Explota, explótame, expló. Explota, explota el explotador

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Llega una de las semanas grandes de Sevilla, la feria de abril. Desempolven los disfraces de señoritos, tuneen sus caballos y preparen el hígado y los tabiques. Se que esto en Sevilla puede levantar ampollas, pero más ampollas os van a salir con los zapatos nuevos que os vais a comprar y no os quejáis tanto.

Quiero hablar del empresario que aprovecha la situación para sacar la máxima tajada. Exprimiendo al trabajador hasta la extenuación. Haciendo de la necesidad de éste su gran negocio. Hablo desde la experiencia, que no es desde detrás de una barra, pero si desde la puerta de una caseta.

Aunque ya está fiesta no tenga mucho que ver con su origen ganadero, aún se pueden observar cuernos, cabestros, burras y borricos paseando por todo el real. Así que el currito de turno tiene que lidiar a dos flancos. Por uno de ellos el empresario explotador que cada año paga menos y exige más. Y por el otro con la fauna y flora que cada vez cuenta con menos vergüenza. Y no repara en que detrás de esa fiesta hay gente ganándose la vida honradamente, y que no tiene por qué aguantar las impertinencias de los pasados de rosca.

Lejos de las supuestas ofertas que están saliendo a la luz y que parecen de chiste. Realmente esto se manifiesta en carne y hueso convirtiéndose en explotación pura y dura. Y es que parece que los inspectores de trabajo no tienen caseta o que no pasan por allí en toda la semana.

Me apuesto el caballo de un señorito borracho o el “turulo” de plata del mismo a qué el porcentaje de trabajadores de las casetas que cumplen con los sueldos y horarios según convenio es menor que los que no. Y creo que estoy siendo muy benévolo en esta afirmación.

A los que vayáis a trabajar en la feria esa semana, las de antes o después, mucho ojo. Pensad en la plusvalía y actuar en consecuencia. Os deseo suerte.

A los que vayáis a divertirse y a visitar la feria, os pido un poco de empatía. Así en general, con los trabajadores y con las bestias (solo las bestias cuadrúpedas). Os deseo una feliz feria.

A los empresarios explotadores, no seáis explotadores. Os deseo que vuestros trabajadores sean poseídos por un espíritu de carácter revolucionario, que se os revelen de una forma o de otra. Y sobre todo os deseo que vuestros beneficios sean inversamente proporcionales a lo que robáis a esos trabajadores.

Recordad, somos los que transportamos vuestras mercancías, los que os servimos las copas, os cocinamos vuestras comidas y velamos por vuestra seguridad. Así que, no tocarnos las palmas.

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