Trinidad e Isidoro

0

Alberto Muñoz Pérez y Carlos Magariño Rojas, militantes del Partido Comunista en Mairena del Alcor, rescatan la historia de Trinidad Copete e Isidoro Nuñez, pareja e históricos comunistas de la localidad sevillana, y él, primer alcalde en democracia de Mairena. Una historia de camaradería y también de amor y compromiso que los unió hasta que la muerte llamó a Isidoro este mismo año.

Esta es una historia de amor y compromiso. Es la semblanza de una pareja que vino a nacer en los duros años de la Guerra, hijos de las familias humildes del campo andaluz, en el sevillano municipio de Mairena del Alcor. Niños que sintieron la crueldad de la posguerra y la comprendieron en el dolor de sus padres. Dos jóvenes que se enamoraron en la militancia y que ante la clandestinidad decidieron hacer de su relación un apoyo mutuo de lealtad a los ideales comunistas.

Trinidad Copete Jiménez estaba predestinada a ser una mujer de sangre roja y corazón a la izquierda porque era “la niña Copete”, como la conocen sus paisanos maireneros, la hija de un sindicalista. José Copete sufrió encarcelamiento por su filiación sindical y fue forzado a excavar fosas en el cementerio para los fusilados, bajo los rifles de los guardias civiles. “Sigue cavando que esta fosa es para ti”, le amenazaban. Peor suerte corrió uno de sus tíos, que de cárcel en cárcel acabó enfermando y meses después de ser devuelto a la familia falleció.

Por si las represalias a su familia fueran poco motivo para hacerle sentir su condición de clase explotada, a los 10 años comienza a trabajar en una finca. Allí contacta con otras mujeres, las que forman su cuadrilla, que son huérfanas o cuentan algún familiar asesinado por los fascistas. Trinidad se hace mujer entre compañeras que hablan de huelgas feministas, de igualdad salarial, de derechos. De aquellos años recuerda que “esas mujeres me enseñaron a no tener miedo, a enfrentarnos al patrón, a no doblegarnos ante las injusticias, porque ellas no tenían nada que perder, ya se lo habían arrebatado todo”.

Isidoro Núñez González es entonces otro joven mairenero de su edad que trabaja en la misma finca. Durante las labores del campo, Isidoro se fija en aquella joven que comenzaba a destacar entre sus compañeras, sin sospechar que acabaría siendo su compañero de viaje y su camarada de lucha por el resto de sus vidas. Durante el noviazgo ella rehúye las inquietudes que él le manifiesta sobre asuntos políticos, por no querer involucrarle en temas que entonces podían acarrear la represalia franquista, como bien conocía en propia experiencia.

Pero Isidoro, ya marido de ella pocos años más tarde, encuentra trabajo en una empresa de autobuses de línea. En su nuevo entorno entra en contacto con militantes del PCE y vive un proceso similar al de su pareja, en el que se identifica con otros obreros como él y ve un reflejo de sus propias experiencias, contadas por compañeros que en la clandestinidad hablan de lucha y de libertad. Es en ese momento cuando decide afiliarse al PCE, aunque lo hace sin contarle nada a ella.

La vida a veces muestra anécdotas tan peculiares como ésta, una pareja de enamorados que conviven y comparten inquietudes políticas pero por no querer implicar al otro prefieren mantener su militancia al margen del entorno familiar. La represión era tan atosigante que conducía a este tipo de situaciones singulares.

Sin embargo, Isidoro es consciente de que antes o después deberá comunicar a su pareja que es miembro del Partido. Un día decide usar una artimaña para ayudarle a dar el paso y antes de irse a trabajar deja entre sus ropas un documento interno como si lo hubiese olvidado. Trini recordará siempre lo que sucedió ese día: “encontré el papel, lo leí y lo guardé. Cuando llegó de su jornada nos miramos cara a cara, pero no hablamos nada. Él se aseó y nos pusimos a comer. Tras la comida saqué el papel y se lo mostré. Le pregunté de dónde lo había sacado y a Isidoro se le cambió la cara. Le comenté que no se preocupara, que a mí esos documentos no me resultaban extraños, porque los había visto desde pequeña en casa de mis padres, y que compartía los ideales que en ellos se expresaban”.

A partir de ese día me afilié al PCE -recuerda Trini- y desde ese momento nuestro matrimonio fue cuestión de tres, de Isidoro, mía y del Partido”.

El matrimonio recién venido a la militancia conjunta se lanza a la actividad. Organizan al PCE en Mairena del Alcor, en reuniones que se producen en el campo, bajo un olivo y con una botella de licor para aparentar una reunión casual de amigos, otras veces en cortijos abandonados, incluso conventos en ruina. Ambos acogen en su casa asambleas, guardan los panfletos de propaganda, los números de Mundo Obrero. Pese al riesgo de ser descubiertos por los vecinos, su casa, cercana a la sede actual del Partido en el municipio, es el núcleo de las reuniones comunistas. En ella Trini es enlace de las mujeres de la comarca de los Alcores, algunas de ellas son detenidas por la policía secreta y ellos mismos observan que los grises les andan rondando, hasta que la muerte del dictador y la llegada de la legalización cambia el panorama.

Un par de años después de la legalización, el PCE se presenta con sus propias siglas a las primeras elecciones municipales y en las generales celebradas meses más tarde, y así se postula por Mairena una lista de militantes de los que 8 son elegidos concejales en abril de 1979, entre ellos Isidoro Núñez, que en unos meses pasó a ocupar la alcaldía. Ese primer consistorio se caracteriza por una ausencia de medios y recursos, dentro de una situación generalizada en toda Andalucía de paro y carencias de libertades como consecuencia de la dictadura. Pese a ello, Isidoro tiene el talento de aunar las voluntades del resto de partidos con representación en el Ayuntamiento y logra sacar adelante proyectos de una considerable trascendencia para el pueblo. Entre sus méritos se encuentran la creación de La Feria, el inicio del Parque Municipal, mejoras en las redes de abastecimiento, las primeras viviendas de V.P.O. o los proyectos que en el futuro desarrollarían el centro de salud y las escuelas deportivas.

Isidoro nos dejó el 15 de septiembre de 2021 tras una larga enfermedad. Gracias a la labor de sus paisanos, que le recuerdan como el mejor alcalde de la localidad, disfrutó en vida del reconocimiento del pueblo y uno de los parques de Mairena lleva su nombre. Pocos meses antes de marcharse podía vérsele aún, pese a sus dolencias, participando de las reuniones locales como un militante más.

Trinidad, con más de 80 años, continúa en primera fila desempeñando sus responsabilidades del área feminista y de finanzas del núcleo local del PCE en Mairena de Alcor. Ambos fueron siempre militantes de una gran humildad y sencillez, aunque fueron protagonistas de una historia que, como se ha querido expresar en este breve relato, es digna de ser evocada por todos aquellos que luchan por la emancipación de la clase obrera.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.