El derrumbe… a ojos de un profesor de instituto

En la sala de profesores había algunas sonrisas, cierta ilusión y ganas de ir a votar. A CSIF. El momento corporativo es innegable y mi generación, la de los cuarenta y tantos, lo demuestra con desparpajo. A primeros de este pasado mes de diciembre hubo elecciones sindicales del profesorado de enseñanza pública en Andalucía y CC OO volvió a perder votos y representación.

Los años 80 y 90 fueron los de la construcción de la democracia en términos sindicales y sociales. En la enseñanza pública andaluza este proceso fue liderado por CC OO, en las grandes movilizaciones de fines de los 80 y principios de los 90. Movilizaciones que permitieron progresos determinantes en los derechos laborales y las tablas salariales del profesorado. Durante los años 90, como primera fuerza sindical del profesorado de la pública andaluza, CC OO consolidó los logros en el ámbito de las condiciones laborales del profesorado, gestionó el éxito de aquellas movilizaciones con las que la democracia llegó a la enseñanza pública en Andalucía y en todo el país. Pero tras estas ilusiones, vino el desencanto. Conforme la democracia maduraba y las políticas públicas iniciaban un franco retroceso, se fueron deshaciendo los lazos de solidaridad, se desvaneció la certeza de que la democracia se construye a diario y entre todos, de que juntos somos más fuertes, y todo esto ha sido sustituido por un individualismo que no ve más allá del interés particular, del interés corporativo. La falta de programa sindical para superar este desencanto provocó la desaparición de la militancia y una melancolía hegemónica en el discurso de una afiliación a CC OO cada vez más envejecida, al tiempo que quedamos cada vez más inermes ante la pérdida de derechos.

Los años 90 acostumbraron a CC OO a obtener muchos logros a través de la negociación. En la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, se respetaba mucho a los sindicalistas de CC OO, por lo que significaban esas siglas, por haber puesto patas arriba la enseñanza pública andaluza en las grandes movilizaciones del anterior cambio de década y por ser el primer sindicato en la mesa negociadora. Era fácil para el sindicato ser escuchado por la Consejería, esto fue debilitando de manera natural el siempre necesario binomio presión-negociación que es la base sobre la que se levantó el sindicato como movimiento sociopolítico. En la primera década del presente siglo, CC OO ya estaba acostumbrada a desplegar su acción sindical en la enseñanza pública sin presionar a través de la movilización. Sin la presión movilizadora, la acción sindical de CC OO quedaba amputada, perdía un sostén sin el cual no puede entenderse el sindicalismo de clase. Mientras el músculo movilizador quedaba cada vez más atrofiado y el sindicato se vaciaba de militantes, la dirección no parecía ser consciente de estas contradicciones. Eran los años en los que, en silencio, de manera soterrada, se gestaba el derrumbe. Acostumbrados a apoyarse tan solo en la negociación con la Consejería para desarrollar su actividad sindical, los cuadros de CC OO fueron alimentando un entendimiento cada vez mayor con la Junta de Andalucía, una sintonía que difuminaba las diferencias que siempre debe haber entre el Gobierno y los sindicatos, entre la patronal y los trabajadores. Cuando, durante la pasada década, el PSOE andaluz fue mostrando cada vez más sus debilidades hasta perder el Gobierno de la Junta, la rama de enseñanza pública de CC OO experimentó debilidades similares perdiendo cada vez más fuerza en las elecciones sindicales, las mesas negociadoras y las salas de profesores de los centros educativos. Lo mismo le ocurrirá a CSIF, sindicato de referencia del actual Gobierno de la Junta de Andalucía. Aún quedan años de gobierno de las derechas andaluzas para que acabe ocurriendo esto. Lo veremos.

Actualmente hay grandes secretarios generales jóvenes dirigiendo las CC OO en Andalucía. Dirigentes que no solo demuestran una entrega incondicional, sino también preparación intelectual, inteligencia y enorme sensibilidad social y personal. Pero a veces parece que están solo para gestionar el derrumbe que se ha ido gestando en las últimas décadas, en la rama de enseñanza y a nivel confederal. Desaparición de la militancia, pérdida del músculo movilizador, oleadas de políticas neoliberales… Una deriva histórica que marca unas condiciones objetivas contra las que no podemos rebelarnos, pero que sí podrían haberse encarado de otro modo.

Otro elemento de la realidad que debe constatarse es la gradual desaparición de los docentes de las secretarías generales de CC OO Enseñanza. En sí mismo, esto no supone problema alguno para un sindicato de clase, pero sí que es un síntoma que hace pensar. El sindicalismo de clase va perdiendo trabajadores cualificados, al tiempo que no es capaz de conectar con los trabajadores más precarios. Estos permanecen al margen del sindicalismo y aquellos pasan a los sindicatos corporativos.

La revisión de algunas de las políticas impulsadas por CC OO en las últimas décadas se hace necesaria, y esto debe formar parte del debate interno que seguro se está llevando a cabo en el seno de la organización. En relación a las políticas educativas, el sindicato ha participado desde los años 90 en la promoción de un currículo despojado de contenidos y centrado exclusivamente en lo que empezó siendo la evaluación de procedimientos y posteriormente de competencias. Un currículo diseñado para adaptar las materias a las dificultades de cada alumno, de un modo tan sistemático que, en efecto, ha quedado muy debilitada la necesaria valoración del esfuerzo por parte del alumnado. En Andalucía, en España, en Europa la izquierda ha exagerado tanto estos planteamientos a la hora de diseñar las políticas educativas, que hace tiempo que ponerlos en duda parece cosa de las derechas. Los sindicatos de clase han perdido a buena parte del profesorado de Secundaria debido a estas políticas y la carga burocrática que conllevan. Pero es que la defensa del conocimiento, el estudio y el esfuerzo está en la esencia de la izquierda clásica. Sin ello, la universalización de la enseñanza pierde su sentido. Y esto no significa que el profesorado deje de apoyar a cada alumno en la medida en que lo necesite para desarrollar los aprendizajes, ni que el sistema educativo deba permanecer en una torre de marfil sin contacto con la realidad social y económica. La universalización de la enseñanza secundaria encuentra su propia lógica en el aprendizaje de contenidos, de saberes que son la carga intelectual en la forja de la ciudadanía democrática. La izquierda debe romper el corsé impuesto por la corrección política y superar los tabúes que le impiden reflexionar sobre esto.

En fin, se trata solo de un diagnóstico desde una perspectiva siempre personal. Un diagnóstico que no pretende desplegar alternativas que resuelvan lo aquí planteado. No nací a orillas del Volga ni pretendo lanzar ningún ¿Qué hacer? Esto es sencillamente un inventario. Un inventario de problemas, de algunos de los retos que tiene el sindicalismo de clase. Porque llegará otro momento sindical en clave social y solidaria mientras siga habiendo desigualdades. El primer reto es hacernos las preguntas necesarias para cuando llegue ese momento, ya que el sindicalismo es pura praxis.

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