Entrevista a Marga Sánchez Romero, autora de “Prehistorias de Mujeres”

0

Para que las niñas del presente y las mujeres del futuro puedan tener referentes del pasado hacen falta mujeres como Marga Sánchez Romero (Madrid, 1971). Marga es catedrática de Prehistoria, divulgadora y vicerrectora de Igualdad, Inclusión y Sostenibilidad en la Universidad de Granada. Su principal interés como investigadora es reivindicar la importancia del papel de las mujeres y la infancia en las sociedades prehistóricas. Con otras compañeras, creó el proyecto Pastwomen, que tiene como objetivo dotar de visibilidad a las líneas de investigación en arqueología e historia vinculadas al estudio de la cultura material de las mujeres. Actualmente es colaboradora habitual en “El condensador de fluzo”, emitido en La 2 de RTVE. Es premio Carmen de Burgos a la divulgación feminista de la Universidad de Málaga y premio Granada, Ciudad de la Ciencia y la Innovación, en la categoría Mujeres en la ciencia.

Marga Sánchez Romero acaba de publicar, “Prehistorias de Mujeres”. En el relato que se ha construido de las sociedades prehistóricas, las mujeres han ocupado un lugar secundario que la ciencia no se ha preocupado por entender y explicar en profundidad hasta ahora, cuando el feminismo reivindica el papel fundamental de las mujeres en la historia. Este apasionante ensayo nos descubre también cómo el inicio de la arqueología en el siglo xix como disciplina científica marcó la visión que se tenía de las mujeres y cómo esta sirvió para justificar las desigualdades. Un libro que trata de romper mitos, nos hace reflexionar sobre el origen de la desigualdad y destapa la contribución esencial de nuestras antepasadas más lejanas.

Gracias por aceptar la entrevista de El Común, ¿Qué te llevó a escribir un libro como Prehistorias de Mujeres?

Yo creo que la ciencia tiene que tener como objetivo final transformar la sociedad. El catedrático de filosofía de la Universidad Jaume I, Vicent Martínez, decía que la misión de la ciencia debe ser acabar por medios pacíficos con el sufrimiento humano. Y a mí esa me parece la definición más bonita y alentadora de lo que intento hacer. Las mujeres han estado definidas en sus capacidades, en su relevancia social, en su acervo intelectual por discursos que en muy pocas ocasiones han tenido una base científica real. Pero que han construido desigualdades muy útiles para una parte de la población que ha intentado mantenerlas casi a cualquier precio.  Estereotipos e ideas preconcebidas que se establecen como verdaderas y que en realidad pueden desmontarse (como intento demostrar en este libro) desde el conocimiento científico. Un conocimiento científico que si no se transmite a la sociedad, a las personas directamente involucradas, no termina de cumplir su función. No vale con publicar el conocimiento que vamos generando en revistas científicas hay que contarlo a la gente con el mismo rigor pero con discursos accesibles. Y eso es lo que intento hacer, que cualquier persona que lea el libro, independientemente de que sepa más o menos de prehistoria, entienda lo erróneo de mucho de lo que nos han contado hasta ahora.

En el libro relatas cómo se percibe en el registro arqueológico la experiencia vital de las mujeres, háblanos un poco del método utilizado.

El método que utilizo es el arqueológico, no necesito hacer nada distinto metodológicamente hablando, el registro arqueológico nos proporciona restos de hombres, mujeres y criaturas por igual, así que no es necesario hacer nada distinto, bueno sí, necesitamos hacer preguntas distintas. Ahí está la clave, en hacer preguntas que no se habían hecho antes, en preguntar y no asumir si esas armas están asociadas a un cuerpo femenino o masculino, si una determinada producción ha sido realizada por mujeres o por hombres, si las mujeres han cazado o han pintado, si los hombres han ejercido el cuidado. Para ello ahora tenemos un buen número de técnicas bioarqueológicas mucho más accesibles que podemos utilizar, como el ADN o el análisis de isótopos, que nos permiten hablar ya no solo de sexo o edad, sino también de enfermedades contagiosas, dietas, migraciones y de su reflejo en los cuerpos, pero si no hacemos las preguntas que necesitamos hacer, no significan mucho.

Empiezas con tres capítulos donde desgranas lo que se espera, lo que se dijo y lo que se pensó de las mujeres en la prehistoria. ¿Es el patriarcado el autoritarismo social más exitoso y pernicioso de la historia?

Sin duda ninguna. El patriarcado ha sido tremendamente exitoso en su práctica. Primero porque ha logrado convencer a la mayoría de las mujeres de que era el mejor de los sistemas posibles, si no, no tendría más de 2000 años de trayectoria. Y ojo, esto no es culpabilizar, es visibilizar una realidad que sigue existiendo. Y cuando las mujeres han sido conscientes de lo radicalmente injusto que es y han actuado en consecuencia, ha intentado siempre minar, menospreciar y demonizar el movimiento feminista, para que las mujeres no quieran serlo, para que no haya una genealogía de mujeres. Una y otra vez. Pero no han salido indemnes porque cada embate nos ha hecho más fuertes, así que aunque el peligro siga existiendo, nosotras estamos cada vez más preparadas para resistirlo. Por eso, los primeros capítulos intentan poner de manifiesto cómo se ha construido esa imagen de las mujeres que se ha utilizado para homogeneizarnos, para situarnos en un lugar determinado y se hace señalando que esto ha sido así desde la prehistoria, así que es condición humana y por tanto difícil de cambiar. 

Comienzas con una cita de Simone de Beauvoir, ¿crees que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados?

