existe.

En vez de enfocar su relación con China desde una atalaya de superioridad histórica eurocentrista, Rusia debería haber respetado a China como a un igual dotado de soberanía. La ruptura entre China y la URSS fue una oportunidad que aprovechó EE.UU. para desunir y controlar Eurasia. Ahora las cosas han cambiado. Tanto Rusia como China han comprendido que el golpismo de EE.UU., la UE y la OTAN en Ucrania es el destino que EE.UU. también les tiene destinado a ellos. Ambos países saben que el mismo golpismo que EE.UU. implementó en la URSS con Mijaíl Gorbachov y Boris Yeltsin lo tenía planeado para China con Hu Yaobang y Zhao Ziyang. Por eso Rusia y China han estrechado lazos fraternales. Juntas han reconfigurado el heartland euroasiático. MacKinder dividía la maquinaria social entre administradores y organizadores (MacKinder 1996, 8). En Eurasia, Rusia es el administrador y China el organizador (el propio MacKinder ya hizo referencia a esta posibilidad, lo cual demuestra su valía como pensador de futuro). Rusia administra los grandes recursos naturales de Eurasia. China los organiza, les da un sentido más allá del heartland euroasiático, ya que “la ‘perspectiva’ (view) es lo que caracteriza a los organizadores” (MacKinder 1996, 17).

La definición de heartland de MacKinder es la de “región que, en las condiciones actuales, no puede ser ocupada por un poder marítimo […]” (MacKinder 1996, 78). Por eso, además de Eurasia, MacKinder también considera a África como heartland gracias a la protección que el gran desierto del Sáhara le proporciona contra los poderes marítimos. En la lista de socios swap de China encontramos tres países africanos (Egipto, Nigeria y Sudáfrica), en la de EE.UU. no encontramos ninguno. Los tres países son exportadores netos y los tres sufrieron el imperialismo de Occidente. Hoy sirven como punto de partida y ejemplo para un nuevo orden soberano. El resto de países africanos seguirá su estela. Por primera vez, a África se le abre la perspectiva del desarrollo industrial. Todo país africano que estabilice sus instituciones políticas tendrá como objetivo sacudirse el yugo de la deuda en dólares, francos CFA y euros estableciendo líneas de swap con China y otros países. Por su parte, Rusia acaba de condonar más de 20 mil millones de dólares a países africanos. Las consecuencias no se han hecho esperar. Zambia, Chad, Namibia, Sudáfrica, Sudán, Kenia, todos estos países están dando la espalda a EE.UU. y a las potencias coloniales de Occidente y están empezando a recuperar su soberanía monetaria gracias a Rusia y China. Les seguirá todo (o casi todo) el continente.

No obstante, soy de la opinión de que con la petición en firme de entrada en los BRICS+ por parte de México el mundo multipolar ha dado ya a luz a un tercer heartland, Iberoamérica. Volvamos al paralelo 36 de nuestro primer mapa. No solo es el paralelo que cruza el estrecho de Gibraltar, también atraviesa el desierto de Sonora que divide a EE.UU. y a México. Creo que la parte americana al sur del paralelo 36 ya es también un heartland. Allí encontramos líneas de swap chinas en Surinam, Argentina, Chile, Brasil y seguramente pronto se les unirá Venezuela (ojalá Cuba sea el siguiente país). El pentimento de dolor causado por EE.UU. en este heartland es demasiado grande como para ser expresado con palabras. Su enormidad solo es comparable con los recursos naturales del heartland, que gracias a la soberanía monetaria y a la estabilidad de los tipos de cambio generada por las líneas de swap podrán ser destinados a la industrialización y el bienestar de los ciudadanos. Lula lo ha entendido perfectamente: “todas las noches me hago la pregunta: ¿por qué todos los países deberían estar atados al dólar en el comercio? ¿Por qué no podemos hacer esto en términos de nuestras monedas? ¿Quién incluso decidió que después del abandono del patrón oro, la moneda debería ser el dólar y no el yuan, el real o el peso?” Esto clavará un clavo definitivo en el ataúd del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. Estas entidades no son más que organismos financieros para defender los intereses coloniales de Occidente y serán remplazados por el Nuevo Banco de Desarrollo del BRICS+.

La potencia marítima de EE.UU. al norte del paralelo 36 perderá su patio trasero y quedará aislada. La mortificación es la única terapia que funciona contra el narcisismo patológico. La alternativa peor es morir matando. EE.UU. debería aprender de China y de Rusia. Esto significa que EE.UU. debe de dejar de mirar al resto de países como vasallos y empezar a respetarlos como socios iguales. Si lo hiciera, podría ser aceptado como el gran país que es y como una potencia más del nuevo mundo multipolar. Brzezinski es, en mi opinión, un pensador fracasado.

