Se celebra del 6 al 10 de junio en Los Ángeles la IX Cumbre de las Américas, marcada por la polémica de las exclusiones de Cuba, Venezuela y Nicaragua por parte del organizador.
Estas exclusiones evidencian la intención de plegar el mecanismo de discusión continental a los intereses imperialistas estadounidenses.
Pero lo que en un primer momento se anunció con soberbia por parte de la administración Biden, se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para la misma.
Las protestas y amenazas de boicot de buena parte del resto de países por la medida y el imposible encaje de ésta dentro del reglamento de la Cumbre, ocasionaron un sonrojante silencio de EEUU durante semanas, que daba la sensación de no saber muy bien como salir del lío.
La confirmación del veto, a un par de días del inicio, junto con la precipitada invitación al gobierno de España a la misma, suponen una huída hacia adelante de EEUU con una Cumbre ya condenada al fracaso.
Junto con los excluídos, han confirmado que no participarán los jefes de estado de Honduras, Guatemala, Bolivia, El Salvador y México. Otros, como los presidentes de Chile o Argentina, aunque finalmente si irán, han mostrado públicamente su rechazo a las exclusiones.
Especialmente significativa la ausencia de López Obrador, por el peso de México, y por las enormes presiones diplomáticas que él mismo reconoció estar recibiendo para que acudiera.
La invitación improvisada a España supone una curiosa forma de intentar legitimar la cumbre invitando a la potencia colonial originaria.
Además de la intención de intentar desviar hacia España parte de la presión migratoria. Ya que la administración estadounidense espera que España acepte duplicar o triplicar el número de trabajadores temporales procedentes de Centroamérica.
La posición cubana
El gobierno cubano, por su parte, emitió una nota diplomática muy clara, denunciando que, a estas alturas, las imposiciones imperialistas no tienen cabida.
Postura bien resumida en los siguientes párrafos: «Entre la soberbia, el temor a que se escuchen verdades incómodas, el empeño en evitar que la reunión delibere sobre los temas más urgentes y complejos del hemisferio, y las propias contradicciones de su endeble y polarizado sistema político, el gobierno estadounidense optó nuevamente por la exclusión como recurso para tratar de lograr un evento sin aportes concretos, pero provechoso para la imagen del imperialismo.
Se conocen las intensas gestiones de alto nivel llevadas a cabo por los Estados Unidos con gobiernos de la región, para contener la intención de muchos de ausentarse del evento si no se invitara a todos. Estas incluyeron presiones inmorales, chantajes, amenazas y sucias maniobras de engaño. Son prácticas habituales del imperialismo que reflejan su desprecio tradicional hacia nuestros países. Merecen el más enérgico rechazo.«
Nada se espera ya de la cumbre. Un grupo de gobiernos subordinados asintiendo con la cabeza todo lo que diga EEUU y a otra cosa. Igual les sirve para caer en la cuenta que los foros de discusión no tienen sentido si no tienes con quien discutir.
