La servidumbre de ser libremente explotada

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La guerra en Ucrania está sirviendo como trampolín para que, desde los medios de comunicación más importantes de nuestro país, se realice una campaña propagandística épica de la explotación reproductiva.

Leemos titulares donde presentan a compradoras de bebés como “madres corajes” dispuestas a viajar a Ucrania a rescatar a la criatura que han comprado. Me las imagino sorteando bombas al más puro estilo Matrix, mientras arrancan, sin piedad, un recién nacido de los brazos de su madre.

Libertad sin ira…

Mi amiga Irati Santos, me repite sin parar, que para entender el mundo en el que vivimos, es necesario realizar el camino inverso. Y yo, que soy muy obediente, aunque muy profana, me puse a investigar (por mi cuenta y riesgo) entre palabras extrañas, los miles de porqués que bullen en mi cerebro.

Como ser feminista es una condición que inunda toda tu vida, la primera definición que quise encontrar es la que la filosofía da al concepto de libertad.

Dos razones me llevan a centrarme en este concepto, desde la filosofía hacia la teoría feminista. En primer lugar, la banalidad con la que se utiliza este concepto como excusa para cualquier cosa. En segundo lugar, por la curiosa manía que tenemos las mujeres de utilizar la libertad, que se nos supone, para ponernos al servicio de los demás.

¿Qué es la libertad?

¿Tomar una decisión entre las opciones que nos dan? ¿Es un medio como afirmaba Hegel? ¿Un fin, cómo aseguraba Kant? ¿Es la absoluta independencia de todo bien material como manifestaban los filósofos cínicos?

Podríamos iniciar todo un diálogo socrático intentando llegar a la verdad sobre lo que es la libertad, pero no tengo tanto tiempo.

Schopenhauer afirmaba que la libertad era la ausencia de todos los obstáculos físicos, intelectuales y morales. Para este filósofo alemán del siglo XVIII, luchar por la libertad es luchar contra todo aquello que te convierte en una simple cosa y te hace perder tu humanidad.
O eres libre o eres esclava, no hay un término medio. Para que se pueda considerar a una persona verdaderamente libre, esa libertad debe ser real en todos los aspectos de su vida, si no es así, esa persona es esclava. Conociendo la profunda misoginia de este pensador, me quito el sombrero ante su definición de la lucha por la libertad.

Sartre, filósofo francés del siglo XX, aseguraba, que la conciencia del otro nos hace tomar conciencia de nosotras mismas. Desde este punto de vista me asaltan varias dudas. ¿Qué conciencia van a tomar mujeres que defienden la prostitución como alternativa laboral (Rosa Montero o Clara Serra, por ejemplo) respecto a una mujer senegalesa que pasa el día semidesnuda en cualquier rotonda de cualquier pueblo español? ¿Van a poder tomar conciencia de sí mismas a través de la experiencia de la mujer senegalesa? Permítanme que lo dude.

Para este filósofo existencialista, la libertad es, además, una construcción colectiva. Es decir, si una sola mujer en el mundo es usada y abusada por su condición de mujer, ninguna otra puede considerarse libre, jamás. Y digo más, en ningún caso un movimiento que defiende la emancipación de las mujeres y su categorización como ser humana exactamente igual que un hombre, puede calificar la prostitución y la maternidad subrogada como decisiones libres y emancipatorias.

Y llegó la individualización.

Los seres humanos vivimos en una sociedad que nos individualiza cada vez más. Almudena Hernando, en su excelente ensayo La Fantasía de la Individualidad, explica cómo se ha realizado el proceso de individualización. Un proceso que te obliga a decidir y con ello a pensar, cuál es tu deseo.

En esta sociedad de la individualidad y el deseo, si decides defender actividades como la prostitución y la maternidad subrogada, estás tomando una decisión que va a afectar a la humanidad, y más concretamente a la condición humana.

Subsistimos en un sistema que reifica los cuerpos de las mujeres, abusa de su tiempo, desprecia su trabajo y le impone una identidad opresiva. Y no solo eso, crea una sólida jerarquía que necesita imperiosamente desposeer a las mujeres, feminizar la pobreza y controlarlas a través de una “semi” dependencia.

¿Qué significa esto?

El techo de cristal, el sector laboral feminizado, la casi imposibilidad de acceder, como grupo, a los puestos de poder, no es una casualidad. Es absolutamente deliberado para controlar el poder adquisitivo, el tiempo y la libertad de las mujeres.

Solo tenemos que volver la mirada a la Revolución Industrial. Las mujeres se incorporaron al mundo laboral con salarios bajísimos, horarios imposibles que no tenían en cuenta la doble jornada de las obreras.

