Mear de pie

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Las declaraciones las carga el diablo y más cuando el diablo trabaja en alguno de los programas autoidentificados como informativos, que creen que hacen información de actualidad y el resto del mundo lo que ve es algo parecido a un centro de RSU (residuos sólidos urbanos). Y eso es lo que le pasó al magistrado Joaquim Bosch en Todo es mentira el pasado 23 a propósito del fraude de ley en la Ley Trans y cómo detectarlo, que se metió en un jardín muy florido que por momentos amenazaba con engullirlo a la vista de los comentarios en la RRSS.

Estas declaraciones venían tras la polémica por la actuación de un aspirante a policía municipal en Torrelodones, que a la hora de hacer las pruebas físicas presentó un documento notarial en el que se declaraba mujer.

Según la primera declaración de Bosch uno de los criterios para detectar de forma clara el fraude de ley que alguien podría estar cometiendo, para sacar provecho torticero de la Ley Trans, era que en el futuro «se comporta(ra) con el mismo sexo de siempre…». Para qué más. Se lio buena.

Algunos de esos comentarios, en los que no faltaban las descalificaciones personales, innecesarias, como las más benévolas con la desafortunada idea que comentó Bosch, llevó a éste a hacer un hilo para explicarse mejor.

Y si en la intervención en el programa televisivo se había metido en un jardín, con su explicación -muy bien presentada y argumentada, en la mayor parte de ella-, se metió en el Botánico con sus flores, árboles, arbustos y helechos. No logró lo que buscaba.

Bosch volvía a explicar que si este sujeto, u otro, tras presentarse como de un sexo -género, ahora- distinto al que figura en su documentación y cumpliendo todos los pasos que marca la ley para el cambio registral «se comporta con el mismo sexo de siempre…» habría fraude de ley.

Y ahí volvieron a darle por todos los lados, porque ¿qué es comportarse con el mismo sexo de siempre? Si es un hombre ¿interrumpir a una mujer cuando habla, decir la última palabra…? Si es así, Elisa Beni o María Claver serían hombres de pelo en pecho, y no lo parece.

Pero dejando aparte este comentario que tenía mucho de sexista, en el hilo dejó otras dos ideas llamativas: una sobre el fundamento de la ley y otra de cómo se descubría el fraude de ley, que han servido para mostrar las costuras de la ley y de sus defensores.

La primera, que hacía referencia al fundamento de la ley llevaba a un punto muerto en el resto del hilo, porque si ese fundamento, y en el que se basa todo el desarrollo legislativo de la ley, y de las autonómicas, es la “libre autodeterminación del género”, ¿quién puede dudar de ella?

¿Quién puede determinar que una “vivencia interna” no es tal, sino un delirio o un fraude de ley? Nadie.

Porque quienes podrían dudar de esa “vivencia interna” tienen vetada cualquier intervención que ponga en duda esa afirmación de “soy mujer porque me siento mujer”. Y esa advertencia -amenaza- se apoya con cierre de centro y multas a quien no acepte sin más el autodiagnóstico. Ya que el/la profesional que dudase del autodiagnóstico e intentase aclarar qué hay de cierto estaría incurriendo en una infracción administrativa muy grave (art. 79.4,d), que se castigaría con cierre por tres años de la consulta o centro y multa de 200 a 150.000 € (art. 80).

Bosch no es consciente, y si lo es se lo calla, que el “fundamento de la ley” es un fraude de ley en sí mismo, que la Ley Trans blinda al hacerlo indemostrable por los procedimientos que en cualquier otro caso serían admisibles: informes de forenses, de peritos, etc.

Porque ¿quién mejor que un trans puede saber que es trans? Nadie. Para cobrar un subsidio de invalidez, una baja laboral necesitas un informe médico; la jubilación acreditar una edad y cotizaciones…; para ser mujer basta tu palabra, y lo blinda la ley.

Y Bosch manteniendo contra viento y marea su posición llega a la increíble conclusión de que el fraude de ley se demostraría cuando el interesado, o quien sea, “aporta un vídeo en el que aquel afirma que ha rectificado el sexo registral solo para obtener beneficios”. Acabáramos.

Que el fraude de ley se dé cuando el asesino confiese que “alguien ha matado a alguien”, no cuando Poirot descubra al criminal, ni cuando el forense presente un informe o el calígrafo diga que el cheque está firmado por quien no es el titular de la cuenta no nos lo esperábamos.

Bosch se acaba de cargar de Conan Doyle a Agatha Christie 100 años de novela negra. Para que luego se metan con las editoriales que quieren reescribir Diez negritos.

Claro, que a lo mejor la prueba definitiva del fraude de ley está ante nuestros ojos y no la queremos ver; si el sujeto sigue meando de pie y además deja gotitas en la tapa es hombre. Fijo.

Así, que si no quieres que te cojan, no hagas como la ex de Di Caprio, aunque digas que usas un gogirl, y mea sentado -cochino-; prueba definitiva de que has cambiado de “género”.

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