El Afganistán de los USA: Los orígenes

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Esta semana se cumplió el ciclo. Desde los últimos estertores de la década de los 70, aproximadamente una vez cada 20 años la opinión pública mundial vuelve a acordarse de Afganistán, país sumido en el caos y bajo la amenaza permanente del extremismo islámico más cerril desde que la URSS decidió intentar imponer su ideología criminal y dominar por la fuerza aquella pobre nación masacrando a cada hombre, mujer y niño. Solo la valiente y decidida intervención de los Estados Unidos, apoyando, financiando y organizando a los indefensos pastores afganos que querían justicia para su pueblo evitó el desastre comunista en aquel país. Pero por desgracia, nadie sabe cómo, unas malas bestias integristas llamadas talibanes aprovecharon el desorden para hacerse con el poder y crearon un reinado de terror. Todo el que haya visto Rambo III lo sabe. Además estos fanáticos islamistas dieron cobertura a los terroristas más sanguinarios que ha conocido el mundo para organizar ataques contra el mundo libre. Después de uno de ellos particularmente brutal, las tropas de la OTAN se han esforzado por la reconstrucción y la felicidad del pueblo afgano, pero finalmente no han podido llevar la democracia y la libertad, ya que la dictadura progre ha saboteado la labor de los USA. Los talibanes han vuelto. ¿O tal vez no fue así?

Permítanme que les de unos cuantos datos, no opiniones, sobre los últimos 43 años del país centroasiático. Es necesario, visto el grado de conocimiento que muchos españoles y, sospecho, europeos y ciudadanos occidentales en general, tienen aún hoy sobre lo que ocurre en esa región del mundo. Si quieren ver a qué me refiero tienen un modo muy rápido de comprobarlo: tecleando en el buscador de las redes sociales «talibanes Irene Montero», «talibanes izquierda», «talibanes progres», etc. Aunque parezca mentira aún hay quien tiene por muy cierta y valedera la visión sobre el largo proceso afgano de destrucción que he descrito en el primer párrafo de este artículo. Hoy me limitaré a ejercer de historiador y hablar de cómo empezó la espiral de destrucción de esta desafortunada nación.

Para empezar a deshacer equívocos, debemos viajar mentalmente a abril de 1978. En este momento, una revolución socialista, conocida como Revolución de Saur situó un gobierno de esta tendencia al frente del país afgano.

Los USA aún estaban digiriendo su fracaso en Vietnam, tienen pesadillas con las imágenes de la caída de Saigón, cuando ante la entrada de las fuerzas socialistas del Vietcong en la capital de Vietnam del Sur, el mundo los vio a ellos y a sus colaboradores huir de forma muy poco digna, peleándose a golpes y tiros por escapar en los últimos helicópteros de la embajada, e incluso arrojando parte de esos helicópteros al mar para tener más espacio en los barcos en los que escapaban. Por otro lado, la década de los 70 no se les estaba dando bien: habían visto a los soviéticos y al bloque socialista colocar gobiernos afines en Etiopía, en Angola, etc. Y todavía les faltaba recibir los golpes de la Revolución Islámica en Irán, el triunfo sandinista en Nicaragua y los levantamientos de corte socialista en toda América Central.

¿Qué habían aprendido de la experiencia los EEUU? Pues para empezar habían situado como secretario de defensa de Jimmy Carter a un renegado del mundo socialista, el polaco-americano Zbigniew Brzinski, el cuál está feliz en el puesto ya que en sus propias palabras «soy el polaco que está en mejor posición para hacer daño a los rusos en 300 años».

Brzinski es un anticomunista obsesivo, y en su mente y la de varios cabecillas de la CIA, lejos de pensar qué están haciendo mal, lo que bulle es una baja, ruin y mezquina revancha: empantanar a la URSS en una guerra larga e inútil como la de Vietnam. De ahí la fortuna que posteriormente hizo la expresión de que Afganistán fue «el Vietnam de la URSS», que llega a pronunciarse en aquella obra de propaganda ideológica del reaganismo que fue Rambo III. Ahora este Vietnam de la URSS vuelve a su origen y se convierte en el Afganistán de Estados Unidos.

