No sexualicéis a las niñas

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«El abuso sexual ocurre a niñas, niños y adolescentes de todas las razas, estratos socioeconómicos, religiones o culturas. Una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños sufren abuso sexual en la infancia o adolescencia. El 86% de los agresores son hombres. En un 85% las víctimas tienen una relación afectiva con el agresor, ya que el abuso se da en la misma familia o el entorno cercano.» nos recuerda Teresa Domínguez, de la Asociación de Feministas Radicales de Andalucía en su reciente artículo sobre el día del Orgullo Pederasta.

El abuso sexual infantil ocurre a puerta cerrada, pero existe una enorme punta del iceberg que es mostrado al mundo a través de internet, es lo que se conoce como “pornografía infantil”, que no es otra cosa que abuso sexual infantil grabado y distribuido para hacer negocio. Para que os hagáis una idea, en Europa se han pasado de las 23.000 denuncias en 2010, a más de 725.000 denuncias en 2019. Estamos hablando solo de las denuncias, ¿cuántos casos no serán denunciados y estarán ocultos?

Un estudio reciente arrojó que el 72% de los pederastas penados almacenaban material audiovisual de menores de su vida diaria. Este hecho nos debe hacer reflexionar sobre la exposición de menores en redes sociales.

Llega el verano y con él, las fiestas de fin de curso y miles de familias organizan bailes para disfrutar junto a sus hijos e hijas del fin de una etapa. En la mayoría de nuestras mentes no podemos imaginar que las fotos y vídeos que cualquiera pueda tomar en esos acontecimientos, y otros similares, pueden terminar en manos de pedófilos y pederastas.

Es importante que las familias empecemos a tomar conciencia de cómo vamos a proteger a nuestros hijos e hijas. Evidentemente no vamos a coartar el desarrollo de su personalidad y con ello el disfrute de actividades como una fiesta de fin de curso, el baile y la diversión. Pero sí podemos poner nuestro granito de arena planificando bien cómo se exponen a la vida diaria.

Cada vez más niñas, en edades muy tempranas, son educadas para que asuman roles sexistas demasiado pronto. El marketing nos anima a comprar y consumir y las niñas están empezando a maquillarse cada vez antes, incluso recreando rituales de belleza superfluos para su edad, que, sin embargo, pueden incidir negativamente en su autoestima y su salud física. El mensaje de cualquier anuncio de un producto de “belleza” se basa en la premisa de que eres imperfecta y por eso necesitas su producto, para alcanzar un estándar de belleza realmente imposible. Trasladar esto a las niñas es una pesada carga que las familias deben evitar.

Además, cualquiera que observe en estas fiestas, verá que las niñas tienen bailes sexualizados, moviendo las caderas, el pecho y contoneándose desde los tres años. Los niños suelen tener movimientos rígidos o basados en la fuerza. Las niñas van con tutús y maillot y los niños con calzonas y camisetas holgadas en la mayoría de los casos.

Los grupos de WhatsApp de las familias se organizan en distintos grupos para la vestimenta según sean niños o niñas. Desde la tierna infancia se imponen estereotipos sexistas en los atuendos. Pero en ningún caso es saludable sexualizar a las criaturas, independientemente de su sexo. No se rompen esos estereotipos sexualizando también a los niños. Eso no es progreso.

No puedo evitar pensar que todas estas criaturas siendo filmadas con cientos de móviles y que terminen en alguna carpeta de un pedófilo para su satisfacción sexual o en el plan criminal de algún pederasta.

¿Qué les estamos inculcando a las niñas? Las feministas lo hemos estudiado y observado, las niñas van aprendiendo que su valor depende de su aspecto físico y su actitud sensual. Esto, va a ser utilizado por los pederastas, que van a manipularlas y decirles lo “bellas” y especiales que son mientras abusan de ellas. El abuso no siempre está acompañado de violencia detectable a la primera, y mucho menos para una niña o una chica. Suele acompañarse con halagos y chantajes emocionales, actitudes amables y regalos. Recomiendo la lectura de Lolita contra el lobo, de Laura Strego y Nuria Coronado, donde describen perfectamente esta cruda realidad en una novela autobiográfica.

La hipersexualización en las niñas se caracteriza por convertirlas en objetos sexuales a temprana edad, permitiéndoles usar elementos como el maquillaje, tacones, escotes, minifaldas, uñas pintadas… o reforzando actitudes como el contoneo, “perreo” o conducta sexual… Muchas familias refuerzan estas conductas mostrando satisfacción cuando las niñas asumen estos estereotipos. Como alternativa, inculquemos a las niñas valores como son la fortaleza, la valentía, la seguridad, el afán de superación, la resiliencia, el liderazgo, la abundancia, el disfrute, el amor propio, la confianza en su intelecto, la sororidad…

Me gustaría animar a las familias a reflexionar sobre este asunto y cómo esta sexualización de las niñas, que la sociedad normaliza y ve con gracia, realmente está al servicio de la cultura de la pedofilia y la pederastia, que convive entre nosotros pero que nadie quiere ver, como un elefante en una habitación, pero que se abre paso a través de distintos movimientos asociativos y políticos.

Aprovecho también para decir que, si alguna vez te topas en internet con material de abuso sexual infantil, conocido como “pornografía infantil”, no hagas escrache, no compartas con nadie, no denuncies a la red social, envía los enlaces a denuncias.pornografía.infantil@policia.es para que investiguen. Para más información, recomiendo seguir en sus redes sociales a la asociación Betrayed Infancy.

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