¿A qué hora hemos quedado para la huelga general?

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No sólo tengo clara la necesidad de los sindicatos para la clase trabajadora, sino que quizás tuve militancia sindical desde antes de comenzar a trabajar. Por tanto, creo y vivo la necesidad de organización de la clase trabajadora y me preocupa la excesiva atomización sindical que vivimos.

La unidad de la clase trabajadora es imprescindible para hacer frente a los retos que vienen, y hacer frente a las imposiciones de la CEOE al gobierno. Hemos de denunciar las “reformas”, es decir los recortes que la Unión Europea impone al gobierno de España al objeto de recibir los famosos fondos de recuperación económica. Hemos de denunciar los cambios tan pírricos que nos brindan esta clase política y los sindicatos mayoritarios.

La destrucción del empleo industrial sufre un goteo continuo; la precarización galopante en los servicios incluso en las administraciones, de la sanidad, de las empleadas de hogar, de las kelly’s, señala un panorama muy negro para la clase trabajadora. Y más negro me parece cuando huelo la indefensión aprendida de tantísimos trabajadores y trabajadoras.

La cúpula del PSOE en realidad juega el papel de verdadero garante de los intereses del IBEX y de la CEOE, pues tiene votos entre las clases populares y por tanto aporta a la estabilidad capitalista mucho más que el PP o los amortizados de Ciudadanos. Podemos hizo el amago y en eso se quedó. Podemos habla y busca titulares o indica debilidades, pero es parte del tinglado en realidad, además destruye o trata de silenciar el movimiento obrero, en general.

En el fondo la CEOE se entiende muy bien con el gobierno, no necesita ya ni la interlocución de la derecha. ¿Acaso alguien se ha creído de verdad que la reforma laboral iba a revolucionar el mundo laboral?

Al objeto de acabar con ese panorama, y se lo digo a las personas que se dirigen a mí por medio del sindicato o de los colectivos, organizaciones a las cuales pertenezco, es necesario estar organizados y no creer en las trampas individualistas que nos ponen por delante. De hecho, las movilizaciones de CCOO y UGT se enmarcan en una llamada de atención, precisamente porque cuando el gobierno últimamente habla de agentes sociales quiere decir la patronal.

Por otro lado, los sindicatos menos mayoritarios tienen cada vez menos recursos y más trabas para denunciar y actuar ante tanto escándalo y amenaza contra la clase trabajadora.

La constante pérdida de derechos sindicales, empobrecimiento generalizado, fusiones bancarias que tan solo perjudican a la clase obrera y el enriquecimiento de todo tipo de especuladores a costa de nuestro sufrimiento, son alentadas no sólo por la patronal, sino también por aquellas organizaciones que negocian con la misma. Y quien es cómplice es igual de culpable.

La clase obrera tiene que reaccionar y, de hecho, no de forma tímida y controlada, como ocurre en las manifestaciones convocadas por los sindicatos mayoritarios, como si estuvieran pidiendo permiso, es decir con lo más antisindical que hay, que es mover tan sólo a las burocracias sindicales y los comités de empresa del sector público o casi público. Una pancarta y una foto y a correr. Eso no vale.

El problema es que la clase trabajadora desconfía profundamente de las burocracias y profesionales del sindicalismo a los que considera parte de su problema que no de la solución y por tanto los y las sindicalistas “mayoritarios” deben analizar de verdad que está ocurriendo y porqué la juventud obrera les ha vuelto la espalda. Hacen bien en decir algo, con la boca chica, pero las concentraciones están siendo tan pequeñas que el mensaje que hemos lanzado es que queremos jugar a hacernos cosquillas.

Necesitamos sindicatos, pero necesitamos sindicatos que están presentes más allá de la administración pública o en contadas empresas con tradición sindical. El sindicalismo debe responder a las condiciones de explotación tan salvaje que se viven y sufren en los sectores privados y nuevos sectores “uberizados” e hiperexplotados. El sindicalismo debe responder y actuar de forma diferente ante la precarización y plantar cara de una vez a la CEOE porque los patronos despiden a las y los trabajadores que se sindican, despiden a quienes se atreven a no querés echar horas extraordinarias porque quieren estar con sus familias, despiden a quienes se niegan a firmar un ERE. Los patronos están explotando salvaje y miserablemente a millones de trabajadoras y trabajadores.

El turismo es una ruina y los empresarios hosteleros le sacan provecho. Ya nos lo ha enseñado la COVID-19. Y sino, decídselo a esos políticos frikis. Y mientras los centros históricos se pueblan de casas de forasteros, la gente del sitio se muere de hambre. El gobierno central y los gobiernos autonómicos no tienen otra idea más que promover turismo y traer vuelos cuando los vuelos masivos son una de las causas más directas del calentamiento global.

Necesitamos otro modelo económico porque el actual se basa en bajos salarios, precariedad, nulas condiciones laborales y explotación cruel y decimonónica. Esa es la realidad. La realidad será, por tanto, la quiebra de miles de negocios familiares, el fin del pequeño comercio cuyo enemigo no son los cierres por la pandemia sino las multinacionales y el modelo Amazon y Uber que se imponen en contra de los intereses y necesidades de las clases obreras y de una juventud sin futuro.

La defensa de las pensiones públicas y su no privatización es imprescindible, y más lo será en la sociedad empobrecida y sin derechos hacía la que avanzamos de forma imparable, señor Pedro Sánchez.

De la misma forma que necesitamos una sanidad pública mucho mejor que la obsoleta y disminuida que sufrimos.

Pobreza, muerte, desempleo y precariedad, es el panorama y ante todo lo afirmado, la obligación de un socialista que desea estar y debe estar con la clase trabajadora es denunciarlo y corregirlo o contribuir a hacerlo. Esa es la sociedad que nos espera si no se remedia.

Al objeto de acabar con ese panorama y se lo digo a los y las de mi clase, es necesario estar organizados y no creer en las trampas individualistas que nos ponen.

En los EEUU (¡qué pesada con EEUU!) que sufren en sus carnes la ausencia de protección social desde siempre, emerge el socialismo, el socialismo de lucha y no la cosa esa que aquí nos cuentan en las televisiones o personajes como Felipe o Guerra que es el socialismo. Las obreras y obreros jóvenes de los EEUU están viendo la necesidad de las ideas de cambio de sistema, defensa de la tierra, la necesidad imperiosa de seguros médicos públicos… Y de sindicatos de lucha, de sindicatos que luchen.

Necesitamos transformar la rabia en respuesta.

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