«Saben que sus argumentos son débiles, rebatibles; pero esto les divierte, es su adversario quien tiene el deber de usar con rigor cada palabra puesto que cree en las palabras; ellos se arrogan el derecho de jugar con ellas.»
Continúa más adelante:
«Es impermeable a la razón y la experiencia, no porque sus convicciones sean fuertes; más bien sus convicciones son fuertes porque él ha optado por mantenerse impermeable a cualquier otro planteamiento… Así tememos irritarle. No se sabe a qué extremos lo podrán arrastrar sus pasiones.»
Es Jean-Paul Sartre, en el otoño de 1944, hablando de los antisemitas. Cuando aún no se había descubierto Auschwitz, el portavoz más reconocido del existencialismo parisino explicaba así cómo era conversar con un fascista. Pero bien valdrían estas conclusiones para explicar el debate político actual, si pensamos en la nueva extrema derecha nacional-populista, tan amiga del revisionismo histórico ajeno a todo rigor científico y de las llamadas fake news, si pensamos también en las teorías complotistas que circulan por internet.
Continúa Sartre con otras conclusiones, todas ellas extraídas de sus Réflexions sur la question juive (1944):
«Dirigiéndose contra los judíos toman conciencia de propiedad: representando al israelita como un ladrón, ellos adoptan el papel de potenciales víctimas del robo; como el judío les quiere arrebatar Francia, se entiende entonces que Francia les pertenece. »
Podríamos cambiar a los judíos por los inmigrantes musulmanes y ya tendríamos una buena explicación del antisemitismo en la Europa actual. Y terminar con algo así, citando nuevamente las Réflexions sartrianas de 1944:
«Así el antisemitismo es un maniqueísmo; explica la marcha del mundo por la lucha del Bien contra el Mal. Entre estos dos principios, no es concebible ninguna componenda: es necesario que uno de los dos triunfe y que el otro sea aniquilado.»
La división entre buenos y malos, la simplificación de la política mediante un limitado esquema que reduce todo a una elección de carácter binario, provocando la desaparición de la pluralidad y los matices, todo esto es lo que combatía Jean-Paul Sartre con sus célebres Réflexions sur la question juive. Con este panfleto político apuntalaba la derrota del fascismo frente a una democracia que, en Francia, en Europa, estaba a punto de nacer. En Francia sería la Cuarta República, en toda la Europa occidental los nuevos Estados del bienestar que harían realidad el programa de reformas democráticas de los resistentes enfrentados al fascismo. A España la democracia llegaría más tarde, la resistencia contra la dictadura no contaría con la ayuda internacional con la que contaron franceses y otros europeos. Es una pena que quien fue un destacado luchador por las libertades democráticas frente a aquella dictadura, acabe hoy haciéndole el juego a quienes promueven el odio contra los inmigrantes, se empeñan en agresivos planteamientos carentes de fundamento y justifican la dictadura franquista.
