Esta feria de abril he tenido bastante tiempo para la observación. Es más, me he deleitado observando a cada individuo que me llamará la atención. Pero de las cosas más interesantes que he podido observar ha sido el tema de los caballos y sus caballistas.
Aquí el dicho que se suele decir con las mascotas sobre qué se parecen a su dueño rompe su regla. Sobre todo, porque la mayoría está claro que no están criados por las manos que los montan, al menos a diario. Y es que la relación del humano con el caballo es tan antigua que en muchos casos si hay un amor hacia el cuadrúpedo que hace que esté viva con unas calidades maravillosas.
Voy a ir a mi percepción sobre lo visto. Amparándome en el caballo de Platón y para resaltar mi incultura sobre el tema, puedo decir que me han parecido unas bestias bellísimas. Y que, aunque algunas más perfectas que otras bajo mi desconocimiento ninguna me ha parecido despreciable. Como desconozco el tema, siempre me ha dado algo de miedo o respeto esos animales tan altos. Por eso jamas me he montado en un caballo.
Además, me aprovecho de mi desconocimiento y porque me da la gana voy a incluir a los potentes y formidables mulos que también he visto alguno que otro.
He visto unos percherones que me parecieron espectaculares, unos de un color tabaco que se iban degradando a la altura de las patas en un negro brillante y para finalizar tenían la punta del pie antes de llegar a los cascos blancas como si llevaran calcetines. Después vi unos que llevaban un carro o carreta (no se) como digo desconozco el tema que parecían que habían estado entrenando para el “Arnold Classic” estaban súper fuertes. También vi un caballito blanco que parecía que lo habían reducido, supongo que será alguna raza específica. Unos más altos y otros más bajos, unos más corpulentos que otros, distintos peinados y distintos caballistas. Unos parecían más amigables hacia el bicho que otros, esto es en referencia a los caballistas.
No eran pocos los caballistas que iban ciegos a cubatas y diga lo que diga “Emergencias Sevilla” pocos controles de alcoholemia había en el real.
En fin, unos animales imponentes los caballos. Y es que a mí, que me dan un poco de miedo, incluso recelo. Desconozco las razas, cuidados y demás pormenores de los equinos. No tengo interés en montarme en uno ni intención de hacerlo en breve. Pero me asalta un pellizco en el pecho, una sensación nietzscheana al ver a esos malnacidos, desgraciados, malditos hijos de mala sangre el maltrato que se le da en algunos casos y sobre todo me refiero al que se puso a patear a un animal que agonizaba en el suelo.
Si Nietzsche en Turín se lanzó al cuello del caballo para pedir perdón en nombre de la humanidad yo en este caso me hubiese lanzado al cuello de los sinvergüenzas que estaba maltratando al pobre animal hasta que me llevaran a tirones los que deberían de estar haciendo controles de drogas y alcoholemia a los cuatro pijos irresponsables.
Pero bueno, puede que sólo esté hablando desde mi desconocimiento del tema equino.
