Por un beso de la flaca

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Por Marian Lorenzo

No sé cómo nos la apañamos en este país que, pese a la gesta conseguida por nuestra selección femenina de fútbol, un hombre, Luis Rubiales, presidente de la RFEF, está en el centro de la polémica tras besar en la boca a Jenni Hermoso en la celebración del Mundial

Decía ayer Luis Enrique García delgado, magistrado de la instrucción 4 de Santander en X

https://twitter.com/alexisclerel/status/1693341013622845911?s=20

La celebración de Rubiales con las campeonas del mundo dejó todo que desear. Se mostró excesivamente cariñoso, sobón me atrevería a decir, y con una actitud del todo punto injustificable, refrendada por su posición de poder con respecto a las integrantes de las selección. Jerarquía y establecimiento de contacto físico no deseado: el sueño húmedo de todo misógino bocachancla.

El gesto no deja lugar a dudas. La cara de Jenni Hermoso es inmovilizada por las dos manos de Rubiales que planta un beso en los morros a la jugadora. La polémica está servida.

Hermoso, que el vestuario hizo saber a sus compañeras que no le había gustado y que qué podía hacer ella, compareció posteriormente en rueda de presa y afirmó que «No se puede dar más vueltas a un gesto de amistad y gratitud, hemos ganado un Mundial y no vamos a desviarnos de lo importante», declaración más que esperable si tenemos en cuenta que la relación más que dudosa del seleccionador nacional con sus jugadoras ha terminado con aquellas que se atrevieron a hacerlo público y mantenerse firmes en sus declaraciones, apartadas de la selección.

Esperábamos la disculpa del señor Rubiales, que saliera al paso de lo injustificable justificándolo por la emoción de momento (hay que saber estar y aprender a dominar según que pulsiones, Luis, majete, que no te hemos visto nunca comiéndole los morros a Piqué, por ejemplo), que esgrimiera alguna paupérrima disculpa asegurando que fue un error, que se había equivocado y que nunca más volvería a pasar. Que se marcara una huída hacia delante sin tomar responsabilidad alguna de lo que hizo, pero que pidiera perdón aunque fuera por protocolo o imagen.

Ay, qué ilusas… Luis Rubiales hacía esa misma noche unas declaraciones a Radio Marca en las que afirmaba sin despeinarse (guiño-guiño-codazo-guiño): «El beso con Jenni? Idiotas hay en todas partes. Cuando dos personas tiene una muestra de cariño sin importancia, no podemos hacer caso a las idioteces«. Me gustaría decirle al señor presidente de la RFEF que cuando una muestra de cariño no es deseada por la otra persona, deja de serlo para convertirse en una agresión, sexual en este caso. Y desde una posición de poder, no lo olvidemos. Y que si hay algún idiota en esta historia (siendo benévola) no son, desde luego, ninguna de las personas que han sentido la más absoluta repulsa por su agresión. El idiota de esta historia no tiene un pelo de tonto (codazo-guiño-codazo)

A la fiesta se une la prensa. La especializada y la generalista. Ambas, lejos de sacarle los colores al señor presidente, afearle su conducta y llamar a las cosas por su nombre (agresión sexual) quitan hierro al asunto blanqueando dicha agresión, bien haciéndose eco de las declaraciones ya mencionadas de Jenni Hermoso o de Luis Rubiales o bien comparando el beso de Iker Casillas a Sara Carbonero (eran PAREJA) tras la consecución de título mundial por la absoluta masculina, con un contacto físico no deseado, en público y de un hombre a una mujer siendo el primero un superior de la segunda. Una fantasía absoluta, amigas.

¿Por qué un hecho deleznable y repulsivo está siendo tratado como una broma por la RFEF, la prensa y muchos aficionados? Se llama cultura de la violación y está firmemente arraigada en este país. Alimentada por una educación sexista, por la hipersexualización de las mujeres y por un consumo más que preocupante de porno y prostitución, los hombres se han reafirmado como clase sexual dominante (esto viene de antiguo, no obstante), como sujeto activo y como merecedor de sexo, siendo la mujer reducida a un objeto consentidor y de su propiedad que existe solo para satisfacer sus deseos. Un tándem desigual y socialmente aceptado en el que los papeles ya está repartidos y no protestes, que no sales en la foto.

No somos conscientes de lo peligroso que es para nuestros menores normalizar ese tipo de comportamientos en personajes públicos (y no públicos, claro), que a nuestros hijos e hijas se les enseñe que «es una broma» o que «no tiene importancia» que un hombre pueda hacer lo que desee y donde lo desee con una mujer, por muy inocente que pueda parecer. Luego nos llevaremos las manos a la cabeza porque hombres cada vez más jovenes, incluso niños, tiene comportamientos abusivos hacia mujeres más jovenes, incluso niñas.

Por un beso de la flaca, la fratría se tapa sus miserias, se ríe las gracias y sigue acosando porque creen que les pertenecemos.

Nos tenéis de frente, misóginos.

@_marian_is_back

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