Crónica de unas sanciones anunciadas: la UE escenifica su indignación por el «chantaje» del gas ruso

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Rusia hizo efectiva su advertencia de hace un mes, en la que avisaba de que algunos compradores extranjeros debían comenzar a pagar en rublos por el gas ruso, a partir del 1 de abril, y de que los contratos se suspenderían en caso de incumplir esta medida. Polonia y Bulgaria son los primeros países a los que cortará el suministro de gas natural ruso, por no haber cumplido este requisito.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se apresuró a comentar que «el anuncio de Gazprom es otro intento ruso de chantajearnos con el gas», pero que este corte no le sorprendía pues «estamos preparados para este escenario».

En el mismo tono se ha pronunciado la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, que ha afirmado no tener miedo de Putin, ha llamado a un embargo inmediato sobre la «energía controlada por el Kremlin» y ha asegurado que «ya es hora de acabar con nuestra dependencia de los autócratas”.

Para cualquier espectador objetivo resultaría curiosa esta puesta en escena en la que los responsables europeos se mesan los cabellos y se rasgan las vestiduras. Y por supuesto es evidente que estaban más que preparados para «ese escenario».

Tampoco puede ser una sorpresa para nadie que Rusia tome represalias contra Polonia, uno de los países que más enemistad ha demostrado hacia ellos, más aún en mitad de una guerra en la que la Unión Europea está gastando miles de millones en armar a su enemigo y en la que, como si de una desgracia inevitable se tratara, están perdiendo la vida cientos de civiles inocentes.

La propia Von der Leyen afirmó, tras su demostración de sorpresa, que los países afectados tendrán proveedores alternativos y que el suministro está garantizado, puesto que recibirán gas de «sus vecinos europeos», lo que demuestra la «solidaridad» de los miembros de la UE. Sin embargo, esta solidaridad no ha impedido que el precio del gas haya llegado a dispararse hasta en un 17% en la sesión de este martes en el mercado neerlandés, que es el referente europeo.

Von der Leyen ha advertido por su parte a las empresas que si pagan en rublos el gas ruso violarán las sanciones UE y que ceder al «chantaje» del Kremlin de pagar en rublos el suministro, significará incurrir en una violación de las sanciones que pondría en riesgo a las compañías que no las acaten.

No obstante, hasta la fecha, compañías alemanas han comprado el gas ruso en euros. Los pagos se realizan a través del banco de Gazprom o de Sberbank, que no están sometidos a sanciones por la guerra en Ucrania y son considerados una vía legal por la UE.

Crónica de unas sanciones anunciadas.

La sorprendente capacidad de adivinar el futuro del think tank norteamericano RAND Corporation es admirable, pues en un informe de 2019 llamado Extendiendo Rusia, vaticinó el «escenario» que estamos presenciando, con pronósticos que se han cumplido, como son los de provocar un conflicto en Ucrania que a su vez genere la obstaculización de las exportaciones de gas, la imposición de sanciones o proveer de ayuda letal a Ucrania (ayuda letal que obviamente en 2019 podría haber utilizado, pues el conflicto ya contaba entonces con años, aunque en la actualidad lo haga ya «legitimado», con causa de guerra).

La hegemonía de los Estados Unidos en las relaciones internacionales está fundamentada en las bases de los acuerdos que crearon instituciones que dirigen la economía del mundo como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, en los que se fijó el dólar como moneda referente para los intercambios comerciales en todo el planeta.

Cuando esa hegemonía se ha visto amenazada, ha recurrido a su superioridad bélica para someter a los países disidentes o a gobernantes molestos (véase Irak, Libia, o el extraño caso del anteriormente conocido como dictador de Venezuela, Nicolás Maduro, ahora respetable presidente).

El auge comercial de China ha relegado de ese puesto privilegiado a los Estados Unidos, que ve en la cercanía del gigante asiático con Rusia un preocupante rival. Este acercamiento entre los rivales americanos supone además el acompañamiento de una serie de países que representan la inmensa mayoría de la población mundial, así como el acopio de una gran parte de los recursos naturales.

Es por tanto fácil inferir que las causas del conflicto entre el bloque de la OTAN y Rusia estén fundadas más en motivos económicos y geopolíticos que en motivaciones nacionalistas o de decisiones particulares de los mandatarios.

Las sanciones económicas a Rusia no son nuevas. Se acrecentaron -ya justificadas por el inicio del conflicto- a partir del día siguiente al reconocimiento de las Repúblicas Populares de Donestsk y Lugansk. La UE se apresuró a emitir un paquete de sanciones el día inmediatamente después (capacidad de respuesta elogiable) y que incluían medidas restrictivas a los miembros de la Duma o a personalidades destacadas del país (los famosos oligarcas rusos).

Las sanciones se amplían apenas unos días más tarde a las exportaciones de petróleo, a productos tecnológicos o al transporte. Un mes después llegarían nuevas sanciones por parte de la UE, bloqueos económicos, bloqueos a la prestación de servicios especializados de mensajería financiera (SWIFT) entre entidades bancarias.

Obsérvese que las sanciones afectan a sectores económicos principales como la energía, las finanzas o los medios de comunicación.

Este último aspecto ha adquirido importancia principal en los últimos días, pues se persigue a los «promotores de la desinformación y la manipulación de información que difunden de forma sistemática la falsa narrativa del Kremlin sobre la situación en Ucrania».

No debe extrañar que se ponga énfasis en el aspecto mediático, pues las motivaciones económicas son tan palpables que se requiere una ingente cantidad de maquillaje mediático para disimular estas pretensiones, evidenciadas en las sanciones económicas y en el afán por ocultar las atrocidades que se comenten en el territorio afectado por la guerra.

La primacía del dólar como referente comercial es ahora puesta en cuestión en el intercambio de un bien que genera suculentos beneficios como es el gas. A ello se suman los acercamientos entre el bloque ruso y el bloque chino en cuanto a la creación de un sistema financiero que sustituyese al vigente hasta la fecha en el que, como decimos, es prioritaria la voluntad norteamericana, que podría suponer un planteamiento alternativo para los bancos que desbancase al SWIFT.

Uno de las recomendaciones señaladas en el informe del think tank referido era la de aislar a Rusia en la opinión internacional, presentándolo como un peligro a escala global. Esta posibilidad no sólo no se está cumpliendo, sino que, además, puede volverse en contra de USA.

El papel de China durante el conflicto está siendo ejemplar, tomando una actitud aparentemente equidistante pero que deja en evidencia las intenciones de Biden al proponer una salida diplomática al conflicto y señalar que ha sido precisamente el país americano el que ha protagonizado la totalidad de conflictos anteriores en los tiempos cercanos.

Por otra parte, las sanciones se están convirtiendo en una penosa carga para los trabajadores europeos, que están sufriendo las consecuencias de esas medidas en sus propios bolsillos, y todo apunta a que se agudizarán si, como es previsible, la OTAN continúa incitando el enfrentamiento militar o incluso lo extiende a otras zonas en el entorno de Ucrania.

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