Sindicatos ponen en jaque a Macron: «no somos secuestradores, nosotros no vendemos armas a nadie»

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El presidente de la República de Francia, Emmanuel Macron, que en febrero de este año asumiera la caracterización de embajador de buena voluntad de la Unión Europea ante Rusia por el conflicto ucraniano, se enfrenta actualmente a una grave crisis nacional causada por el desabastecimiento de combustible y las multitudinarias protestas contra la inflación y los recortes de derechos.

Partidos de la izquierda francesa se manifestaron ayer domingo en París en protesta por la carestía de la vida y el malestar social. Representantes de estos partidos progresistas, como Jean-Luc Mélenchon, líder de Francia Insumisa o personalidades de la cultura del país como la escritora Annie Ernaux, Nobel de Literatura 2022, encabezaron una marcha de miles de manifestantes señalando el encarecimiento de la vida.

La manifestación de ayer fue apoyada por los principales partidos de izquierda, aunque los comunistas y principales sindicatos franceses aguardan a la movilización nacional convocada para mañana martes día 18.

La movilización de mañana podría paralizar sectores fundamentales del país, como Transportes o Educación y Centrales Nucleares, que se sumarían al desafío que afronta el gobierno de Emmanuel Macron, y que se añadiría a la huelga de refinerías que ha dejado sin abastecimiento a gran parte de las gasolineras de Francia.

La huelga de refinerías ha llevado a que un 30% de las estaciones de gasolina se encuentren con dificultades de abastecimiento, lo que ha aumentado de manera considerable la crispación entre los ciudadanos franceses, que han visto cómo discusiones e incluso agresiones en las gasolineras se han vuelto frecuentes en los últimos días.

Nosotros no vendemos armas a nadie.

Empresas francesas o sucursales nacionales de TotalEnergies o Esso-ExxonMobil llevan unas semanas tratando de llegar a un acuerdo en las negociaciones salariales que demandan organizaciones sindicales como la CGT francesa, que pondría fin a una huelga que cortó el suministro de casi un tercio de las estaciones de servicio nacionales y que provocó que el gobierno echara mano de las reservas estratégicas de productos refinados.

Un 60% de la producción de las refinerías se detuvo, de modo que el suministro de diésel y gasolina en Francia peligra, así como en el resto de Europa. A ello se une el recorte de la producción de petróleo por parte de la OPEP y Rusia.

La crisis provocada llevó al Gobierno a plantearse la vuelta obligatoria al tajo de los trabajadores de estas refinerías. Anne-Laurence Petel, diputada del Gobierno por el partido de Emmanuel Macron, llegó a declarar que la CGT estaba «haciendo rehenes a los franceses«, en referencia a que «una minoría» ponía en jaque a todo el país realizando una huelga en un sector de trascendencia.

En una declaración memorable, Olivier Mateu, secretario general de la CGT, contestó a las acusaciones de la diputada del siguiente modo: «Los secuestradores son los del Bataclan. Nosotros no vendemos armas a nadie, no desencadenamos un conflicto armado en ningún lugar del mundo«.

Según el sindicato CGT no se trata de una «reivindicación de trabajadores ricos», dado que los coeficientes más bajos de trabajadores de las plantillas de estas empresas ni siquiera llegan al SMI del país. Mientras, los ejecutivos y altos responsables de esas mismas compañías reciben sueldos muy elevados, gratificados por los extraordinarios beneficios que obtuvieron en los últimos tiempos. Por ejemplo, el consejero delegado de TotalEnergies gana 5,8 millones de euros al año.

Estas informaciones falsas, según CGT, propagadas por el Gobierno tratan de desacreditar la huelga, haciendo creer que se trata de un movimiento de unos pocos privilegiados muy bien pagados. Sin embargo, el malestar de estos empleados simplemente es una gota en el mar de inquietudes que sufren los trabajadores franceses, que como en otros países de la UE ven recortar sus derechos y menguar su capacidad adquisitiva en el marco de una guerra a la que se ven impelidos por las exigencias de los mandamases de la Unión, quienes siguen instrucciones de la Alianza Atlántica.

La situación puede volverse peliaguda para el aplicado Gobierno francés, esmerado cumplidor de las instrucciones del Consejo Europeo, pues mañana se sumarán las movilizaciones indicadas y además otras del sector energético y de las centrales nucleares.

CGTE advierte que «refinerías, agroalimentación, viveros, transporte público, energía y nuclear, organizaciones sociales, banca-seguros, servicios informáticos, mantenimiento industrial, educación, sanidad, comercio, metalurgia… empleados de un gran número de sectores profesionales» van a movilizarse por meses en sus empresas para exigir aumentos salariales legítimos, mejores condiciones laborales y empleos de calidad. Los jóvenes franceses se sumarán a las movilizaciones por sus condiciones de vida y por una ambiciosa reforma de las becas.

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