Carta de las mujeres usuarias del espacio para mujeres de Cruz Roja en A Coruña

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Reproducimos a continuación el escrito llegado a redacción de mujeres usuarias de Cruz Roja en A Coruña, quienes este 31 de marzo se verán sin el espacio de la mujer en el que participaban, quedando sin ayuda psicológica ni económica.

Este escrito tiene por objetivo denunciar públicamente la situación en la que nos encontramos actualmente las mujeres que asistimos a uno de los proyectos de la ONG Cruz Roja, Espacio para mujeres, debido a nuestra situación de mujeres en dificultad social. Un espacio que va a ser suspendido sin ofrecernos ningún tipo de alternativas, abandonando a, aproximadamente, 20 mujeres, que participábamos del mismo.

En este espacio, diseñado específicamente para mujeres, se llevaban a cabo talleres de diversa índole, en los cuales se trabajaban la expresión corporal, el emprendimiento, las emociones, la defensa personal o la alimentación saludable. Todos ellos con una extensión muy limitada en su duración, llegando a ser de un día incluso. Así como la guía del espacio por parte de una psicóloga.

Es de obligación mencionar que, tras una reunión por parte de una de nuestras representantes con la dirección de Cruz Roja A Coruña, y tras no llegar a acuerdos, se le comunicó que las citadas ayudas de carácter económico, como las tarjetas de alimentos, han sido suspendidas antes de la finalización oficial del espacio.

Igualmente, a través de este proyecto, también se ofrecía una ayuda económica, constituida por una tarjeta destinada a alimentación. Imprescindible para nosotras que, en nuestra amplia mayoría, nos encontramos bajo circunstancias extremas de vulnerabilidad económica.

A pesar de ser talleres muy poco enfocados a nuestra realidad psicológica, física, económica y social, las cuales siempre comparten un denominador común: situaciones de violencia que hemos sufrido a nivel personal y contra cuyas consecuencias seguimos luchando día a día, así como una violencia institucional ejercida por organismos públicos y privados que nos han abandonado.

A pesar de la anterior crítica, el valor del espacio para mujeres creado por Cruz Roja, residía en que las mujeres que participábamos fuimos capaces de hacer de él un lugar en el que tejer redes entre nosotras, de apoyo mutuo. Un espacio seguro para quien nos hemos encontrado, y que nos encontramos actualmente, bajo la violencia machista, administrativa e institucional.

Hace aproximadamente dos semanas, se nos comunicó, en una de las sesiones, que el espacio se va a cerrar, más concretamente el 31 de marzo, por falta de recursos. La alternativa presentada por Cruz Roja es que acudamos a otras ONG con la esperanza de que allí puedan ofrecernos recursos. A nivel individual, que recurramos a una/un asistente social para que realice un informe que podamos presentar en Cáritas en cuanto a ayudas alimentarias.

Aún más sorprendente es la decisión de Cruz Roja Galicia (Cruz Vermella) de decidir cerrar el espacio, si tenemos en cuenta que, según los presupuestos ofrecidos por la web estatal de la organización, la delegación en Galicia tanto en el 2020 como en el 2018 contó con un excedente presupuestario de 1.564.648€ y 1.736.906€ respectivamente. Incluso descontando los gastos de inversión para el ejercicio de 2020, 202.254€, sigue existiendo un superávit de más de un millón de euros en la organización.

Así pues, ante el abandono en el que nos encontramos como mujeres, dañadas física y psicológicamente, bajo una situación de vulnerabilidad económica y social, y ante la falta de alternativas, decidimos romper el silencio y alzar la voz para denunciar esta situación, que es nuestra sí, pero que también representa a muchas otras mujeres.

Debemos tener en cuenta que los mecanismos y herramientas ofrecidas por las administraciones e instituciones públicas son pobres y limitadas. También que nos encontramos bajo un contexto social en el que las ONG presentes en Galicia no disponen, ni invierten recursos, en ayuda específica para las mujeres, que, como nosotras, son víctimas de un sistema que las abandona. Situación que ponemos ahora en la palestra pública para exigir soluciones como parte de una justicia social de la que nosotras, parece ser, estamos exentas.

Reclamamos pues, el mantenimiento del taller de emociones, a través del cual creamos un espacio donde trabajamos los sentimientos y vínculos, guiado y con la presencia de una psicóloga cuyo puesto sea permanente, es decir, evitando que sea un puesto ocupado por profesionales de la psicología que rotan cada poco tiempo, impidiendo que podamos construir un vínculo de confianza y un espacio seguro para nosotras a nivel individual y colectivo. Por último, exigimos la permanencia de las ayudas económicas básicas, como las mencionadas tarjetas de alimentos. Cubriendo así la mínima ayuda a nuestra situación de vulnerabilidad psicológica, económica y social.

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