El valle de la muerte

0

En los dos últimos artículos (Paz y reindustrialización y Hoja de ruta) hemos introducido un concepto importante: la necesidad de tener una hoja de ruta de cara a la transformación socialista de nuestras sociedades. En el último, hilamos un poco más fino y describimos lo que podría ser una hoja de ruta específica para España dividida en tres legislaturas. Hoy nos centraremos en la tercera legislatura de la hoja de ruta para España, que como indicamos se centraba en la puesta en práctica de un programa de reindustrialización GNR, es decir, un programa de reindustrialización dedicado a la genética, la nanotecnología y la robótica, las tres áreas de conocimiento que según Ray Kurzweil conducirán a la humanidad a la singularidad tecnológica en el siglo XXI.

  • Punto de partida: la soberanía

Según nuestra hoja de ruta, una tercera legislatura estructurada según la propuesta del socialismo fiduciario encontraría a una España con soberanía en todos los terrenos y dentro de los BRICS+. Este trabajo previo es indispensable para plantear cualquier tipo de reindustrialización de alto valor añadido en España, ya que sólo la soberanía monetaria permitiría realizar y sostener en el tiempo el nivel necesario de inversiones en moneda nacional.

  • El valle de la muerte

El punto de partida descrito por la soberanía rompería un mito en el tejido productivo español llamado el valle de la muerte. Podemos encontrar una descripción del mismo en el artículo de Elena Zafra de 2012 llamado Siete retos para el futuro de la nanotecnología española, según el cual “[hay] siete factores que determinan la existencia del temido ‘valle de la muerte’ entre el laboratorio y la empresa”: el recorte de inversión en I+D, la falta de valor añadido, la falta de inversión privada, la barrera psicológica, el hecho de que ciencia y empresa no hablen el mismo idioma, la obsesión por patentar y la falta de estándares, y por último la falta de divulgación y formación.

La tesis de Zafra y de los científicos a los que cita es clara: en España hay un abismo (un valle de la muerte) que impide que la producción de conocimiento en los laboratorios españoles se traduzca en productos de mercado con un alto valor añadido. “Muestra de ello es que la contribución de los productos de alta y media tecnología a la balanza comercial de España apenas supone el 0,3 por ciento de la misma, lejos de las cifras de Estados Unidos (5,4 por ciento) y de la media de la UE (5,1 por ciento).”

Para explicar este hecho, el artículo no se refiere a la falta de soberanía monetaria de España, principal causante de ese valle de la muerte según el socialismo fiduciario, sino que construye un mito en el que la soberanía monetaria no juega ningún papel y el atraso industrial español es achacado a la falta de formación de los empresarios españoles.

“El porcentaje de gasto público en investigación y desarrollo en España es parecido al de Alemania, sin embargo, la aportación de las empresas a la I+D supone el 1,9 por ciento del PIB en la segunda, mientras que apenas roza el 0,7 en la primera. ‘Aquí radica parte del problema’ – asegura Berzal (director de la empresa Nanoconecta) – ya que ‘existe una correlación entre el gasto privado en I+D y el número de patentes que se generan’.”

  • El valle de la muerte es en realidad la Unión Europea

En la página 202 de Socialismo Fiduciario se recoge la cita de Carlos Solchaga, ministro de economía durante la presidencia de Felipe González, que dice: “la mejor política industrial es la que no existe”.

Sólo así se puede explicar convenientemente el valle de la muerte entre el laboratorio y la empresa española, ya que la cita de Solchaga explica por sí sola los siete factores que caracterizan a dicho valle.

La desindustrialización fue un requisito que se le impuso a España para entrar en la UE, ya que la UE es un artilugio político para evitar que el sur compita con el norte. A cambio, la oligarquía del alto valor añadido del norte de Europa le permitió a la oligarquía del bajo valor añadido española convertir a España en la meca europea del turismo de bajo coste que es hoy nuestro país.

En su artículo, Zafra cita a Joaquín Tutor, profesor del departamento de Electrotecnia y Sistemas en la Universidad Pontificia Comillas:

“Tutor considera que el conformismo y la aversión a perder lo apostado todavía rigen las decisiones del empresario español que históricamente ha mantenido ‘la visión de invertir hoy para recuperar mañana’ en la que no tiene cabida el concepto de capital riesgo. ‘Carece de esa filosofía anglosajona que consiste en apostar a todos los caballos de la carrera porque si gana uno, le cubre todas las apuestas’, explica Tutor”.

