¿De qué te ríes? El cuento habla de ti

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En estos días, el portavoz de UP, Pablo Echenique, nos ilustraba con este sofisticado silogismo: «VOX felicita a Orbán. Putin felicita a Orbán. ¿Se entiende o hace falta un croquis?«. Nadie se asombra ya del nivel de infantilismo en el que ha devenido la política. Razonamientos de la profundidad de «los amigos de Putin» iluminan a la clase trabajadora.

Pero ¿quién necesita un croquis cuando puede tener el plano completo? La totalidad del Congreso expectante ante el discurso del seguidor de Stepán Bandera. Incluso representantes de partidos cuyos equivalentes ucranianos el propio Zelensky ha ilegalizado, que en la Ucrania actual podrían ser encarcelados o asesinados.

No hubo desplantes ni discrepancias, salvo excepciones de diputados como Roser Maestro o Miguel Ángel Bustamante, sino aplauso unánime. Ni siquiera ante la detestable comparación con Gernika, abominable manipulación de un trágico episodio de la historia de un país que tuvo la desgracia de sufrir antes que otros el fascismo y fue abandonado a su suerte.

Croquis completo del Congreso, con el portavoz de UP incluido y sus compañeros ministros, atentos a la parada española de la gira internacional en pro de más armas para Ucrania y más sanciones a Rusia.

Pedro Sánchez, en calidad de portavoz del frente amplísimo otanista, respondió que se enviarán nuevas armas, en justa ayuda para la defensa de un pueblo que sufre crímenes. Porque los españoles no necesitamos más pruebas que los titulares de los medios afiliados a la Alianza Atlántica para saber que una matanza fue perpetrada por tropas rusas. De ahí que se censuren, por innecesarios, a los medios que ofrezcan otra versión.

Nadie dudaría de los Estados Unidos, un país que jamás ha realizado atentados de falsa bandera, que jamás ha interferido en las decisiones de un pueblo soberano, que nunca ha bombardeado a civiles ni a periodistas y que no tiene preso de por vida a un tal Julian Assange.

No se aprovechó para preguntar a Zelensky por el paradero desconocido de militantes ucranianos como los hermanos Kononovich o la detención del periodista Pablo González, seguramente no sería el momento.

En fin, no vale la pena detenerse a valorar el papel de ministros o secretarios de Estado. Por deferencia a los lectores es preferible no perder tiempo en ellos, que ya lo disfrutan en el resto de medios y lo tendrán en su bien premiado retiro.

Sí es necesario preguntarse ¿y sus seguidores? Sus adeptos, sus votantes, sus admiradores, los que les votarán y harán campaña por ellos. ¿Qué piensan ante el aplauso a la petición de más armas para prolongar la guerra? ¿Creen que alimentar al neonazismo no les perjudicará?

Ayer también un colaborador de este periódico, Gustavo Espinoza en su columna, explicaba, mucho mejor de lo que yo podría hacer, cómo interpretar la guerra de Ucrania. Espinoza, peruano orgulloso del pasado revolucionario de su maravillosa tierra, citaba a Mariátegui para explicar que la realidad nacional no es ajena a la realidad mundial.

En el prólogo de la primera edición -alemana- del primer tomo de El Capital, Carlos Marx comenta que su investigación sobre las relaciones de producción capitalista se centra en Inglaterra por ser el país en que ese sistema tiene su sede.

«Pero si el lector alemán -advierte Marx- se encoge farisaicamente de hombros ante la situación de los trabajadores ingleses, o si se consuela creyendo que las cosas en Alemania distan mucho de deteriorarse tanto, me veo obligado a advertirle: De te fabula narratur!».

¡A ti se refiere el cuento! es una cita de Horacio, quien en una de sus sátiras comentaba «Quid rides? Mutato nomine de te fabula narratur«, esto es, de qué ríes pues si cambias el nombre del personaje, la historia habla de ti mismo.

Con ese aviso, hace ver a los lectores que los procesos sociales determinados por las circunstancias económicas, aunque parezcan distantes o ajenos y sus relaciones aparezcan veladas, pueden relacionarse de manera dialéctica. No se detienen en las fronteras como un tren ante una barrera cerrada, ni dependen de las decisiones personales de los mandatarios, ya sean pérfidos megalómanos (y sus amigos) o bondadosos altruistas.

Blanqueamiento del fascismo en un medio público, para el que dejar atados a postes a personas (ancianos y niños incluidos) es una costumbre tradicional contra supuestos ladrones.

¿Necesitan un croquis los trabajadores y trabajadoras para entender que, por no perder su poder económico en el nuevo orden mundial, USA no dudará en avivar la guerra en la mismísima Europa? ¿Acaso creen que Biden, supuesta cara amable de la misma moneda política, tendrá conmiseración en no espolear al fascismo hacia los europeos por su tez blanca?

¿Piensan que les benefician, como postulan los vendedores de croquis y recortables, los históricos datos de recuperación observados y controlados por los organismos europeos antes conocidos como Troika? ¿Tienen fe en el diálogo con la Patronal, en las llamadas a la solidaridad a empresas cuyos dueños son anónimos fondos de inversión con cotización en Nueva York?

¿Piensan los simpatizantes de izquierdas españoles que, llegado el caso y si el beneficio del capital lo necesita, no se azuzará aquí a quienes desearían verlos atados a postes y expuestos -de nuevo- a sus vejaciones?

Sí, es a vosotros. ¿De qué os reís? ¡El cuento habla de todos nosotros!

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