Juan, Pedro, Carmen, María o tú

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Todos les conocemos, son nuestra familia, vecinos y amigos, con los que compartimos nuestros barrios, pueblos y ciudades. Son nuestro carnicero o librero, nuestro peluquero o taxista, quien nos atiende en esa pequeña tienda de regalos… Ellos son parte de nuestra sociedad, nos necesitan y les necesitamos.

Cuando vas a comprar a un comercio de proximidad pones en marcha un proceso sencillo pero imprescindible. Tu dinero pasa a manos de una persona que con él podrá pagar en otra tienda, o llevar a sus hijos a una academia, o tomarse una caña en el bar de siempre, y a su vez, estos podrán consumir en otros pequeños negocios, haciendo que el dinero se distribuya entre muchos bolsillos. Estos, si son afortunados, podrán contratar a otros trabajadores, que pasarán a engrosar la cadena, a poder consumir y mover la economía.

Parece sencillo ¿verdad? Hace no demasiado tiempo recuerdo que esto era así.

Tu madre te compraba el material del cole en la papelería que había enfrente, los zapatos en la zapatería del barrio, y los alimentos se compraban en los mercados. No se consumía tanto, pero cada uno de esos productos era de buena calidad y se producía en España.

Poco a poco llegó la globalización, un gran avance que, en muchos sentidos, ha sido el mayor de los retrocesos. ¿De verdad necesitamos tener diez camisetas sin estrenar en el armario? ¿Somos conscientes de que para que eso ocurra hay explotación infantil en muchos países? No pagamos el precio de un producto o servicio porque hay otros que lo ya pagan por nosotros, normalmente trabajadores explotados.

De la mano de la globalización llegó la concentración mercantil. Cada vez menos empresas y con más poder. Cuando decides comprar tu libro en Amazon en vez de en la librería de Carmen, tu dinero desaparece del mercado, se esfuma. Jeff Bezos lo deposita en una cuenta en un paraíso fiscal o lo invierte en otro negocio que le hará más billonario y Carmen no podrá consumir en otros pequeños negocios. Así nos vamos empobreciendo todos, sin ser conscientes. Dándole nuestro dinero a multinacionales gigantescas que no lo gastan aquí. Y cada vez hay más empleo precario, Carmen y muchos otros no nos podrán contratar y lo harán Amazon, Glovo o Uber, en unas condiciones que ríete tu de la esclavitud.

Soy de esa generación a la que sus padres, con todo el sacrificio del mundo, le dieron la oportunidad de estudiar para tener un futuro mejor que el suyo. Estudiamos más, y sin embargo somos más tontos que ellos, puesto que seremos incapaces de dejar un futuro mejor a nuestros hijos.

En un momento como el que vivimos, es urgente parar la rueda de la precariedad en la que nos han metido. Ser patriota hoy más que nunca, no es llevar la banderita de España, es dejar de enriquecer a cuatro millonarios y empezar un consumo responsable y de proximidad, el que estuvo ahí siempre. Y dejará de estarlo si no cambiamos.

Acabaremos siendo todos precarios, y consumiendo sus productos «low cost» al no poder optar a otros, y empujando con ello a más y más personas a esta rueda. Multinacionales con tanto poder que deciden nuestras leyes para adaptarlas a su conveniencia. O lo paramos entre todos o lo sufriremos directa o indirectamente. Entonces no serán Juan, Pedro, Carmen o María… Serás tú, seremos todas y todos.

1 COMENTARIO

  1. Cuanta razón hay en todo lo que dices , me encanto leerte y conocerte
    Gracias por informar , y no contaminar con la desinformación

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