Domènec Merino, candidato a las elecciones catalanas por el Partido Comunista de los Trabajadores de Catalunya

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El Común ofrece a sus lectores esta entrevista a Domènec Merino, candidato a las elecciones catalanas por el Partido Comunista de los Trabajadores de Catalunya, único partido que se presenta a estas cita electoral con un programa de izquierdas alejado de las posturas de la posmodernidad, tan arraigadas entre las organizaciones catalanas.

Es usted el candidato del PCTC a las elecciones catalanas, lo que le convierte en el único candidato comunista. ¿Por qué se presenta?

A simple vista, que un Partido Comunista se presente a las elecciones puede parecer una contradicción lógica. Al fin y al cabo, nosotros queremos hacer la revolución, nuestra batalla no está en el parlamento. Pero hay algo que es, para nosotros, de gran importancia tener en cuenta, y es que muchos obreros, muchas obreras, siguen confiando en el parlamento y se fijan diariamente en él.

Como punto de partida es importante recordar una de las cuestiones clave que hemos estado situando durante la campaña electoral: a pesar de que el parlamento es, formalmente, el órgano legislativo en este país, de acuerdo con la división tripartita de poderes propia del liberalismo político, lo cierto es que las decisiones de verdad se toman fuera del hemiciclo, sujetas a la presión de la patronal en los pasillos. Cuando asisten a los debates, los diputados actúan con disciplina de voto y nadie puede convencer a nadie. Por lo tanto, el parlamento se encarga sólo del trámite formal y los partidos burgueses lo usan, fundamentalmente, para seguir tratando de embaucar a la clase obrera.

Cada vez que un trabajador o una trabajadora enciende la televisión y escucha a diputados hablando, escucha la versión de las cosas de la patronal. Sólo de la patronal, a todas horas y a través de diversos portavoces. ¿Por qué no situar en ese atril también una voz de la clase obrera, denunciando precisamente desde ahí la inutilidad del parlamento y la necesidad de organizarse y luchar en los barrios, en las fábricas?

¿Comunismo en el siglo XXI? ¿Es posible?

Posible y necesario. El mismo capitalismo que denunció Karl Marx en El Capital sigue existiendo, la informática y la robótica no implican cambios estructurales en él. Los medios de producción siguen siendo propiedad de una minoría de personas, que en España no alcanza las trescientas familias y, en cambio, acumula buena parte de la riqueza del país. Esta cuestión fundamental sigue situándose como el punto de partida de la mayor parte de nuestros problemas hoy, desde las crisis económicas cíclicas hasta la mala gestión de la crisis sanitaria, con hospitales en manos privadas y teniendo que importar los medios de protección del extranjero. Es necesario que los trabajadores, productores de toda la riqueza social, tomen en sus manos directamente las riendas de los asuntos públicos.

¿Qué postura mantienen en relación al conflicto nacional en Catalunya?

En primer lugar, nosotros decimos que negar el problema nacional en este país no ayuda a nada. El problema nacional existe y sus orígenes pueden ser rastreados hasta el siglo XIX, cuando se asentó el capitalismo en España y empezó el proceso de formación del Estado-nación correspondiente. Diversas circunstancias ligadas al peculiar desarrollo del capitalismo español llevaron al hecho, que no existe en los países vecinos, de que en este país no haya un solo proyecto nacional, sino diversos proyectos que coexisten, al menos en algunos territorios.

Una vez constatada y reconocida la existencia del problema nacional, nosotros vemos como algo profundamente perjudicial que la clase obrera catalana haya estado situándose en los últimos años bajo las banderas de la patronal. Al final, los partidos y organizaciones que promueven la independencia lo hacen instigados por la pequeña y media burguesía, mientras que los del campo contrario también actúan bajo los dictados del capital. La clase obrera no sólo se encuentra en una vía muerta, dada la oposición de la gran burguesía a la autodeterminación, sino que además está librando batallas dirigido por su enemigo de clase, en los dos campos.

Ante esta situación, desde el Partido Comunista situamos en 2017 la consigna de la independencia de la clase obrera, remarcando que, para los nuestros, la independencia necesaria es la política, ideológica y organizativa de la clase obrera respecto a las otras clases sociales. Es necesario que libremos nuestras batallas, dirigidas por nosotros. La batalla fundamental es por el poder político, para que la clase obrera mande en este país, y eso requiere de la organización conjunta de los trabajadores de Cataluña con los del resto del Estado, sobre la base del respeto de los trabajadores a decidir, a decidirlo absolutamente todo.

