NO a los créditos de guerra

0

«¡El enemigo principal está en casa!», exclamó Karl Liebknecht en un texto de 1915 en el que explicaba los motivos por los que, como miembro del parlamento alemán, había votado en contra de los créditos de guerra, en absoluta soledad frente al apoyo de la socialdemocracia de entonces, que consentía el gasto en la guerra. Su firme posición le valió la vejación, la cárcel y finalmente el asesinato junto a Rosa Luxemburgo.

Las circunstancias de la Europa de hace un siglo son muy diferentes y el imperialismo que entonces provocaba el enfrentamiento mundial ha evolucionado hacia formas muy distintas. Ocurre, sin embargo, que el análisis materialista de los procesos políticos y económicos nos conduce a conclusiones semejantes en ciertos aspectos. Liebknecht señalaba entonces que las verdaderas intenciones eran los intereses económicos de las grandes potencias, que ocultaban bajo soflamas patrióticas, o tras supuestos valores e ideales que en realidad emponzoñaban con el odio entre pueblos.

En esa ocultación y engaño, la de los verdaderos intereses económicos bajo los sermones de defensa de la democracia y el patriotismo, se ve que el imperialismo no ha evolucionado mucho y persiste con obstinación.

En pleno año 2024 nuestros líderes europeos, como Macron, proponen que se envíen ya no sólo armas sino directamente tropas al frente de Ucrania. Suponemos se referirá al envío ya masivo y sin sutilezas, pues ya es sabido que se llevan enviando desde hace años instructores militares o se promueve la llegada de mercenarios.

Mientras esta idea va cuajando en la opinión pública occidental, ya es efectiva la propuesta de la UE para crear un fondo de 50 mil millones de euros en ayuda financiera y militar a Ucrania. Una cantidad a añadir al gasto ya producido en armamento y al porcentaje que se exige a los Estados miembros de su Producto Interior Bruto.

Von der Leyen declaró que además de ese gasto conjunto se deben utilizar los fondos rusos congelados y estas decisiones se deben acometer para frenar la «amenaza de Rusia» y para «evitar que Rusia gane«.

La preocupación de la Alianza Atlántica por Rusia y China no es reciente ni se inició en febrero de 2022. De hecho, think tanks afines a la OTAN vaticinaron años antes con un asombroso acierto el conflicto en la mismísima frontera con Rusia, el obstáculo a las exportaciones de gas, las sanciones o el envío de armas a Ucrania. Todo ello estaba escrito en esos informes como si de un guion se hubiese tratado.

Según denuncia el Centro Delás de estudios por la paz, «las armas las fabrican empresas en su mayoría de titularidad privada, pero se compran con dinero público, en su práctica totalidad». La guerra necesita cada vez más armas y en ese entramado económico no sólo están las empresas armamentísticas, sino también los bancos, pues las gestiones de «ampliaciones de capital, emisión de bonos, pagarés» se realizan «ineludiblemente con bancos».

La Unión Europea se convierte de tal modo en el gestor de los intereses de esos oligopolios que se benefician con la guerra. Una simple administración que somete la voluntad de los diferentes Estados a las exigencias de la guerra, esto es, a los intereses velados que se esconden tras la guerra.

Pero la voluntad popular de la inmensa mayoría de los ciudadanos europeos no es la guerra, ni la violencia, ni el gasto militar. Ni en Ucrania ni en Palestina. Cientos de miles de europeos se han manifestado y se manifiestan en contra del genocidio del pueblo de Palestina, así como de sus ramificaciones al entorno geográfico como sucede en el Mar Rojo. Y esa voluntad popular pide que sus países tengan al menos la decencia de no vender armas a Israel.

Además, los trabajadores y trabajadoras de la Unión Europea cada vez son más conscientes de que ese gasto acaba redundando en su explotación, de modo que esa explotación da nuevas vueltas de tuerca en la inflación y la precariedad y el expolio de los servicios públicos, con sanciones a Rusia que acaban volviéndose contra ellos.

Al socialismo le incumbe, –escribió Lenin– el deber de poner al descubierto este verdadero significado de la guerra y denunciar implacablemente la mentira, los sofismas y las frases “patrióticas” propagandas por las clases dominantes, por los terratenientes y la burguesía en defensa de la guerra.

Esa voluntad oculta y esa velada gestión de la UE debe ser desenmascarada antes de que la situación provoque una escalada mundial.

Unamos las voluntades de todos los pueblos de Europa. NO a la guerra, NO a los créditos para la guerra, NO al gasto militar, NO al genicidio.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.