El yo individual y la diversidad inclusiva

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El YO individual Y La DIVERSIDAD Inclusiva

Decía Margaret Thatcher que la sociedad no existe como tal, que existen los individuos. Esta afirmación es el primer mandamiento que hay que creer para que el capitalismo derive hacia el neoliberalismo, el sistema de la libertad individual y los deseos individuales. Un sistema que afirma que todo lo bueno o lo malo que te pase en la vida, es fruto de tus decisiones o de lo brillante que seas. Que no puedas acceder a los recursos, que no disfrutes de las mismas oportunidades que otras personas, no tiene nada que ver con tu triunfo o tu fracaso en la vida.

El capitalismo neoliberal y globalizado necesita esa exaltación del individuo para acabar con la conciencia de clase oprimida, ya sea cultural, sexual o social. Si no hay lucha conjunta, si los individuos se miran de reojo, no habrá resistencia efectiva, solo pataletas puntuales.

No obstante, desde el feminismo llevamos siglos defendiendo la individualidad de las mujeres. Este individualismo que reivindica la propia existencia, no tiene nada que ver con el que se promueve desde este sistema emergente. Hemos aprendido a exigir únicamente lo que nos afecta, hemos asumido que los deseos ya no son deseos sino necesidades y hemos asimilado que todo tiene un precio.

La aparición del yo individual ha traído de la mano nuevos conceptos que, a priori, hay que interiorizar para transformar el mundo. Estos nuevos conceptos son la identidad, como derecho, y el reconocimiento de la diversidad y su inclusión como estrategias para acabar con la injusticia social. El reconocimiento de la individualidad subjetiva se convierte en un derecho primordial de cada ser humano, aunque ese reconocimiento, socave logros conseguidos por los grupos oprimidos en sus diferentes luchas sociales.

Este giro conceptual determina un cambio de paradigma. Si las disidencias, las personas (que creen) que viven al margen de los mandatos del sistema, las no normativas, las transgresoras, las raritas…, se reconocen como el muro de contención de las injusticias sociales y la forma más efectiva de transformar el sistema, la igualdad como metodología queda obsoleta. Ya no necesitamos ser iguales en derechos y oportunidades, ¿para qué?

Políticas que se centran en la diversidad

En España un claro ejemplo es la política valenciana Mónica Oltra, actual vicepresidenta del gobierno valenciano. Oltra se convirtió en un icono de la izquierda en su comunidad autónoma. Las famosas y reivindicativas camisetas que utilizaba para señalar los delitos del PP, dieron la vuelta al país. Ahora, una vez en el poder, se ha convertido en defensora de la explotación sexual y reproductiva de las mujeres, amparándose en la discriminación que sufren diversos colectivos. Para Oltra los deseos de algunos grupos “vulnerables”, son en realidad, derechos individuales. Los derechos humanos de las mujeres son opinables y negociables en base a una tramposa libertad.

Otro ejemplo, más reciente, lo tenemos en el gobierno formado por el nuevo presidente de los EEUU, Joe Biden. En su gobierno hay personas que representan diversos colectivos históricamente discriminados y/o oprimidos. Su vicepresidenta Kamala Harris, es una mujer de mediana edad y de origen étnico mixto (afrodescendiente y asiático). También nombró a la pediatra Rachel Levine como subsecretaria de Sanidad, una mujer transgénero que trabajará a las órdenes del abogado latino Xavier Becerra. Pete Buttigieg, primer político abiertamente homosexual, se incluye en el gobierno de EEUU como secretario de Transporte. Como pueden observar, un gobierno inclusivo y diverso. Pero no olvidemos que se trata de EEUU, el país más neoliberal del planeta. Un país que no va a mover un dedo para cambiar la evolución feroz del capitalismo. Un país que no puede ser ejemplo de nada que beneficie a las personas más vulnerables.

¿Va a cambiar Harris la realidad de las mujeres no blancas? ¿Va a proponer políticas anticolonialistas? Becerra y Levine ¿van a priorizar la elaboración de un sistema de salud público y gratuito? De Buttigieg, solo diré que se ha comprado dos criaturas…, derechos homosexuales, lo llaman… Permítanme que dude que se produzca algún cambio.

¿Y la igualdad?

El movimiento feminista ha demandado políticas públicas que ayuden a incluir a las mujeres en el espacio público, Las cuotas y las medidas compensatorias han sido estrategias impulsadas desde el feminismo para que las mujeres puedan acceder a puestos de poder con igual facilidad que los hombres, por lo menos en las instituciones públicas. No podemos negar que es un objetivo cumplido.

Pero… ¿Es de verdad un objetivo cumplido?

Es verdad que hay mujeres en el Congreso, en el Senado y en el mismo Gobierno. Muchas cumplen las disciplinas de su propio partido, que no nos vamos a engañar, no coinciden con las demandas del movimiento feminista. Otras anteponen su sillón a las creencias que las llevaron a ocuparlo. Otras quedan con la palabra en la boca, porque sus demandas, las que benefician a las mujeres, nunca (y cuando digo nunca es nunca) son prioritarias, muchas veces ni siquiera, son tenidas en cuenta.

El concepto de poder es interpretado por el feminismo desde tres posicionamientos:

Hablar de poder, donde se defiende el discurso como herramienta para inmiscuirse en el poder.

Afrontar el poder, se ha de elaborar una nueva ética política ya que la actual no ha conseguido la igualdad entre mujeres y hombres.

Tomar el poder, hay que coger el poder donde esté.

Desde mi punto de vista, lo ideal sería una mezcla de los tres.

Sin embargo, las mujeres que lo han acariciado con los dedos, se quejan de que los hombres son satelizadores, que las dejan entrar en sus círculos porque no han podido evitarlo. Ellos no consideran que el poder es el objetivo principal de la vida de ninguna mujer. En resumen, nunca formarán parte de sus exclusivos chiringuitos porque no las toman en serio.

Con esta texitura, la ocupación por parte de las mujeres, de los espacios importantes, es simple postureo. No hay práctica política que valga, ni inclusión ni diversidad, si los seres humanos no aceptamos que a pesar de ser diferentes no debemos ser considerados desiguales.

Evidentemente que debe haber homosexuales, gitanas, personas con discapacidad (las eternas olvidadas del ministerio de igualdad de Montero) haciendo políticas públicas. Por supuesto que hay que tramitar leyes que protejan a los colectivos más vulnerables, Por supuesto que hay que reconocer las diferentes individualidades y sobre todo respetarlas. Pero todo esto no sirve de nada si no se educa en igualdad y con perspectiva feminista, si no toman el poder personas con conciencia de clase oprimida y con ganas de reventar el sistema. Personas que no olvidan sus raíces y no dudan en bajar al barro. Personas que nunca van a olvidar de lo que son y a quien representan.

La inclusión de la diversidad no va a servir para romper los cimientos del sistema mientras sigamos permitiendo que las mujeres puedan ser un medio para conseguir deseos. Mientras no compartamos el asiento de un bus con una persona de etnia gitana sin pensar que nos va a robar la cartera. Mientras que no acabemos con todos los prejuicios que hacen que unas personas valgan más que otras.

Estos prejuicios, las tradiciones y las costumbres son la base nutricia del patriarcado neoliberal. Lo único que puede salvar esta sociedad prejuiciosa, tradicional y costumbrista es la igualdad. Y la igualdad solo la puede asegurar, hoy por hoy, el feminismo.

El sistema no lo va a permitir, por eso ya ha comenzado a desprestigiar a las feministas.

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