¿Cuál es su modelo de estado?

Un país donde mande la clase obrera, organizando en base al centralismo democrático y construido sobre una base consciente, sobre la voluntariedad. Los trabajadores y las trabajadoras hemos estado apartados del poder durante mucho tiempo y tenemos que hacernos a la idea de que nosotros, como productores de toda la riqueza social, tenemos derecho a decidir sobre todos los asuntos políticos en este país.

¿Qué ofrecen que no haya en otras candidaturas de izquierda?

El PCTC, el Partido Comunista, no concurre a las elecciones para fomentar en la clase obrera ilusiones parlamentarias. No prometemos el paraíso, no prometemos que vamos a formar gobierno y a solucionar los problemas de los nuestros. Decimos que el Estado es una herramienta de clase y que este Estado lo utilizan los capitalistas para gobernar, independientemente del partido en el gobierno. Tenemos que construir nuestro propio país, la patria del trabajo tiene que prevalecer sobre la patria del capital. En ese sentido, el programa del Partido Comunista es un programa de combate, pues queremos estar en el Parlament para seguir diciendo desde ahí, como hacemos cada día fuera de él, que en el parlamento nada se decide y que debemos confiar sólo en nuestras propias fuerzas en los barrios obreros, en las fábricas.

La izquierda catalana está claramente influenciada por las corrientes llamadas de la posmodernidad. La candidata de los Comunes, por ejemplo, es firme defensora de la legalización de la prostitución y de la autodeterminación de género, ¿cuál es su postura?

Nuestra posición es una posición marcadamente de clase, de clase obrera. Sabemos que todo problema social está relacionado con el sistema económico imperante y que hay que relacionarlo con él, no hay otra. No se pueden separar los asuntos. El género es una construcción social, profundamente desigual, que hay que abolir y la prostitución es una lacra, pues convierte el cuerpo de la mujer, de un ser humano, en una mercancía. Abolir el género y abolir la prostitución sólo es posible en un país dónde no haya compra y venta de mercancías, pues este cambio en las condiciones materiales y de vida de la población hacen posibles cambios ideológicos profundos, infinitamente más profundos que cualquier otra cosa que se puede lograr aquí y ahora. Por no hablar de la necesidad de terminar con las condiciones económicas que empujan a miles de mujeres a la esclavitud, incluso cuando es sobre la base de la voluntariedad formal.

Se critica mucho la falta de cuadros obreros en las candidaturas de la izquierda catalana, ¿ustedes también?

El movimiento obrero de clase ha estado treinta años en situación de retroceso. De derrota en derrota. El triunfo de la contrarrevolución en la Unión Soviética y el bloque socialista fue, en su momento, una derrota dura, pero temporal. Ha llegado el momento de reorganizarlo, pues el capitalismo que denunciábamos los comunistas en el siglo XX, el capitalismo que analizaba Marx en el siglo XIX, sigue siendo el mismo en esencia y la explotación de la clase obrera va en aumento. Este proceso de reorganización de la clase obrera puede que empiece o haya empezado tendencialmente en entornos intelectuales, pero tiene que dar el salto (y ya lo está dando) al movimiento obrero, motor fundamental del cambio social. Nuestro partido se está nutriendo cada día de nuevos cuadros obreros gracias a su intervención en las fábricas y en los barrios obreros. Tengamos más o menos cuadros obreros ahora, pienso que estamos en el buen camino.

Defina las tres principales líneas de su programa

Antes lo comentaba, nuestro programa es un programa de combate. No sirve para cambiar las cosas en el Parlament, sino para organizar a la clase obrera en los barrios obreros y en las fábricas. En el Parlament seguiremos exponiendo lo mismo que exponemos en los centros de trabajo para que la clase obrera lo oiga. Por eso nuestro programa es el mismo que en nuestra intervención diaria: hay que tomar el poder político, salirse de la Unión Europea, nacionalizar los sectores estratégicos y planificar la economía. Sólo así podemos evitar la barbarie que amenaza con devorar nuestras vidas en la crisis que tendremos encima los siguientes años, ¡algunos hablan de los siguientes diez años! Hay que demostrar que la clase obrera es fuerte, ¡tenemos que enseñarles lo que es la fuerza de la clase obrera!

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