Deriva sectaria del transactivismo: el control de la información y las ideas

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Es miércoles por la tarde, estoy ilusionada por presentar el próximo viernes en Sevilla mi libro “La Secta. El activismo trans y cómo nos manipulan”. Sin embargo, recibo una llamada de la editorial y me comunica que han visto en X (antes Twitter) un tuit donde la librería La Botica de Lectores ha cancelado la presentación de mi libro a dos días vista, pactada desde hacía un mes. Efectivamente, a las cuatro de la tarde habían puesto un tuit diciendo que la presentación se cancelaba.

En las últimas horas, ya había visto las protestas de algunos perfiles proqueer diciendo que la librería permitía la presentación de un discurso de “odio, terf, tránsfobo” y todo el rosario de acusaciones de la doctrina. La librería cede a las presiones y emite un comunicado pidiendo disculpas, entonando el mea culpa y dejando claro que ellos no son como yo, sino buenas personas. Nótese la ironía.

A las diez de la noche, hago un directo explicando precisamente que lo que le ha ocurrido a la librería es un ejemplo de cómo las sectas presionan para controlar la información y las ideas, hacer chantaje emocional y generar sentimientos de ansiedad, miedo y culpa a través de las acusaciones de “fobia”. Las sectas en general acusan de alguna fobia a aquel que discrepa.

Todo esto lo han vivido las personas encargadas de la librería, sin darse cuenta (o sí) de que estaban siendo manipuladas para cambiar su conducta. Esto es una forma de coerción, ya que se ejerce presión usando la violencia psicológica para imponer a una persona o grupo de personas una conducta o pensamiento. En este caso, impedir que se hable de las consecuencias de las políticas transgeneristas y cómo éstas afectan a la infancia y a los derechos de las mujeres.

El objetivo principal de esta presión a la librería es que no se conozcan los datos demoledores del daño que hace esta ideología y sus prácticas, que tumban el relato de que la “transición”, como camino hacia la afirmación de la identidad de género, les hará felices.

Hace falta prestar especial atención a estas dinámicas para darse cuenta de que te están manipulando y hacerles frente. Si no, puede que termines a merced de los deseos de terceras personas.

Una de las mentiras que utiliza el transgenerismo para este tipo de acciones es asociar la crítica a la doctrina de la identidad de género con el fascismo y el odio. Es un recurso útil y además eficaz, puesto que están utilizando el miedo, una emoción básica, para hacer llegar su mensaje; de esta manera, se interrumpe la capacidad de raciocinio de quien lo recibe con mucha probabilidad. Además, preparan el terreno para que cualquier cosa que digas se reciba con sesgo negativo y se crea una falsa dicotomía: o estás con nosotros o contra nosotros.

Es característico del fascismo utilizar la censura y la coacción, la amenaza con la pérdida del sustento, la reputación o incluso la vida. Sin embargo, dando una vuelta de tuerca más, vuelven a tergiversar y mentir para decir que las feministas a las que nos censuran somos las fascistas.

El transgenerismo es un movimiento que tiene como ideología una doctrina basada en ideas acientíficas. Mentiras, simple y llanamente: como la posibilidad del cambio de sexo; la existencia de una “identidad” subjetiva basada en estereotipos sexistas que se manifiesta en algún momento de la vida y la idea de que cuando aceptan tu identidad “de género” alcanzarás la felicidad. Esta triada de mentiras lleva a la gente joven, sobre todo la que cree que no encaja en las exigencias sexistas actuales, a pensar que, a lo mejor con una nueva identidad, sus problemas se acaban y serán felices. La agrupación de familias Amanda lleva años denunciando esta situación y viendo cómo captan a sus hijas e hijos en los centros educativos.

Los datos que tenemos muestran que en los últimos años se han multiplicado por cinco las operaciones relacionadas con la mal llamada reasignación de sexo. Que la mayoría de las chicas salen de la primera consulta de las clínicas de género con las hormonas recetadas. Que han aumentado en un 5700% el número de niñas atendidas por unidades de género. Feministes de Catalunya elaboró un magnífico informe que está a disposición de cualquiera que tenga interés con datos facilitados por el Departamento de Salud Catalán.

También tenemos estudios que avalan que la terapia afirmativa que conduce a la “transición”, la que el transgererismo promueve entre la gente joven, no es eficaz para aliviar la “disforia de género”, sino que genera problemas de salud, como menopausia precoz, problemas óseos, infertilidad… Además, los estudios ponen en duda la eficacia para reducir las conductas suicidas de las personas que se declaran transgénero.

Las mentiras y la coerción son dos elementos típicos de los grupos sectarios y totalitarios. Por este motivo, vivimos en el absurdo: quienes defendemos la integridad física y psíquica de los menores y los derechos de las mujeres somos “las malas” y quienes defienden la censura, la identidad basada en estereotipos sexistas y las intervenciones fármacoquirúrgicas irreversibles a menores son “los buenos” y respaldados por las leyes.

Quizá hayan conseguido cancelar esta presentación de mi libro, pero no van a conseguir controlar la información porque no vamos a rendirnos. Seguiremos trabajando para que se conozcan todas las mentiras del transgenerismo que ponen en peligro la salud de la infancia y los derechos de las mujeres.

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