Consecuencias: control de dinero, condiciones laborales inhumanas, control de tiempo y en definitiva ausencia total y absoluta de libertad. Apenas tenían tiempo para cuidar de su prole, como para poder iniciar una revolución integral. No olvidemos la violencia a la que muchas de estas obreras eran sometidas por parte de sus maridos, patronos y compañeros de trabajo.

¿Y tú me hablas de libertad?

Esta más que demostrado que tanto la explotación sexual como la reproductiva se construyen sobre la feminización de la pobreza. No obstante, se puede leer, cada día, personas que aseguran que las mujeres que se prostituyen y las que alquilan sus úteros como incubadoras, son mujeres libres y soberanas de sus cuerpos.

Cuando asumes una posición tan superficial como defender estas prácticas, deberías demostrar tus argumentos desde la realidad de todas las mujeres. ¿Pueden probar Serra o Montero los argumentos favorables a estas actividades desde la praxis? Es decir, ¿qué grado de libertad experimenta una mujer que ha decidido prostituirse en base a sus circunstancias?

Esta idea, es muy interesante. Guillermo Navarro nos explica, que, según el paradigma griego clásico, la libertad es un acto que nace en una misma. Si esa libertad nace de tus circunstancias, lo siento por ti, pero no eres libre. Eres esclava porque dejas de pertenecerte a ti misma y tus actos son consecuencias de esas circunstancias (que siempre son carencias). Tampoco tienes fines propios porque te los marcan causas ajenas. Esas causas pueden ser necesidades o el simple hecho de complacer a una persona. Tu decisión tomada en plena “libertad” es, pues, una falacia.

La libertad no existe, lo siento.

Una de estas defensoras de la prostitución, aseguraba que ella vendía ideas y otras vendían su cuerpo. Esto no es posible en un mundo capitalista y manipulador. Si vendes tus ideas, ya dejan de ser tus ideas para convertirse en las ideas de quien te paga por venderlas. ¡Ojo!, no de quien las compra, quien las compra es el futuro adoctrinado. Esta es la única forma que tenemos de entender la docilidad y la falta de rebeldía que definen a la sociedad actual. Una sociedad considerada “la más informada de la historia». Nos informan, nos venden ideas…
Y yo me pregunto: ¿somos conscientes de que quien maneja los hilos de toda la información que nos llega es el propio sistema?

Volviendo al inicio de este artículo, la propaganda que desde los medios se está haciendo de la ilegalidad, que supone ir a otro país a comprar un ser humano, carecería de sentido si no supiéramos quién está detrás.

¿Somos conscientes de que solo van a acceder al “poder” las personas que jamás pondrán en peligro este sistema?

Podemos es un triste ejemplo de lo que digo: una reforma laboral aplaudida por la patronal, una ausencia de acciones políticas necesarias para alcanzar la igualdad efectiva entre sexos… Una ministra de igualdad incapaz de dar verdaderas soluciones a toda la problemática de la desigualdad y la violencia machista… Colau, Oltra, Hamed, García son mujeres que están en una buena línea política. Todas sabemos por qué están ahí, por lo que defienden: prostitución libre, maternidad subrogada altruista, velo feminista- En resumen, patriarcado, patriarcado y más patriarcado.

¡Menudo cachondeo!

Si la libertad es algo propio de una misma, afecta a la condición humana y es un proyecto vital, ¿cómo es posible que haya persona que defiendan la esclavitud como un acto de libertad?

Analizar la prostitución y la maternidad subrogada desde la individualidad, es realizar un análisis superficial que nos llevará a una argumentación falaz. Defenderemos un embuste, un fraude promovido por el propio sistema de dominación.

Analizarlas en su conjunto con todas las implicaciones sociales, económicas, etc., que tiene sobre la experiencia pasada, presente y futura de las mujeres, dará la verdadera realidad de estas prácticas. La explotación y el abuso, solo limitados por la cantidad de dinero que estés dispuesto a pagar, son constantes imprescindibles para estas industrias lucrativas que deshumanizan a las mujeres convirtiéndolas en objetos utilizables y reutilizables.

No olvides jamás que el putero que ayer estuvo con tu amiga, que tan bien la trata y tanto dinero le hizo ganar en pocas horas, puede ser el mismo putero que, mañana, quiera probar emociones nuevas y acabe violando a una menor víctima de trata. ¡El mismo putero, amiga!, el mismo putero.

La libertad, en un mundo globalizado, patriarcal y neoliberal es una utopía. La libertad de las mujeres en ese mismo mundo, es un embuste, repito, deliberado e imprescindible para mantener el sistema de opresión sexual.

Si eres capaz de defender estas prácticas dime qué ves cuando te miras al espejo: una mujer que tiene ínfimas posibilidades de acabar decidiendo realizar estas prácticas, o una mujer que se levanta cada mañana preguntándose si el putero o proxeneta de turno le permitirán mantenerse con vida.

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