La revolución de Saur y el temor de los USA a un nuevo régimen socialista en el mundo dan a Brzinski la oportunidad de convencer a Jimmy Carter de poner en práctica una idea que los cabecillas de la CIA rumiaban hacía tiempo: financiar y armar una contrarrevolución en el país asiático, con la esperanza de que la URSS se vea obligada a intervenir. En las versiones más audaces de su visión pensaba incluso que eso podría llevar a un levantamiento de 40 millones de musulmanes que viven en territorio soviético, principalmente en la zona caucásica y centroasiática. Brzinski llega a comparar los efectos que tendría para la URSS un levantamiento islámico en Afganistán con el que tendría para EEUU una revolución socialista en México. El 3 de julio el presidente Jimmy Carter firma la primera orden de ayuda a los integristas afganos. Se llamó Operación Ciclón. En realidad no era más que una ampliación y continuación de las actividades de la CIA en Pakistán e Irán para desarrollar un movimiento integrista antisoviético.

En este mapa señalo las repúblicas de la URSS de amplia presencia musulmana, que Brzinski soñaba con llegar a sublevar.

Sé que siempre que se nombra a la CIA y los servicios secretos hay quien te toma por zumbado conspiranoico. Bien, la Operación Ciclón es de sobra conocida y está más allá de toda duda. Aparece en todos los manuales de historia universal reciente. Busquen en Google y verán varias entrevistas a Brzinski vanagloriándose de su plan: «Fue una idea excelente. Cuando la URSS cruzó la frontera le dije a Carter que ahora teníamos la oportunidad de dar a los rusos su Vietnam particular».

De modo que en contra de lo que nos han vendido, fueron los USA los primeros en meterse en el país centroasiático. ¡Ocurrió todo exactamente al revés que la idea que tiene mucha gente! De hecho, desde el triunfo de la Revolución de Saur hasta Navidad de 1979 , el gobierno socialista afgano había suplicado varias veces a la URSS que acudiera en su ayuda, y la plana mayor del ejército rojo se había negado, consciente de que eso podía degenerar en una guerra larga en una zona donde no tenía sentido para los soviéticos permanecer. Pero tras una serie de tensiones Breznev temió que el movimiento cayera en beneficio de los norteamericanos y ordenó la intervención en Afganistán.

Habrán notado que escribo «intervención» y no «invasión soviética de Afganistán», que es como suelen llamarla en los medios occidentales, porque malamente va a ser una invasión una entrada en un país a petición de sus dirigentes legítimos y ante una agresión encubierta de un agente externo. Por lo que sea, a la prensa occidental siempre suele pasársele mencionar siquiera la Operación Ciclón anterior a la llegada de los soviéticos y aclarar que estos acudieron a petición del gobierno afgano. ¡Cualquiera sabrá el por qué de ese olvido!

Los soviéticos y el gobierno socialista de Afganistán «destruyeron» el país durante el tiempo que estuvieron de una manera un tanto extraña: hasta 1987 los profesionales sanitarios aumentaron un 50%, se dobló el número de camas de hospital, la sanidad se declaró universal y gratuita llegando al 80% de la población, la educación también se declaró universal y gratuita para ambos sexos (algo nada baladí en un país con un 90% de analfabetos), se decretó la libertad religiosa, muchas mujeres se quitaron el velo, se redististribuyeron tierras expropiadas a grandes propietarios, etc. ¡Incluso en 1988 llegó a ir a la estación espacial internacional un cosmonauta afgano, Abdul Ahad Mohmand!

Eso, claro, irritaba a los líderes tribales y terratenientes, que pasaron a integrarse en los grupos de talibanes armados por los norteamericanos. Cuando Jimmy Carter dejó la presidencia Ronald Reagan, uno de los monstruos más nefastos del imperialismo USA, no dudó en respaldar y hacerse fotos con los talibanes y otros grupos guerrilleros, además de dar junto a ellos charlas y ruedas de prensa y de no escatimar elogios a aquellos «luchadores por la libertad», así los llamaba, iniciando la devaluación del concepto de libertad que hoy exhibe tan machaconamente la derecha neoliberal. Cuando hoy se recuerda esta realidad, algunos liberales y extremoderechistas te acusan de manipulador diciendo que los talibanes entonces ni estaban constituidos como movimiento, que junto a ellos había más mujahidines que no pertenecieron a esta secta y que por tanto Reagan no se reunió con talibanes, sino con grupos guerrilleros rebeldes. Miren, no me vengan con sandeces: es cierto que la insurgencia integrista estaba formada por 15 grupos diferentes de los cuales los futuros talibanes solo eran una parte, pero eso solo quiere decir que junto a ese colectivo se financió y organizó a otros grupos, por lo demás, en su mayoría, casi igual de integristas que aquellos. Estos grupúsculos recibieron entrenamiento militar, financiación y armas modernas con los cuales trajeron en jaque a los soviéticos durante 10 años. Esto fue el principio de todo. Hoy me he limitado a aclararles el origen de los problemas en este país. Volveremos sobre ello, ya que son acontecimientos que en un mundo globalizado nos afectarán a todos.

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