¡Basta ya de complicidad!

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¡PSOE y Sumar basta de complicidad!, no lo digo yo, solo cito textualmente una de las frases coreadas ayer en la manifestación de Sevilla, que probablemente se repitiera en otras ciudades españolas que este viernes llenaron sus avenidas con miles de personas.

La alegría sentida ayer, al participar en los actos de la mañana y la extraordinaria manifestación que recorrió por la tarde mi ciudad, con motivo de la jornada de Huelga General convocada por CGT contra el genocidio palestino, se vuelve de nuevo preocupación, ante la realidad de que el genocidio sigue y el imperialismo no cesa en su afán de extender la guerra tanto como les sea posible.

Mientras escribo estas palabras leo en las noticias que Israel está bombardeando Beirut (Líbano) desde la tarde de ayer y probablemente a estas horas aún se estén produciendo explosiones en zonas civiles y de apartamentos. Estos ataques fueron ordenados por Netanyahu tan solo minutos después de su intervención en la Asamblea General de la ONU en Nueva York.

La distracción y el disimulo ya no son suficientes para ocultar a la clase trabajadora que los gobiernos de los Estados de la UE son cómplices. Cientos de miles de personas llenaron ayer las calles de las ciudades españolas. Vean en redes fotografías de Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia, Granada, Toledo y muchas más, con sus avenidas abarrotadas de personas de todo tipo, familias con niños, abuelos, y por supuesto la comunidad de estudiantes.

Miles de personas ayer tuvieron ocasión de darse cuenta de que el genocidio de palestina, así como el conflicto que pretende extenderse en Oriente Medio, como el de Ucrania que también amenaza con escalar hasta niveles nucleares, todos esos conflictos están hilados por un motivo común, el motivo de mantener la hegemonía de un sistema económico que sostiene los intereses afines al imperialismo.

Y todos esos miles de personas entendieron además que, por mucho que nos vendan democracia y libertad, nuestros gobiernos no son más que mediadores de esos intereses imperialistas, que son simples gestores de esos intereses en nuestro territorio. Hasta tal punto que nuestros servicios básicos, sanidad, educación, pensiones, todo, está supeditado al gasto en armas.

Porque dinero para comerciar con armas que matan niños en los «países enemigos» sí hay, pero no lo hay para curar o educar a los niños de aquí.

Este razonamiento es tan simple y evidente que ya ni la mayor de las propagandas mediáticas ni las campañas electorales más creativas pueden ocultarlo a la inmensa mayoría de la población española, que es su clase trabajadora.

¿Hasta cuando van a ser cómplices?

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