XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China

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“Contar con una teoría científica marxista como guía, constituye los fundamentos de nuestro partido para afianzar sus convicciones y tomar la iniciativa histórica” (Xi Jinping).

Ya es imparable. El Partido Comunista de China junto al pueblo chino y sus más de 96 millones de militantes, se dirigen hacia un proceso histórico irreversible.

Día 16 de octubre de 2022, el XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China se abre paso ante una de las citas más importantes y de mayor trascendencia política de las últimas décadas. Occidente conoce la magnanimidad del gigante asiático y todas las miradas están puestas en el Gran salón del Pueblo en la vibrante ciudad de Pekín. Xi Jinping abre el plenario solicitando un minuto en homenaje a los revolucionarios proletarios. Un fantasma recorre Europa. Silencio.

Xi Jinping es consciente del momento de agitación política que está atravesando el mundo y reconoce la importancia de China como escenario diana. Aquí no hay ridículas pelucas dispuestas para la escenificación de una performance, China cuenta con un líder serio y formado que se ha ganado la confianza y el respeto del pueblo gracias a la vía de los hechos ya que el país no ha dejado de evolucionar y desarrollarse; si algo caracteriza al socialismo con “peculiaridades chinas” es su desarrollo. En el último lustro China ha afianzado aún más su poderío económico como potencia mundial; para ello, ha puesto el foco especialmente en el robustecimiento de los sectores estratégicos emergentes tales como la industria manufacturera, la producción total de grano, los vuelos espaciales tripulados, las expediciones a la Luna y a Marte y a las profundidades marinas y terrestres, en navegación satelital, en la tecnología nucleoeléctrica, la fabricación de aeronaves, en la información y comunicación cuántica, etcétera. El Presidente de la República Popular China apunta al respecto:

“El continuo impulso de la innovación teórica basada en la práctica nos exige antes que a nada comprender acertadamente la concepción del mundo y las metodologías propias del pensamiento socialista con peculiaridades chinas de la nueva era”.

Una nueva era se impone, probablemente el mundo no volverá a ser el mismo, tal y como lo conocemos ahora, dentro de poco. La operación militar rusa, tras ocho años de una cruenta y despiadada guerra civil abierta por el régimen de Kiev en las regiones periféricas del Este de Ucrania contra la población rusófona, ha acelerado el proceso de descomposición al que estaba abocado Occidente, sumido en las cada vez más severa contradicciones y crisis crónicas del capitalismo. Europa, mientras, inmerso en un proceso de autofagia destructivo devorándose a sí mismo; y a la par, cruzando el Atlántico, el sueño americano desvaneciéndose. El mundo se descompone y China, con su inmensa cultura y valores socialistas, emerge como lo hace MOSE entre las aguas venecianas.

“Hemos establecido y mantenido el sistema fundamental de la posición rectora del marxismo en el campo ideológico, lo que ha permitido difundir ampliamente los valores socialistas esenciales para lograr una transformación creativa y un desarrollo innovador de la excelente cultura china”, vuelve a subrayar Xi Jinping.

Taiwán es el punto neurálgico en el que Estados Unidos podría prender la mecha en el caso, cada vez más probable, de enfrentarse al fin de su hegemonía. La provincia separada por el estrecho de Taiwán de la China continental, podría ser el núcleo en el que estallan los conflictos nacionales existentes. El Gobierno de Pekín siempre ha apostado por la vía pacífica para la reunificación sin renunciar al uso del poder militar del Ejército Popular — profundamente reformado — en el caso de que la unidad de la nación sufra una amenaza. “No renunciaremos al uso de la fuerza y tomaremos todas las medidas necesarias para detener todos los movimientos separatistas», mantuvo Xi Jinping. «La resolución del problema de Taiwan es un asunto del propio pueblo chino, que debe ser decidido por el pueblo chino”, añadió de nuevo el presidente chino. Posición que ya conocíamos debido a la defensa que ha mantenido el partido acerca de la importancia de la soberanía.

En abril de este mismo año, según el diario Taiwan News, los soldados estadounidenses “comenzaron a establecer un campo de entrenamiento en el condado de Hsinchu, al noroeste de Taiwán, mientras que 84 soldados taiwaneses serán enviados a EEUU para recibir capacitación en tanques el próximo año”. Noticia propiciada un año después de que la presidenta Tsai Ing-wen confirmara el despliegue de soldados estadounidenses en Taiwán.

China en desarrollo

En palabras de Xi Jinping, la concepción de “desarrollo” parte de cambios profundos y radicales centrados en el pueblo. Los esfuerzos y dedicación del Gobierno chino están vinculados al acceso a los estudios, a la crianza infantil, a la sanidad y asistencia médica, al sustento en la vejez, la vivienda y en la mejora cualitativa de los servicios sociales en general. Cabe remarcar, por lo infrecuente que es en España y en el resto de Europa, la autocrítica que hemos podido escuchar de la boca del presidente chino en su discurso de apertura en el XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China; a saber:

La llamada “causa china” abriga, como es lógico, sus propias contradicciones. Lo llamativo no es la contradicción en sí mismas — propia de sistemas que están desarrollándose bajo una globalidad capitalista —, sino que se apunta. Xi Jinping alude que la principal contradicción podemos encontrarla en las entrañas del propio desarrollo: por un lado en la demanda del pueblo hacia un mundo mejor y por otro la pugna producida entre un desarrollo desequilibrado e insuficiente. Se agradece mucho la honestidad, pese a que seguramente ningún medio de comunicación influyente vaya a reparar en la comparación inevitable con el resto de líderes políticos europeos.

La segunda crítica que hace Xi Jinping es uno de los temas más controvertidos por el que pueden preguntarle a cualquier líder político: la corrupción del país. El presidente chino no solo no la disfraza, se enfrenta dialécticamente a ella:

“La lucha contra la corrupción se ha desarrollado como nunca antes y asumimos nuestra responsabilidad de afrontar cientos de elementos corruptos […] Tras esfuerzos incansables, el partido ha encontrado en la revolución interna una respuesta para desembarazarse de siglos históricos de desorden y caos garantizando que el partido nunca cambie su naturaleza, color ni sabor”. Ha sido sin duda uno de los fragmentos del discurso más aplaudidos por los asistentes.

No sabemos aún hacia dónde se dirigirá China, ni si consolidará su arrollador poderío —todo apunta a que sí —, tampoco sabemos de qué manera se impondrá el “socialismo con características chinas”, lo que sí sabemos es que es el enemigo principal del decrépito Estado fallido estadounidense y sus países satélite europeos para los que el presidente chino parece tener también una respuesta:

“Estamos ante la transformación en un poderoso país socialista moderno, próspero, democrático, armonioso y bello en un periodo crucial de la historia”.

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