Cierre de filas con Yolanda Díaz: el nuevo chantaje anestesiante de la izquierda apesebrada

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Las pasadas elecciones en Madrid se saldaron con la previsible y aplastante victoria de la señora Ayuso. No lo tuvo demasiado complicado, tras una campaña más bien bochornosa en la que lo más revolucionario que propuso uno de sus adversarios fue pagar el primer mes de alquiler a la juventud y abandonarla a su suerte el resto de su vida.

Se vivieron escenas lamentables: sobres con balas, chantajes intolerables a la clase trabajadora del tipo “si no nos apoyáis estáis entregando a Madrid al fascismo”… El chantaje al que asistimos fue más bien una petición para que olvidemos las decenas de motivos para no votarles (hablo de los partidos que conforman el gobierno central, con especial foco en UP) y nos centremos en el único motivo que había para votarles: que aun siendo ellos de lo más perjudicial para la clase trabajadora, lo que hay enfrente es todavía más peligroso. Hay que reconocer que como programa electoral es bastante pobre y como carta de presentación para todo un candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid resulta hasta ridículo.

El bochorno no aminoró cuando vimos al hoy cadáver político, Pablo Iglesias, dimitir echándonos la culpa de no haberlo querido lo suficiente. Quizá lo anteriormente mencionado tenga algo que ver con que, a pesar del chantaje, el personal no se sintiese lo suficientemente chantajeado como para votarle. También, quizá, tenga algo que ver que la motivación de la izquierda no estuviese precisamente inflamada ante su mesiánica majestad dado que pidió al comienzo de su carrera política, y maltratando a los de la bandera roja, que le dejasen sólo desde el púlpito que le ofreció el poder mediático. Cuando éste le arrojó al basurero quiso recurrir a los de la bandera roja de nuevo y ya no había nadie.

Quizá alguien con mala leche pero buena voluntad, como yo, hubiese ido a depositar el voto en la urna el 4 de mayo de vivir en Madrid, pero comprenderá Pablo Iglesias que muchos miles insultados reiteradamente por él no se sintiesen emocionados al verle ondear, con escasa credibilidad, la bandera roja. Han de aprender los advenedizos que aún tratan de mantenerse en el poder que quienes se sienten identificados por la izquierda o los miles que nos consideramos, más allá, comunistas, no somos un trapo de usar y tirar.

Pensé que después del bochorno de campaña y de la noche electoral, los voceros mediáticos del gobierno central, véase Pedro Vallín o Quique Peinado, renunciarían a seguir sirviendo de Diazepam entre las filas de la izquierda crítica que aún queda organizada y, sobre todo, ante el conjunto de la clase trabajadora que se ve más amenazada que nunca ante el paquete de medidas que PSOE y UP proponen a Bruselas, con el grado de servilismo patético que corresponde a los traidores a su país y a su clase trabajadora, al más puro estilo de Felipe González, del arrepentido Zapatero o de Rajoy. A pesar de esto, y en lugar de hacer honor a su apariencia izquierdista, estos escribanos del gobierno, por un lado, se han dedicado desde el 4 de mayo a insultar a todos los madrileños insinuando que tienen poco más que una carencia cognitiva y no saben votar y, por otro, a proseguir con el intolerable chantaje a la clase trabajadora, a la izquierda y a todos los comunistas de verdad, advirtiéndonos de que si no cerramos filas con la sucesora de Iglesias, Yolanda Díaz, nombrada a dedo por el dimitido, estaremos del lado del fascismo que, de nuevo, no dudará en arruinarle la vida “como a Iglesias”, añaden.

Cabe señalar el doble rasero que estos señores tienen acerca de la ruina, que consideran que el señor Iglesias, a pesar de haber pagado el peaje de la sobreexposición mediática personal, va a vivir una vida a la que ningún trabajador de este país puede aspirar, está más arruinado que cualquiera de los trabajadores que sufriremos un recrudecimiento inédito en la explotación y la miseria diaria que ya padecemos, asfixiándonos todavía más por varias causas pero, principalmente, por la inacción de la Ministra de Trabajo a la hora de derogar las reformas laborales y por la acción del gobierno en conjunto que nos va a hacer pagar más por suministros básicos y vitales y cobrar menos trabajando más y viviendo peor (y también menos).

Así que recuerden que aquellos con los que nos piden que cerremos filas están hoy en el gobierno y no hay que pasear en ninguna manifestación de la mano con ellos, sino que debemos ser su peor pesadilla hasta que claudiquen ante el pueblo español y no ante los poderes al servicio de los grandes empresarios y la banca que nos gobiernan desde Alemania.

Basta de chantajes.

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