El besamanos de Díaz y Garzón

0
Los ministros de Unidas Podemos realizan el protocolario saludo a los Reyes. Los estilismos que usan los invitados a estos actos son muy comentados en revistas del corazón. Sólo se comentan los elegantes vestidos de las señoras, puesto que los caballeros van todos igual. Alberto Garzón optó por dar un toque rebelde a su indumentaria y acudió sin corbata y con un pin del triángulo rojo. Este símbolo de lucha antifascista quedará difuminado como otros tantos, debido a la caricaturización que se hace de ellos. 


¿Recuerdan las primarias? Aquellos procesos tan necesarios, que podían determinar que una papeleta llevase un rostro y no un símbolo. 

Quizás hoy sería más conveniente no llamarlas primarias sino originarias, porque parece ser que con un primer proceso ya fue suficiente. Desde ese germen algunos mantuvieron los cargos y otros a su vez surgieron elegidos por los originarios. 

No es algo trivial. Observen que en la última década las plataformas de izquierda más mediática (que por suerte o desgracia determinan nuestra representación en el Congreso, parlamento regional o ayuntamiento) se van creando en torno a los rostros. Alguno de los originarios escoge a su equipo y el programa ya saldrá como sale el Sol por Antequera.

Pues bien, nuestros jóvenes originarios siguen el inevitable curso del tiempo y han madurado. Sus espaldas ya soportan cargas propias de políticos con responsabilidad de Estado. Y así, se someten a tediosos protocolos como el besamanos real.

Particularmente no soy partidario de dar importancia a la imaginería de los políticos. Me disgustan las polémicas recurrentes sobre los salarios o la forma de vida. Sin embargo, aunque disguste, hay una cuestión importante: si la llamada nueva política da un valor principal a los actores, también debe darlo a sus actos. Como decimos, lo poco o nada que la socialdemocracia pueda mejorar nuestra vida depende hoy de ellos.

En el besamanos los reyes de España reciben a los invitados al desfile tradicional de las Fuerzas Armadas por el 12 de octubre, en el que personalidades de la aristocracia, miembros de la Iglesia y el Gobierno, además de banqueros y grandes empresarios, muestran sus respetos.

La pregunta es ¿qué tipo de respeto deben mostrar los ministros que representan a una parte del electorado que es republicana?

Los seguidores comparten miles de imágenes idealizadas de sus ídolos. La de la izquierda es un montaje muy visto por ejemplo en Facebook, con Díaz vestida con la tricolor. Lo curioso es que ese precioso vestido se usó en una entrega de premios celebrada en el Museo Reina Sofía al que acudió -como se ve- Felipe VI.

Quienes justifican este tipo de actos tienen una respuesta: los logros que se van obteniendo de la participación en el Gobierno requieren, a veces, de la engorrosa participación en actos de este tipo.

Es decir, es uno de los inconvenientes de la política útil. Hacer cosas para la gente tiene su lado burocrático y su incordio.

Así pues, necesitamos actualizar el índice del mal menor:

  • el valor del mal menor (índice de cotización de la política útil en los mercados electorales) alcanza mínimos abisales y ya admite como parte del paisaje que somos súbditos sumisos de los recortes e inflación de la UE, tal como exige la OTAN en su santa cruzada contra el «imperialismo ruso».
  • el mal menor absorbe en sus activos tóxicos a la Monarquía como problema inevitable que ahora no toca. Los escándalos eméritos quedan para las polémicas recurrentes en redes sociales y para el teatro de la falsa polarización política.
  • Los logros a nivel doméstico (ley trans, subidas de salarios, cambio en la denominación de los contratos, etc) cotizan en una bolsa ajena a la realidad exterior, la bolsa inmaterial del microcosmos parlamentario. Fuera de ella, el mundo amenaza con arder ante la posibilidad de un nuevo orden global.

Para adaptarse a la posmodernidad, sustituyen imagen por contenido, deseos por realidades, gestos por hechos.

No se ofendan los partidarios la nueva política. Ha habido grandes políticos socialdemócratas en su concepto actual, muchos de ellos de tradición marxista. Pero al menos antes la ideología revolucionaria no era digerida con tan enorme facilidad por la ideología dominante, y la clase trabajadora tenía clara sus líneas rojas.

Y mientras no sea delito de odio (aún) nuestra obligación es señalar que esta política útil-para-el-capitalismo es una farsa. ¿Hasta cuándo resistirá este cretinismo parlamentario? ¿Son conscientes de que sus tramoyas y decorados de cartón piedra van a ser arrastrados por la objetividad económica? Quiéranlo o no, la realidad material nos mueve igual que el mundo se mueve alrededor del Sol, aunque ustedes no lo sientan.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.