¿Recordáis el dicho «De Madrid al cielo»? Pues se ha convertido en «De Madrid al bar».
Con resaca electoral todavía y tratando de superar el estupor del resultado y del fin del estado de alarma, donde la «libertad» se nos ha ido de las manos, me pregunto cómo hemos llegado hasta aquí y cómo vamos a salir de esta. Y me faltan respuestas.
Lo primero que me vino a la mente es pensar que España fue ese país que llevó al Chiquilicuatre a Eurovisión por voto popular. A nosotros no hay quién nos gane a «sujétame el cubata», eso es indiscutible. Lo triste es que esta vez nos jugábamos el futuro y nos va a salir cara la broma.
Que Ayuso pilló a todo el mundo con el pie cambiado es evidente, que toda la campaña la ha dirigido ella también. Sólo se habló de lo que ella quiso y cuando ella quiso (cuando digo ella no me refiero a «ella» personalmente, sino a su equipo de campaña, no la creo tan capaz). Eso le dio la ventaja de no hablar de la pandemia, de los protocolos de las residencias, del desastre de Filomena, y, en definitiva de su nefasta gestión al frente de la CAM.
Me preocupa más pensar porqué la izquierda no ha sabido reaccionar. Esa izquierda que por una vez, y sin que sirva de precedente, no se ha dedicado a machacarse mutuamente.
En la izquierda tibia del Psoe, han presentado a un candidato mal valorado con una campaña chapucera e improvisada. Suena más a pacto entre caballeros del bipartidismo, tu te cargas a Ciudadanos, yo me cargo a Podemos y aquí paz y después gloria, a turnarse y trincar por turnos, como toda la vida.
Y parece que les va a funcionar.
Para ello cuentan con la inestimable colaboración de todos los medios de comunicación, que están haciendo su trabajo de manera impecable.
Pablo Iglesias se va, me pregunto cómo ha podido aguantar tanto acoso. Quedará en la historia de la política española, el que más amor y odio ha despertado, el que no dejó indiferente a nadie, él lo puso todo del revés y les va a costar mucho volver a colocarlo. Ojalá tengamos la suficiente inteligencia para no dejarles salirse con la suya.
Más Madrid se ha salvado de la quema, sobretodo, por el trato de favor de los medios, cuanto mejor les fuese a ellos, peor a los otros dos, vamos, el clásico divide y vencerás. Pero no olvidemos que para una parte de la izquierda son los que luchan con armas robadas, que otra cosa no, pero en dignidad, memoria y rencor a la izquierda española no la gana nadie. Mientras la derecha siempre perdona y olvida, esa suerte que tiene Toni Cantó.
Y llegados a este punto, en un Madrid de curritos que votan al PP y prefieren las cañas a los hospitales y la educación, sólo nos queda prepararnos para sufrirlos dos años más y pensar en tomar las riendas y empezar a explicarles, a nuestros hijos los primeros, qué es la conciencia de clase.
El gran logro del capitalismo, fue inventarse la «clase media». Y demasiada gente se lo ha tragado. Es increíble cómo alguien que gana mil doscientos euros se considera clase media ¡y sin despeinarse oiga! Y ese debe ser el gran caballo de batalla de la izquierda, hacer pedagogía para que la gente comprenda que si tienes que trabajar para poder comer, aunque comas chuletón, eres un obrero. No hay más.
Nos falta sentimiento de pertenencia de clase, esa que tenían nuestros padres y abuelos y que llevaban con orgullo. Antes era normal pertenecer a la clase obrera porque sabías que era la tuya, ahora avergüenza. Hasta que no dejemos de ocultarles a nuestros hijos que los privilegios de los que disfrutan salen de nuestro sudor tendremos un problema. Porque esos hijos, se convierten en adultos sin conocer el esfuerzo que cuesta todo, porque nos hemos empeñado tanto por protegerles, que les hemos enajenado. Y al final votan, y acaban optando por «las cañas y la libertad», y de esos polvos, estos lodos.
Y depende de la izquierda, no como partidos políticos, sino como conjunto de ciudadanos, empezar a construir un futuro mejor y más solidario, en el que quepamos todos, no sólo en las terracitas, también en las escuelas, hospitales y residencias.
El futuro comienza hoy, dejemos de lamentarnos y trabajemos para que sea el mejor posible para todos. Porque para sobrellevar el presente ya sabemos que lo mejor son unas cañas, y yo creo que con ese punto de partida tan bajo, algo mejor podremos ofrecer ¿no? Pues toca arremangarse hoy, que mañana es tarde.