La engañifa de vender el «frenar a la extrema derecha» mientras se sigue perpetrando el genocidio del pueblo palestino y mientras se alimentan las guerras de la OTAN, continúa funcionando a la perfección.
El supuesto pragmatismo de las «políticas útiles» progresistas ha logrado destilar su mejor producto, el malmenorismo, hasta su más alambicada esencia: marchar hacia la guerra mundial sin protestas ni oposición.
Esta estafa a la clase trabajadora europea se nutre principalmente de dos ingredientes:
– primero, la absoluta incapacidad para hacer un análisis mínimamente materialista de la situación económica y política mundial (a pesar de que les bastaría con preguntarse qué pasó con esas tuberías que surtían a la economía alemana y que estallaron anónimamente), una incapacidad fomentada por los intereses atlantistas y sus medios.
– segundo, el obstáculo a la organización de clase que supone el monopolio político que controla los recursos y medios informativos de la política parlamentaria, partidos y sindicatos que con tal de preservar su parcela de poder dentro de los parlamentos europeos parecen capaces de traicionar a su propio pueblo.
Porque sí, es una traición, el escamotearnos que el tremendo retroceso en derechos sociales y servicios públicos está directamente relacionado con el fomento de las guerras. Que no se explique que la guerra está provocada por la OTAN, en su afán de intentar detener la decadencia imperialista. Y que nosotros, trabajadores y trabajadoras europeos, seremos los pagadores de esas guerras, pagadores con nuestra sangre, ya sea como consecuencia del deterioro social o como carne de cañón si es necesario.
Si en España tenemos a nuestro maravilloso Gobierno del Escudo Social, que con una mano habla de paz y con la otra sigue comerciando con Israel y gastando miles de millones en armas contra el «enemigo ruso», en Francia aparece el Nuevo Frente Popular, que en su programa especifica su «apoyo incondicional a Ucrania», el servilismo a la militarización de la «Europa de la defensa» y la habitual posición equidistante con respecto al genocidio en Gaza.
«Un tema de campaña olvidado» titula el diario Le Monde, en referencia al NFP, de quien dice ha hecho la misma jugada que sus opositores de extrema derecha, «han evitado el tema incómodo«.
Esto es, en ese tema, ser lacayos sumisos del imperialismo yanqui, hay acuerdo absoluto. En lo que se refiere a ese asunto ni hay debate, hay unanimidad total, señor Biden aquí un amigo un esclavo un siervo.
Hace dos días denunciábamos que al Gobierno de Progreso y en concreto a su ministra Robles le parecía correcto que agentes ucranianos espiaran a ciudadanos españoles simplemente por participar en homenajes de victorias sobre el nazifascismo, o por ser simpatizantes de la cultura rusa, o por oponerse a una guerra que la gran mayoría de españoles no desea ni entiende.
El desbarajuste ideológico (como decimos, fomentado y alimentado por los intereses capitalistas atlantistas) produce paradojas tan asombrosas como que partidos conservadores pasen por la izquierda a la supuesta izquierda y sean esos partidos reaccionarios los que señalen las vergüenzas de la UE, aunque luego si tocan poder sean reconducidos al redil económico de los intereses de la Alianza.
Otra paradoja es que desde ese monopolio de partidos y sindicatos que compone la «izquierda» parlamentaria europea se torpedea con saña a cualquier intento político de cuestionar a la UE o el gasto en armamento, con acusaciones de rojipardismo, o sambenitos similares que suelen colocar los múltiples movimientos identitarios en los que pretenden atomizar la lucha de clases.
Y en este desastroso panorama nos vemos. ¿Para cuándo un Frente Popular Europeo que contenga unas sencillas normas programáticas como el rechazo al genocidio sionista, el fin del gasto militar que alimenta una guerra suicida, y la recuperación de la soberanía popular mediante el rechazo a la OTAN y la UE?
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[…] Publicado en https://elcomun.es/2024/07/08/izquierda-que-izquierda/ […]