Ganado

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El quitavergüenza de los señoritos andaluces y prototipo de sevillanito abre los municipios para el goce y disfrute de las gentes de dinero. “Que los negocios tienen que comer” dicen desde su poltrona. Hágase la libertad de movimiento entre localidades ¿qué mal puede eso traer?

Día 1, desde que se abren los municipios.

A las 9:30 de la mañana una larga cola en la puerta de los comercios, las caras delatan al ganado deseoso de consumir. La impaciencia, asomando las orejas por el escaparate observando cómo el dependiente enciende focos, televisores y ordenadores. La mirada del reloj constante, el ganado tiene un solo objetivo, consumir. La verja empieza a subir y el ganado se organiza, sabían el orden de llegada desde el principio. Sin hablarse, con la cara pegada a sus teléfonos móviles y como si de algo innato se tratase sabían el lugar de cada uno. La tienda se abre, entran en tromba hacia la caja. Los encara valiente el dependiente, curtido en cruentas batallas. Esto lo avió yo si despeinarme, dijo… Claro el empresario sabe bien a quién poner en vanguardia, le sale barato el pellejo de quien tan bien se defiende.

El dependiente o dependienta se acuerda de los suyos, es pan lo que se quiere llevar a casa, no el bicho. Y se guarda tras la mascarilla de papel y el metacrilato.

Varias horas ya aquí, ha llegado algún compañero o compañera, pero insuficientes, ya que la empresa dice que no hay dinero. Y como no hay dinero, y con el personal bajo mininos, no se da abasto a atender, cobrar, controlar el aforo, hacer que se cumplan las medidas de seguridad… pero hay que llevar el pan a casa, y cuidarse de no llevar el bicho.

La última trincheras es el mostrador, te atacan por los flancos, por donde no hay metacrilato. Los pisaverdes con el último modelo de teléfono ya no marcan el código de desbloqueo, ahora se bajan las mascarillas para el desbloqueo facial, antes de pagar con los mismos cacharros. Las mascarillas que llevan banderitas deben de tener un defecto, la mayoría dejan la nariz al aire. Las prisas por preguntar por encima del que está siendo atendido, los padres irresponsables que dejan que sus vástagos toquen todo el género como si el bicho no fuera con ellos…

La tarde cae y el ganado se recoge con lo consumido, ya se han chutado su dosis de consumismo, ya han calmado su mono, ya pueden volver a soñar que son menos bestias.

Ahora los dependientes miran desolados su alrededor, botellas de agua sobre las estanterías, sin ser una tienda de comestibles, bolsas de patatas tiradas por el suelo, sin ser una tienda donde se venda ese género, destrozo en general, lo de allí aquí y lo de aquí allí, lo otro dado de la vuelta y lo derecho al revés. Cinco minutos tenéis para recoger, limpiar, hacer la caja y salir zumbando. En tu casa te esperan, solo a ti, no esperan que vuelvas en compañía del bicho.

Esto no lo dice un juntaletras cualquiera, lo dice uno que estaba allí y que ahora os escribe. Alguno puede caer en la cuenta del “fuera estudiao” y en este nuestro sistema tanto “estudiaos” como “no estudiaos” servimos al capital por encima del bienestar y eso incluye la salud.

Organicémonos dice el aquí presente, como siempre en todos sus escritos.

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