Tal y como está configurada la UE, decir esto es absurdo. Seguramente sea cierto (aunque no tengo datos) que la formación académica del empresario medio español sea inferior a la del empresario medio de los países más avanzados. Se podría llegar a esa conclusión simplemente comparando el tejido industrial español (turismo, construcción, hostelería) con el de otros países de nuestro entorno más desarrollado. Sin embargo, si no se tiene en cuenta que hay razones históricas que explican esta disparidad, se comete el error de culpar al empresariado español de sus propias carencias en vez de culpar al verdadero responsable del desarrollo histórico de la industria en nuestro país, es decir, el Estado.

Dicho con otras palabras: el Estado español ha asumido un papel histórico dentro de su entorno económico en la UE que en vez de generar actividades económicas de alto valor añadido lo que genera es lo contrario. Esto no es culpa del empresariado. En todo caso, el empresariado es víctima de esta política estatal.

Con toda seguridad, los profesores universitarios no criticarían a los empresarios españoles por no arriesgar más a la hora de invertir en I+D si fuera su dinero el que estuviera en juego. Invertir en I+D en España es invertir en un país que se desindustrializó voluntariamente gracias a personas como Solchaga. Invertir en él en vez de invertir en empresas mucho más grandes y seguras que las españolas que además cuentan con el apoyo total y permanente de los Estados del norte de Europa que han apostado por ellas desde hace décadas es un riesgo inasumible para cualquier emprendedor, independientemente de su nivel de formación.

La clave nos la da en el artículo Rafael Ferritto, director de la empresa Nanoinnova: “En el caso de Nanoinnova – que reconoce que el 80 por ciento de sus clientes son extranjeros – este es uno de sus grandes retos actuales. ‘Nuestras raíces están en la universidad pero el canal de comercialización de nuestros aparatos es a través de una empresa alemana, y nos interesa asociarnos con firmas que tengan ya una posición en mercados más o menos definidos’, explica Ferritto”.

Es decir, el poco valor añadido que las reglas fiscales de la UE nos dejan generar es comercializado por empresas del norte de Europa, sobre todo alemanas. Siguiendo las directrices de Solchaga, ¿para qué invertir en industrializar el país con empresas punteras que comercialicen tecnología punta española cuando esas empresas ya existen en Alemania? Esas políticas ya las han hecho los alemanes, ¿para qué competir contra ellos dentro de la UE? Las grandes inversiones y las empresas punteras las pone Alemania, los científicos españoles que puedan aportar sus conocimientos son siempre bienvenidos por esas empresas, bien para que nuestros científicos emigren con toda facilidad a Alemania, bien para que las empresas alemanas puedan adquirir lo producido dentro de nuestras fronteras. Ahora bien, el Estado español no podrá nunca invertir lo suficiente para crear él esas empresas y para que esas empresas sean las que comercialicen la tecnología española, ya que los límites de deuda y de déficit público de la UE y del euro lo impiden. Ese es el statu quo bajo el que vive nuestro país, ese es el verdadero valle de la muerte. La solución es abandonar la UE y el euro, recuperar nuestra soberanía e integrar a España en los BRICS+.

  • España comparada con los países que generan más valor añadido

Ya abordamos esta idea en el artículo Europeísmo antisocialista (Socialismo Fiduciario, pág. 292). Allí nos encontramos este gráfico en el que se muestra el gasto en investigación y desarrollo como porcentaje del PIB:

Gasto en investigación y desarrollo (% del PIB). Instituto de Estadística de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Fuente: Banco Mundial.

España aparece comparada con los principales productores de tecnología y con la media mundial. No sólo España invierte mucho menos en investigación y desarrollo, también es el único país del gráfico que no cuenta con soberanía monetaria. Dentro de la UE y del euro, España no podrá invertir nunca lo que invierte el resto de países del gráfico. ¿Por qué? Porque las reglas del euro y de la UE se lo impiden, sobre todo mediante el límite del 3% de déficit público impuesto por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

¿A caso los empresarios de China o Corea del Sur, países que hace tan solo 40 años estaban mucho menos desarrollados que España, son los que han producido el crecimiento en esos países? En absoluto. El crecimiento ha venido propiciado por sus gobiernos, que mediante su soberanía monetaria han mantenido durante décadas altos niveles de inversión en moneda nacional, sin ninguna restricción a su nivel de déficit público. Esa es la clave. Ese es el modelo que tiene que seguir España si quiere reindustrializarse.