“A pesar de las apariencias, China no tiene, de hecho, grandes alternativas estratégicas. Su continuado éxito económico sigue dependiendo en gran medida de la afluencia de capital y tecnología occidentales y del acceso a los mercados exteriores, lo que limita significativamente sus posibilidades. Una alianza con una Rusia inestable y empobrecida no incrementaría las perspectivas económicas o geopolíticas de China (y para Rusia significaría subordinarse a ésta). No es, pues, una alternativa geoestratégica viable, por más que la idea resulte tentadora desde el punto de vista táctico tanto para China como para Rusia. La ayuda china a Irán y a Paquistán tiene una significación regional y geopolítica más inmediata para China, pero tampoco es un punto de partida viable para intentar alcanzar con seriedad un estatus de potencia global. Una coalición «antihegemónica» podría convertirse en un último recurso en caso de que China sintiera que sus aspiraciones nacionales o regionales estuvieran siendo bloqueadas por los Estados Unidos (con el apoyo de Japón). Pero sería una coalición de países pobres que así, probablemente, seguirían formando un colectivo de pobres durante bastante tiempo más.” (Brzezinski 2019, 168).

La visión de Brzezinski, expresada en el párrafo anterior, ha envejecido tan mal como el vino que se convierte en vinagre barato y su intención de trocear a la Federación Rusa en tres partes para convertirla en “una laxa confederación rusa — compuesta por una Rusia europea, una República Siberiana y una República del Lejano Oriente” (Brzezinski 2019, 168) con objeto de expoliarla y convertirla en lanzadera de futuros ataques contra China está siendo aplastada en Ucrania. Si alguna vez fue cierta su afirmación de que “ningún Estado-nación puede medirse con los Estados Unidos en las cuatro dimensiones clave de poder (militar, económico, tecnológico y cultural) que acumulativamente dan lugar a una influencia global decisiva” (Brzezinski 2019, 176), ya ha dejado de serlo. Ahora EE.UU. da la impresión de ser un país agotado que ha sustituido sus glorias del pasado por un transexual. La decadencia es evidente y fuera de los países decadentes (OTAN y UE) está siendo masivamente rechazado.

Soy pesimista. Creo que EE.UU. continuará con su política de vasallaje y de creación de quistes geopolíticos. Sus vasallos limpiabotas de la UE, Reino Unido, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda siguen reconociéndolo como amo y señor. Gran error. Si no cambian, el colapso narcisista de EE.UU. les arrastrará a ellos también.

Lo mismo les ocurrirá a sus quistes geopolíticos. El principal de ellos es Israel y la zona donde se encuentran el paralelo 36 y el meridiano 30. China ya ha desactivado la gran baza de Israel, la enemistad entre Irán y Arabia Saudí, mediante la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda. Rusia ha salvado al heroico gobierno sirio. Esto deja a Israel y su política apartheid contra Palestina en un lugar muy difícil. Es el momento de que deje de boicotear la creación de un estado palestino soberano con Jerusalén como su capital. De no hacerlo, su futuro puede ser la guerra civil y el colapso. La exportación del modelo disruptivo israelí a Ucrania, al Kurdistán, a la Región Autónoma Uigur de Sinkiang, a Taiwán y a Hong Kong ya ha fracasado en algunos casos y en otros fracasará en el futuro. Una excepción que afecta mucho a España es Marruecos, que se ha convertido en la Israel magrebí. A cambio, Donald Trump concedió a Marruecos autoridad sobre el Sáhara Occidental. El cobarde gobierno de España, sumisamente, ha aceptado este crimen contra nuestros hermanos saharauis, a quienes España ha vuelto a traicionar.

El quiste más ponzoñoso es sin duda Taiwán. Por eso Manolo Monereo dice con razón que “la verdad de Taiwán está en Ucrania; la verdad de Ucrania está en Taiwán. […] El modelo Ucrania se va a repetir, de una u otra forma, con Taiwán. […] ¿Por qué Taiwán? Básicamente, por tres razones: 1) Para China la reunificación con esta isla es un elemento definitivo – seguramente el más importante hoy – para superar un largo siglo de humillaciones y guerras civiles que estuvieron a punto de destruirla como Estado-Civilización; 2) China nunca podrá ser una gran potencia si no es capaz de controlar su Mediterráneo, es decir el Mar de China (Meridional y Oriental); en su centro está Taiwán. 3) Esta isla es el eje de reorganización de la primera (y decisiva) línea de asedio y contención del poder naval chino y dispositivo, trampa para administrar el conflicto con el viejo imperio medio.”

En mi opinión, será el gran pivote geopolítico que se encuentra dibujado en el primer mapa y que se extiende desde Irán hasta Papúa-Nueva Guinea el que decante la balanza hacia oriente u occidente. De vital importancia es el papel jugado por la India en calidad de la gran potencia económica en la que está a punto de convertirse, pero junto a ella nos encontramos con multitud de países clave como Vietnam, Paquistán, Malasia y Filipinas (país en el que EE.UU. acaba de abrir una nueva base militar). La historia está por escribir, pero creo que el presente hace buenas estas palabras de Mao (Mao 1967, 86):

“Actualmente hay dos vientos en el mundo: el viento del este y el viento del oeste. Dice un proverbio chino: o el viento del este prevalece sobre el del oeste, o el viento del oeste prevalece sobre el del este. Creo que la situación actual se caracteriza por que el viento del este prevalece sobre el viento del oeste”.

Euro delendus est.

Bibliografía:

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