El PCE condena a Putin

Los responsables del Partido Comunista de España parecen empeñados en dejar rodar por la pendiente del oportunismo a la organización centenaria que ha aglutinado en su histórica trayectoria la lucha de miles de militantes contra el imperialismo norteamericano, contra las instituciones europeas afines a la OTAN y sus perjuicios en la clase trabajadora española.

En un comunicado emitido ayer, el PCE «condena los anuncios realizados por Vladimir Putin en su discurso sobre el estado de la nación» y rechaza la decisión de suspender la participación rusa en el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas. En el texto se señala la peligrosidad de la escalada bélica, tanto de EEUU como de Rusia, aunque especifica que esa progresión armamentística deviene por la erosión a la diplomacia que produce el «imperialismo» (sic), y que en el primer aniversario de la «invasión rusa» los retrocesos en desarme ponen en riesgo la paz mundial.

Más allá de la peculiaridad que supone la condena por parte de un partido de sus características hacia la persona que, independiente de las valoraciones políticas que sugiera, es el presidente de la Federación de Rusia, el comunicado abunda en la deriva ideológica que ha tomado la dirección de la organización en los últimos años. No sólo porque parece ajeno al análisis materialista y dialéctico, o a las aportaciones leninistas sobre el imperialismo, sino a la lógica más elemental.

Obviamente, nadie desea que se produzca una guerra. También puede valorarse en mayor o menor pertinencia las decisiones tomadas por el Ejecutivo de Putin. Pero no es de recibo que un Partido del que se espera una referencia ideológica, escamotee la realidad a la clase trabajadora española, realizando un análisis ajeno a los métodos marxistas, cuyo valor es equiparable al buenismo fingido de la socialdemocracia europea, que en España ha representado tradicionalmente el PSOE y hoy comparte con Podemos (quien, en boca de su portavoz, Ione Belarra, hace unos días reiteró la consideración de «enemigo del progreso y de los Derechos Humanos» a Putin).

Los responsables omiten la verdad a los trabajadores españoles.

Como puede leerse en un completo artículo publicado hoy en este medio por Juan López, y como especifica el comunicado del PCE, la ruptura de acuerdos similares no es una novedad de ayer, y tiene uno de sus antecedentes bajo el gobierno de Trump en 2019. Pero se olvida mencionar, que en la última década EEUU ha aupado gobierno neonazi en Ucrania, ha perjudicado la capacidad energética europea con el sabotaje del NordStream, y trata de fragmentar a la Federación Rusa con la finalidad de torpedear sus recursos.

Además, no se menciona la progresiva escalada de armas de tipo nuclear desarrollada no sólo por EEUU sino por sus aliados en el pasado año, en el que se suma el despliegue por parte de la OTAN de bombas nucleares tácticas B61-12 en territorio europeo, bombas que son la principal arma nuclear táctica de Estados Unidos y la OTAN en aviones, como se indicó también en este medio ayer.

Dentro de la expansión realizada por la OTAN en el entorno de Rusia en las recientes décadas, y teniendo en cuenta además que se elude la responsabilidad de la OTAN en los sucesos del Maidán y los ataques producidos en Ucrania no ahora sino en los últimos años, supone una omisión de los datos materiales y un peculiar modo de analizar la realidad considerar que es rechazable el comunicado del máximo responsable de un país del tamaño de Rusia, quien ha advertido que responderán a los ataques de largo alcance en la medida en que se produzcan, como debe suponerse del mandatario de cualquier país. Cuestiones que, hace no mucho, sí eran valoradas desde los comunicados del PCE y que dieron un giro durante la posesión de Enrique Santiago de la responsabilidad de la agenda 2030.

Desconexión con su militancia.

La directiva del centenario partido evidencia una desconexión con su propia militancia, que posee una formación y capacidad suficiente para conocer la manera de actuar de la OTAN, los hechos de la historia reciente y el deterioro que ha supuesto para la clase trabajadora la pertenencia a los organismos internacionales subalternos a la Alianza, como la UE.

Resulta chocante, por ejemplo, que se hable de «escalada armamentística» como si no se formase parte de un Gobierno que, en tiempos de enorme crisis, ha gastado miles de millones de euros en enviar armas al conflicto.

Es llamativo, también, que una organización de formación leninista observe imperialismo en Rusia, mientras es colaboradora a través del Gobierno en la última de las recientes guerras provocadas por EEUU. Llama poderosamente la atención que se considere un peligro el «imperialismo ruso» mientras nuestras decisiones políticas están subordinadas a los dictados de los beneficios de las empresas del Ibex35, entre cuyos dueños se encuentran fondos de inversión como BlackRock, y que esta sumisión a los intereses económicos afines a la Alianza está conduciendo a la pobreza a la mayoría de la población española.

Esta realidad obviada por los responsables del PCE sólo es comprensible dentro de una estrategia que, al calor de los logros electorales de Podemos, ha decidido quemar sus naves en la persecución de una supuesta utilidad política (eje fundamental del proyecto Sumar de Yolanda Díaz) que mediante la obtención de unos cuantos logros pretende justificar la participación en un Gobierno que no sólo no ha logrado transformar ninguno de los aspectos de la sociedad capitalista en que vivimos, sino que la está afianzando en unos momentos históricos en los que más palpables son las iniquidades del sistema.