Tulsa, Uvalde, Buffalo…

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«¿Te crees que eres más duro por llevar un arma? Pues quiero que sepas que he visto mearse encima a muchos tipos armados de pistola».
Lección de Sonny, el gángster atormentado de la película Una Historia del Bronx (Robert de Niro, 1993) a Calogero, el protagonista adolescente del film.

Día 2 de junio. Un horrible suceso se produce en un hospital. Cuatro personas mueren tiroteadas. La policía confirma que actuaron lo más rápidamente que pudieron y que el atacante murió. Se desconocen los motivos, aunque se sabe que el ataque, en palabras de las fuerzas de orden, «no fue aleatorio».

Puede ocurrir. En España tuvimos un acontecimiento similar en el hospital 12 de octubre hace trece años, cuando un capo colombiano de la droga internado en dicho centro fue ajusticiado por una banda rival. El problema es que el suceso del cuál hablamos ocurrió en Tulsa, Oklahoma. Y que cuando ocurrió no hacía ni diez días de una matanza en un colegio en Uvalde, Texas, en el que murieron 19 niños y dos adultos. Suceso que, a su vez, se producía apenas otros diez días después de la masacre perpetrada en un supermercado por un terrorista racista de extrema derecha en Buffalo, en el estado de Nueva York, con 10 muertos y 3 heridos. Vamos, que, en los Estados Unidos de América, país que muchos ciudadanos de diversos lugares del mundo tienen como modelo al que les gustaría parecerse, que un majara entre en cualquier lugar armado y abra fuego es, más que un suceso, el pan de cada día. Más aún, según datos que oí a Guillermo Fesser, periodista satírico conocido sobre todo como integrante del dúo cómico Gomaespuma, pero que ahora está volcado en el estudio de las particularidades de El País de La Libertad, entre el tiroteo de Tulsa y el de Texas se habían producido otros nueve, cuyos ecos no llegaron a este lado del Atlántico.

Este problema no es ya tercermundista, es bizarro, insólito, propio de la esencia norteamericana. Para que se hagan una idea de lo extremo del fenómeno, según la asociación de derechos civiles Public Citizen, en Afganistán entre 2009 y 2018 se produjeron tres tiroteos en escuelas. En Estados Unidos en el mismo periodo se produjeron 288. Paradójicamente, fueron los Estados Unidos los que intentaron llevar la «libertad» al país centroasiático.

Podría pensarse que el origen de este mal está en la permisividad de las leyes norteamericanas para conseguir armas. Sin duda esta ley tiene algo que ver, pero me inclino más por la tesis que defendía Michael Moore en su Bowling for Columbine (2002): en realidad el individualismo extremo y los intereses creados en torno al miedo son lo que ha producido que una parte enorme de los ciudadanos norteamericanos vivan en un permanente estado de alerta y de guerra. Para ilustrar su tesis, en su célebre documental, Moore llevaba a cabo un experimento un tanto extremo: entraba en el Canadá, país con más armas por habitante que sus vecinos del sur, en una casa particular, y lo único que recibía era una reprimenda por no haber llamado a la puerta. Según él, en ciertos estados de la Unión hubiera corrido serio riesgo de ser tiroteado.

Esto es solo una pata más de ese capitalismo despiadado e individualista que se ha hecho con la que algunos consideran la democracia ejemplar en el mundo. Tras décadas donde los grupos de poder ha preconizado, sin importarles para ello aliarse con asociaciones racistas, fascistas o ultrarreligiosas, que toda intervención en el mercado es un atentado a la libertad, la sociedad norteamericana tiene interiorizado que es normal que haya multimillonarios y pobres de solemnidad, cuya posición, además, responde a su esfuerzo y capacidad. En los USA no hay pobres, hay loosers, perdedores. Además, cada uno debe cuidarse de lo suyo. Evidentemente esto es una fábrica de tensiones sociales y de estrés en los que ven que, por más que se esfuercen e inviertan lo poco que tienen, no suben en la escala social. Como las armas son un bien de consumo más, muchos de ellos acaban estallando. Añadiendo el hecho de que, además, muchos de ellos se integran en organizaciones racistas o ultrarreligiosas protegidas, cuando no fomentadas, por los grupos de poder, el resultado es el que ven.

Sería interesante también pararnos a contemplar el hecho de que, si bien en el hospital de Oklahoma la policía actuó bastante bien, no siempre es así. Unos días antes, aquellos cuerpos policiales tan contundentes para pisar el cuello hasta la muerte a los afroamericanos, no solo tardaron en intervenir en Uvalde, sino que reprimieron muy duramente a los padres de los niños que estaban siendo masacrados y que les suplicaban que hicieran algo. En realidad, con unas fuerzas de orden así de arbitrarias e incompetentes, en un entorno tan hostil como se han dado en ser los Estados Unidos, debo admitir que, por desgracia, es lógico que alguien piense que quizá sea mejor ir armado. Pero a la hora de la verdad los tiroteos siguen ocurriendo. Incluso vemos que frecuentemente el asesino es abatido —eufemismo neolingüístico que usan los palmeros del sistema americano para no decir asesinado sumariamente— pero eso no devuelve la vida a sus víctimas. Por cierto, les invito a que vean el tweet que les dedicó Michael Moore y que incluyo al final de este artículo.

Lo malo de todo esto, es que el resto del mundo la derecha ha notado cuán útil les ha resultado fomentar este caldo de cultivo de libertad de mercado ciega, abusos económicos y desigualdad social. Consecuentemente ya están intentando implantarlo en diferentes grados en otros lugares. Recuerden el «comunismo o libertad» con el que Isabel Díaz Ayuso ganó de forma espectacular en la comunidad de Madrid.

Vox, facción escindida y fascista del Partido Popular, ya ha colgado numerosos videos y tweets y hecho declaraciones donde defienden el modelo de acceso a las armas que ha convertido El País de la Libertad en el infierno descrito. Al día siguiente de la matanza de Uvalde, Anarma, un lobby semejante, aunque, de momento, con mucha menos fuerza que la Asociación del Rifle norteamericana, mostró su apoyo a Macarena Olona.

Volviendo a Michael Moore, en el prólogo de uno de sus libros decía que uno de los motivos por los que en el resto del mundo debemos ver y tomar en cuenta su obra era «si no queremos ver nuestros países convertidos en miniyós de los Estados Unidos». Allí ya han surgido hasta negacionistas de los tiroteos, por supuesto fomentados y protegidos por quienes ustedes saben, que afirman que los asesinatos masivos en institutos son un montaje para desprestigiar la posesión de armamento. Anarma, como decíamos, de momento tiene poca fuerza. Ustedes deciden si quieren que siga siendo así o prefieren enterrar, eso sí, con mucha libertad, a sus hijos asesinados en la escuela.

Comentario en tweet de Michael Moore sobre la matanza de Uvalde, Texas, dos días después de la misma. Podemos traducirlo como «Los machotes tejanos con todas sus armas y equipamiento militar se negaron a arriesgar sus vidas para salvar a los niños. Durante más de una hora huyeron y se escondieron. Horas después de que el asesino estuviera muerto aparecieron con sus pistolas finjiéndose importantes, cuando en realidad solo fueron unos cobardes».

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