La evolución de una estupidez

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Vamos superándonos en la gilipollez supina del activismo inocuo. El salto de las batucadas al “pega pega” en los museos no es más que la evolución de una estupidez. Este tipo de acciones no son más que moscas en el culo de la vaca. 

“La foto y el vídeo de la tontería junto al diploma de la “uni” y el del máster en EEUU, por supuesto. Vacaciones con los papis hasta que pueda costearme un viajecito para hacerme fotos con algún ser humano empobrecido por el capitalismo de occidente. No importa si en el camino no cambio nada mientras mantenga mis privilegios y me pasee por el salón de la fama. Mi mayor aspiración es ser de mayor como Greta.”

Cuando hablamos de lucha de clases pensamos en dos fuerzas contrapuestas. Pero estamos equivocados, no hay una retahíla de golpes por ambos lados. Solo hay golpes desde una esquina, y esos golpes vienen desde arriba y van hacia abajo. Debemos de ser conscientes de que no somos “Ivan Drago”. A mucho tirar seríamos el saco de cuero descosido que está colgado y esperando a ver por dónde nos van a dar hoy. 

Así que debemos de ser conscientes de que el camino que llevamos no nos está llevando siquiera a la posibilidad de defendernos. Si no a hacernos los clientes fijos de los negocios de nuestros enemigos. Ya lo dije en otra ocasión cuando escribí “me he comprado una camiseta del Che en Aliexpress

Toda olla a presión necesita su pequeña válvula de escape para no estallar. Y la clase obrera tiene estos pequeños teatros donde siempre estrenan “La zanahoria del burro”. Y todo el mundo encantado. 

Yo no sé casi nada, no soy más que un simple obrero. Pero se una cosa, si hay algo que entra dentro de la lógica más primitiva es que para construir una casa hay que empezar por los cimientos. En este caso los cimientos están en la independencia del sistema que nos lleva en volandas y eso es crear un marco donde nuestras acciones no deriven en el fortalecimiento de la economía que nos pisotea. Una vez puesto los pies en el suelo, usar nuestra fuerza en la creación de una red organizada donde queden fuera de ella los “amos de los cortijos”. Una vez construido eso podremos decidir el rumbo. 

Esos cimientos están muy lejos de las modas activistas del momento, de los “pijipis” de las energías universales, de los cristales de cuarzo y de las travesuras de patio de colegio. 

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