Las semillas podridas de Rusia

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Satanás emplea artimañas sibilinas para engañarnos. Por eso San Pablo explicaba a los efesios que, para hacerles frente, había que «ponerse toda la armadura de Dios».

Para nuestros gobernantes, el enemigo de Occidente actúa con semejante perfidia. Y si en lo espiritual gozamos de la armadura divina, en lo humano los españoles disponemos del Escudo Social del Gobierno de Progreso.

No en la antigua Éfeso sino en la neutral Suiza, otro emisario de nombre apostólico, Pedro, desplegó el escudo antimisiles de sus palabras para alertarnos del peligro que nos acecha.

En el ilustre ámbito del Foro de Davos y flanqueado por una corte de españoles principales como Ana Patricia Botín y los consejeros delegados de firmas del IBEX como Telefónica, Repsol, Naturgy o Gamesa, Sánchez nos previno: «tenemos que protegernos para que no destruyan las instituciones de la UE desde dentro. Tenemos que erradicar esas semillas podridas de Putin«.

Sánchez se refería a los partidos de ultra derecha, dentro de la lógica del teatrillo parlamentario capitalista en el que hay una derecha y ellos son «la izquierda». Ese teatrillo es tan rocambolesco y tan peculiar que puede suceder que unos señores de ultra derecha sean peligrosos, pero luego a otros, de simpatías nazis, se les dote de armas por valor de miles de millones. Si las usan contra los rusos, claro.

Sucede que hay otros motivos -otras flores del mal- para los que todos los escudos sociales de los gobiernos son absolutamente inocuos. Pero para verlos hay que usar un arma muy peligrosa para la propaganda en tiempos de guerra, el razonamiento. Enumeremos algunos de ellos:

  • el globalismo ha terminado, el orden según el cual esta sociedad capitalista era el final de los tiempos ya tiene fecha de caducidad. Se acerca un nuevo orden mundial, y los prestigiosos foros donde se reunían los líderes mundiales y los empresarios más ricos, como el Foro Económico Mundial, cuentan con cada vez menos presencia de países ajenos al occidente de influencia anglosajona. Los países BRICS no sólo poseen la mayoría de la población mundial, sino que están disputando la primacía comercial y tecnológica a los EUU y sus aliados atlánticos.
  • Para sostenerse, la OTAN necesita la guerra. Es por ello que figuras mundiales como Sanna Marin, en el colmo del cinismo, nos dicen: «si Rusia gana la guerra, se enviará el mensaje de que cualquier invasión de un país es posible«. ¡Como si nunca antes hubiese ocurrido que la OTAN usara la fuerza militar para aplastar la legítima soberanía popular de un país! La primera ministra de Finlandia pertenece a esa generación de nuevos políticos tan enormemente preparados que saben lo que le conviene a su país sin consultarlo en referéndum. Ucrania debe ganar, nos dicen, aunque nos acerquemos al riesgo de la guerra mundial y nuclear. Para la OTAN es otra intervención más, como en tantos otros países, donde no «tuvieron más remedio» que actuar para llevar la paz y la democracia a los pueblos, arrasándolos a bombas.
  • En España, la llamada política útil, esa que nos ha conducido a ser un referente mundial para los magnates del Foro de Davos, depende de mantener la estabilidad de la Unión Europea. Es lógico que el Gobierno quiera la estabilidad de la UE. Sin los fondos millonarios de la UE (que son deuda que pagarán -nos aseguran- todos los Estados miembros y tanto trabajadores como empresas), sin esos fondos no hay política útil que valga, ni habrá plan Next Generation firmado por Sánchez e Iglesias, ni Agenda 2030, ni todos esos magníficos cargos que llevan a nuestros preparados actores a permanecer en el candelero político.
  • Y para seguir haciendo cosas útiles para la gente, España cumple. Que haya inflación es culpa de Putin y sus socios, como Xi Jinping. Que a los españoles no les llegue para hacer la compra o para alquilar una vivienda sin compartir, es un daño colateral de la guerra. Sin embargo, pese a todo, España cumple con los mandatos de la UE, España va bien, va incluso mejor que cuando el ex presidente Aznar afirmaba lo mismo con peor vocalización.
  • Las grandes fortunas del mundo nos felicitan por nuestra gestión española. Sólo falta, comentan, que las empresas cambien su talante, que apoyen a esa utilísima política y abandonen el vicio de los paraísos fiscales. No sólo porque es una práctica poco ética (y trasluce papeles que revelan fortunas de personajes eméritos que ganan comisiones millonarias haciendo trabajos para las grandes constructoras), sino porque ahora es necesario que arrimen el hombro y nutran a los Estados de impuestos con los que aumentar el necesario gasto en armamento. Para la guerra hace falta mucho dinero.

Por concluir, si necesitan alguna otra señal de que el Gobierno va por el buen camino, los fondos de inversiones mayores del mundo felicitan a España. Fondos como BlackRock, cuyo poder es tan enorme que llegan a mover dinero en acciones por el mismo valor del Producto Interior Bruto de países como Alemania. Esos conglomerados de inversionistas anónimos, cuyo único objetivo es lucrarse lo máximo posible en el menor tiempo, manejan acciones en las 35 sociedades que forman nuestro índice bursátil, el IBEX.

Pero, por suerte, los españoles estamos protegidos por un escudo que arranca las malas hierbas y nos salva de la tentación de rodar por la pendiente de la anarquía de la economía planificada y la miseria socialista.

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