Ir a votar

Hay tópicos que no dejan de ser muy ciertos: los ciudadanos de rentas altas van a votar siempre. Por la misma razón por la que, muchos de ellos, son buenos estudiantes. Porque su contexto social y familiar les permite detectar lo importante. Los ciudadanos de rentas bajas, sin embargo, no suelen dar tanta importancia ni a la formación académica ni al voto. La precariedad genera otras prioridades más evidentes y dificulta el mantenimiento de una perspectiva más amplia que se despliegue en el largo plazo.

Desaparecida la militancia en las organizaciones clásicas de la izquierda, desaparecidos los ritos, las efemérides y las banderas cuya carga simbólica, en otro tiempo, aportaron una cohesión y una lógica a las reivindicaciones de las clases subalternas, a día de hoy quienes trabajan en precario, las rentas bajas, se mantienen alejados de las preocupaciones políticas. ¿Acaso no es necesario un esfuerzo de pedagogía social con el propósito de incorporar al ejercicio de la ciudadanía a esas capas sociales que, conformando la parte más interesada, sin embargo, se abstienen de votar y estudiar? ¿Aún habrá gente en la izquierda que, mirando el dedo en lugar de mirar la luna, continúe respondiendo que ese necesario esfuerzo de pedagogía social es solo paternalismo y arrogancia? Si la izquierda no hace esa pedagogía, ¿quién la hará? ¿Quién la está haciendo todos los días en la televisión?

¿Acaso no vemos que los mayores niveles de abstención electoral se producen precisamente en los barrios donde hay mayores niveles de absentismo y fracaso escolar? Desarticulada la clase trabajadora como sujeto político de transformación social, resulta clave una pedagogía social, democrática, que incluya a todos los ciudadanos en el ejercicio práctico de sus derechos. A la democracia le queda mucho camino por recorrer mientras tengamos a amplios estratos sociales en precario y ajenos al funcionamiento del propio sistema democrático. No basta con tener el sistema, ¡este tiene que funcionar para todos! ¿Qué ocurre? ¿Ya no es necesario luchar por la justicia social? Esto siempre será necesario, a la izquierda le pueden llover todas las hostias del mundo, pero seguirá existiendo siempre que haya desigualdades sociales que generen precariedad, que generen dolor e injusticia. Este sentido es su propia esencia.

Este sentido se encuentra en los barrios de trabajadores que sufren más dificultades. Mientras se olvida de ellos, la izquierda cae en la dinámica cortoplacista de pensar en las siguientes elecciones, en el objetivo más próximo. El corto plazo no deja de ser importante, pero no debe impedir una proyección en el largo plazo. La liberación sexual, animal y otras muchas no dejan de ser importantes, pero lo verdaderamente trascendente para la izquierda se encuentra en la reivindicación del reparto de la riqueza. Esto es lo que compromete y politiza a unos sectores de la población que, siendo votantes naturales de izquierdas, suelen abstenerse del ejercicio de sus derechos democráticos.

Podemos aludir a muchos factores para explicar lo ocurrido el pasado domingo 28 de mayo. Una derecha que se ceba de manera salvaje en la izquierda a través de los medios de comunicación siempre que está en la oposición, unas políticas gubernativas muy acertadas pero insuficientes a ojos de las clases medias en esta situación de dificultades económicas, una izquierda fragmentada y enfrentada… Pero yo no dejo de pensar que el resultado habría sido otro si la izquierda en el Gobierno atendiera a las reivindicaciones colectivas como las de Barrios Hartos, al menos con la misma energía que suele desplegar para sus disputas internas, dentro y fuera del Gobierno, y sus meteduras de pata como las de la ley del “solo sí es sí”.

1 COMENTARIO

  1. Sinceramente, dime compañero si el sistema electoralista es democracia o es otra cosa. Cómo podemos llamarle derecho democrático a introducir un voto en una urna dentro de un contexto o superestructura capitalista que es una auténtica basura.

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