Por Enrique Madrazo Gutiérrez
Por la mejilla
desde tu ojo izquierdo
dos hilos de sal cuelgan
son los cordones de tu zapato roto
aún sin moverte
tropiezas cada día
los colores son estorbo
zancadillas las palabras
que te empujan al desprecio
te has ido acostumbrando
a huir cayendo
con la nuca boca arriba
con la suela por los suelos
hasta que un día lo escuchas
el aullido de un impulso
y son un acto las manos
reflejo del instinto que
eleva tu barbilla
recoges entonces los cordones con los dedos
les haces una lazada y
tus ojos son un regalo
dentro hay unos zapatos nuevos.