Sí, ya lo estamos viendo, en cuanto entra la ultraderecha a gobernar en las instituciones las primeras políticas que caen son las de la igualdad y las de la memoria histórica. Tienen fijación con los derechos de las mujeres porque precisamente es en el patriarcado en el que se basan todos los demás autoritarismos sociales y económicos. Y esto sucede en lo estructural, y por tanto en lo cotidiano, ya hemos visto la sobrecarga de trabajo que ha supuesto la pandemia para las mujeres precisamente porque han sido las garantes del cuidado. Cómo las crisis económicas afectan de manera especial a las mujeres en el acceso y la calidad del trabajo o cómo los fundamentalismos religiosos anulan sus derechos. Sé que se ha repetido mucho, pero no por ello es menos verdad, pon “mujeres Afganistán años 70” en cualquier buscador de internet.  Brutal. 

¿Qué es el Feminismo aplicado a la arqueología?

El feminismo ha supuesto una de las grandes transformaciones de la Arqueología, dudo que en los últimos años haya un movimiento que desde la teoría y desde la práctica haya removido más la disciplina que éste. La arqueología feminista lo que intenta es situar a las mujeres en el discurso histórico desde la ciencia, una historia en la que no estamos, no porque no estuviéramos allí, como es obvio, sino porque se ha decidido que lo que han hecho las mujeres en las sociedades no tenía valor, ni social, ni económico, que no explica quiénes somos. Por el contrario, sublima una serie de actividades y producciones, las vincula exclusivamente a lo masculino y las pone en el centro de la historia. Lo que hace el feminismo es señalar precisamente esto, que no se ha generado conocimiento sobre las mujeres, que el que tenemos está sesgado y lleno de estereotipos y que, por tanto, son esos estereotipos los que se reproducen en los libros de historia o en los museos. Es una acción de denuncia pero también proactiva con la generación de nuevos recursos y la reivindicación de espacios más igualitarios e inclusivos en la práctica arqueológica.

Hablas en diversos capítulos del libro de Cuidar, Alimentar, Sanar, actividades que el patriarcado ha circunscrito como patrimonio exclusivo de las mujeres, ¿crees que con ello potencias el estereotipo o todo lo contrario?

No, o al menos, no es eso lo que quiero transmitir, no es decir: como son tan importantes, y vosotras las hacéis estupendamente, seguid haciéndolas que ya nos va bien así. No se trata de encumbrar la “mística del cuidado”. Cuando yo hablo del valor de esas actividades lo hago (lo hacemos) por tres razones fundamentales. La primera que se entienda el valor estructural de estas actividades que son las únicas que son imprescindibles en cualquier sociedad, en la actualidad en distintas partes del mundo existen formas económicas y sociales muy distintas pero todas esas comunidades necesitan cuidar, sanar, alimentar, educar…  Bien, pues a ninguna de esas actividades realizadas en el ámbito de lo doméstico se les ha dado relevancia histórica. En segundo lugar quiero eliminar el sesgo esencialista por el que las mujeres somos las únicas que podemos/debemos realizarlas, no es cierto. Es una construcción cultural y política que puede ser cambiada, de hecho, vemos cada vez más hombres implicados en el cuidado. Y tercero, no podemos negar que quienes históricamente, y sigue siendo así en la actualidad, las han hecho en su mayor parte han sido las mujeres, por tanto habrá que reconocerles a ellas el conocimiento, la tecnología, la innovación y la relevancia social derivadas de su práctica. Cuando ponemos estas actividades en el centro de la explicación histórica, las ponemos a ellas, y cuando las reconocemos (a ellas y a las actividades) podemos exigir que la realización de esos trabajos fundamentales para la sociedad no coarte las aspiraciones de las mujeres en otros ámbitos de la vida, como el profesional o el propio autocuidado. Podemos exigir que haya políticas de conciliación y sobre todo de corresponsabilidad que permitan que esas actividades se sigan haciendo pero que no supongan ni la pérdida del talento de las mujeres en otros lugares, ni la frustración de muchas de ellas. 

¿Cómo ves el panorama actual en cuanto a los derechos de las mujeres? ¿Crees que la ideología Queer atenta contra la historia misma de las mujeres? ¿Qué opinas de la Ley Trans?

Este es un asunto extremadamente complejo y que merece mucho más sosiego del que está recibiendo. Realmente pienso que si una ley tan relevante en muchos sentidos como ésta no pone de acuerdo a fuerzas políticas que se definen como feministas es que no está suficientemente madura. La lucha feminista por la igualdad no ha acabado, ni mucho menos y creo que se están intentando sacar del debate conceptos y nociones que aún son extremadamente útiles para lo que nos queda por hacer. Las reivindicaciones, totalmente legítimas, que se plantean no pueden (no deben) entrar en contradicción con el trabajo realizado por el feminismo por acabar con la desigualdad. Yo pediría reflexión y diálogo, sé que es difícil pero así es como ha construido el feminismo la mayor parte de las veces su lucha (y mira que me gusta a mi poco el lenguaje bélico). 

Eres catedrática de Prehistoria, divulgadora y ahora escritora, ¿Con cuál te quedas? ¿Dónde te sientes más cómoda, dando clase, investigando, haciendo el programa de TV, en tu faceta de activista feminista o escribiendo libros?

Es que lo veo todo como una sola cosa, digamos que son distintas fases de un proceso que empieza por la generación de conocimiento y que debe continuar con la formación, la sensibilización y la divulgación para un fin concreto que es intentar acabar con las desigualdades que aún existen entre mujeres y hombres y que son una cuestión de justicia social. Tengo mucha suerte y he tenido oportunidades increíbles para hacer todas estas cosas de manera especialmente visible y eso me parece un privilegio pero también una responsabilidad. 

Muchísimas gracias.

Mil gracias por vuestro interés.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.