  • Un programa de reindustrialización GNR en España

En la página 208 de Socialismo Fiduciario, se recomienda que España realice un gasto en I+D de entre el 3% y el 4% del PIB, en varias partes del libro también se recomienda que España opte por un sistema de industrialización mixto en el que participen tanto empresas públicas como privadas similar al chino y además “propongo un plan de empleo garantizado para todo aquel ciudadano que reciba un título universitario en cualquiera de las ramas de la GNR” (Socialismo Fiduciario, pág. 208-9).

¿Cómo hacer para que estos tres supuestos cristalicen en proyectos concretos capaces de reindustrializar el país? Haciendo que las empresas privadas compitan entre sí para obtener financiación pública.

Esta idea se me presentó por primera vez durante la redacción de Un consenso socialista chino (Socialismo Fiduciario, pág. 251). En dicho artículo exploro la competencia que se establece entre las provincias chinas, de manera que las provincias con mayor éxito económico son las que más financiación reciben del gobierno central.

Esta fórmula ha resultado ser extraordinariamente exitosa y nada impediría que una España monetariamente soberana la llevara a cabo en el ámbito de la investigación y el desarrollo de empresas públicas y privadas. Además, es la misma estrategia que encontramos en diversos campos del sector privado. Pondré sólo un ejemplo: la empresa norteamericana X-Prize ha anunciado un concurso según el cual la empresa que hasta el 2030 presente un tratamiento antienvejecimiento que (atendiendo a todas las variables científicas comprobables) revierta el envejecimiento humano en por lo menos 10 años ganará 101 millones de dólares. Actualmente, ya hay más de una decena de empresas compitiendo entre ellas para hacerse con el premio.

Este modelo sería idóneo para llevar a cabo un programa de reindustrialización GNR en España. Dicho programa debería hacerse mediante un estricto control parlamentario, de manera que se evitara cualquier fenómeno de corrupción. El programa no sería un mero concurso público para realizar una obra concreta. Se trataría de proyectos a largo plazo que deben ser monitorizados en todo momento por los poderes públicos y por el Congreso de los Diputados. Asimismo, habría que implantar controles de calidad externos que verificaran en todo momento el buen uso y la eficiencia del dinero público invertido.

Como en el caso del concurso organizado por X-Prize, todos los proyectos deben estar relacionados con los campos de la GNR. Su principal objetivo sería la creación de patentes comerciales de alto valor añadido. El dueño de las patentes sería el Estado Español. Las bases de todos los concursos públicos deben estipular que, una vez concedido un premio, la empresa privada ganadora estará en condiciones de continuar con el desarrollo de la patente en cuestión (y por tanto de continuar recibiendo financiación pública española) en cooperación con las entidades públicas españolas, siempre y cuando los beneficios de las patentes sean reinvertidos dentro del país (independientemente de que las empresas ganadoras de los concursos sean españolas o extranjeras). Esto debe garantizar la creación de empleo, tanto público como privado, de calidad. Y además debe evitar la deslocalización de las empresas beneficiadas.

Asimismo, el desarrollo de estas patentes público/privadas deberá ir vinculado a proyectos educativos que mediante el Ministerio de Educación ofrezcan becas y prácticas convenientemente remuneradas a estudiante españoles.

Además del campo del antienvejecimiento, hay multitud de materias GNR en las que se podría implementar esta iniciativa, por ejemplo, mediante el desarrollo de baterías de grafeno, la creación de microprocesadores o, tal y como abordamos en un artículo, la creación de una red social pública (Socialismo Fiduciario, pág. 241).

Si siguiendo un modelo muy similar a este un país como China ha logrado en pocas décadas dejar de ser un país en vías de desarrollo y convertirse en una de las principales potencias económicas mundiales, España también podría llevar a cabo una política de reindustrialización similar. El principal impedimento para lograrlo es nuestra falta de soberanía monetaria derivado de nuestra pertenencia a la Unión Europea y al euro.

Euro delendus est.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.