Crónicas Marcianas

0

Hace unos días leí un artículo sobre un tipo que fue por primera vez a los toros. El testimonio neófito de un desvirgado en el noble arte del toreo que patatín y patatán. Así una retahíla de historias varias mezclando el tocino con la velocidad. Y todo esto para decir que han sentado los “huevazos” allí tanto gente de izquierdas como de derechas. Que hay una embriagadora y romántica esencia en eso de matar bichos porque recuerda al puchero calentito que repone el alma y la sangre en invierno. 

Y es que, dentro de todas esas claves, movimientos filosóficos y literarios hay un justificante a la barbarie. Y ese justificante es la culturización del extraterrestre. Si, del extraterrestre que viene desde otro planeta que se horroriza de las costumbres de la gente terráquea. La normalización gracias a la cultura de cualquier cosa y llegando finalmente al éxtasis al comprender que esa barbarie no es más que cultura. La típica historia de película de tarde que bien podía ser: Yo a La Tierra y tú a Marte. Finalmente, lo molón es lo mío y tú no tienes por qué quejarte.  

Yo, como extraterrestre, me parece horrendo ya sea patrio, cristiano, apostólico o romano. Y es más, como habla de que es un lugar por donde han pasado gentes de todo el abanico político dejaré una nota de un tipo que lejos queda de los ideales hegelianos. Y que siendo así también le repugna que se maltrate un animal. Porque esto no es cuestión de color, si no de tripas.

«Quien es cruel con los animales, no puede ser buena persona.»

A lo que yo añado que quien lo disfruta, promociona y financia tampoco. 

Más allá de ahí, yo me quedo en Marte. Y no hago las paces con el hombre que pisa la tierra para avasallar a otro ser viviente. Así me recuerde al pan con chocolate o al suelo de terrazo fresquito en verano. 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.