Zombis

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Vengo a contaros una historia terrible, estremecedora, brutal. No sé si estáis preparados para esto o si este medio es el adecuado ya que esto que os cuento es terror absoluto. Voy a proceder a ver si el temblor de mis manos me deja poder escribir correctamente después del susto que llevo en el cuerpo.

“Esta historia comienza cuando al despertar un trabajador por la mañana, tras un sueño tranquilo, se encontró en su cama convertido en un monstruoso zombi. Tal es el abrupto comienzo, que nos sitúa de raíz en el centro de esta historia y que traerá nefastas consecuencias para el protagonista.

El trabajador zombi, al no disponer de cerebro vive a merced de los empresarios explotadores. A los que sigue sin ningún tipo de conciencia, incluso por encima de su familia.

Pero ahí no queda la cosa, aún se pone más terrorífica cuando éste comienza a sentir hambre. Pero no hambre de carne, si no de derechos. Este zombi está hambriento y su idea es devorar toda posibilidad de organización entre trabajadores. Aboga por la servidumbre incondicional, buscando como único sustento llevar los cuerpos destrozados de sus compañeros al patrón, para que los apile y así poder devorarlos cuando necesite.

El zombi incluso como el perro que entra en una iglesia consigue entrar dentro del sindicato de los trabajadores y ahí ocupa una silla. Inmóvil y babeante se dedica a la vigilancia de las carnes que se mueven. Busca las más prietas para ofrecerlas en sacrificio a su dueño. A veces se ven obligados a ir a juicios y cometer perjurios contra sus compañeros con tal de recibir el beneplácito de su patrón. La “guantadita” en la espalda que les da fuerza como si de una descarga eléctrica se tratase para así mover sus inertes piernas.

El patrón vive en su castillo, duerme durante el día y solo en la noche sale a buscar convertir a algún trabajador en un zombi sin seso. Pero esa es otra historia.

El zombi, capacitado con la condición del habla, pero no del discernimiento explora su alrededor con los ojos en blanco. Tomando el aire que le rodea y buscando ahí las debilidades de los trabajadores. Incluso parece dócil, pero nada de eso, es un asesino brutal y certero. El zombi consigue por distintos medios dejar a sus compañeros sin masa cerebral, solo los más hábiles consiguen librarse de sus mandíbulas driblando los bocados. Lo peor es que una empresa repleta de zombis acaba por hacer huir a los que aún no han sido mordidos.

Nuestro zombi al final quedó solo y hambriento, ya no le quedaban derechos que devorar y caído sobre sus espaldas, debilitado por él hambre solo le quedó sucumbir dejando un pútrido cuerpo hinchado sobre el parquet.

La empresa quedó hecha un cementerio de cuerpos inertes a las órdenes del patrón que los vampirizó sin ningún tipo de remordimientos, chupándoles la poca vida que les quedó sin temor a resistencia alguna por parte de estos seres sin conciencia.”

Cuidado con estos zombis porque yo los he visto, los he sufrido y aún estoy driblando entre ellos, posiblemente vosotros también. Quieren nuestra conciencia de clase, pero por alguna razón algunos somos inmunes a sus mordiscos. Pero no confundiros, aunque no os puedan convertir, su hedor convertirá el aire en irrespirable.

Si veis alguno deambulando cerca de nuestro trabajo apartaos de ellos, organizaos y preparaos para resistir contra la horda que os espera.

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