Crítica a lo acrítico

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Hace demasiado tiempo que el movimiento feminista vive a rebufo de la estela de una agenda mediática y política sobre la que ha perdido el control. Pese al bombardeo obstinado e incesante de contenido aparentemente feminista, estamos asistiendo a una etapa de retroceso viciada, en parte, por el dominio emergente de nuevos intereses económicos que no puede desasirse del contexto sociopolítico actual. A ello ha de unirse una profunda crítica sobre cómo ha afectado —y afectará—  la participación masiva y casi exclusiva de las redes sociales como herramienta principal de denuncia. Sobre ese abismo, el imponente monstruo de la cultura de masas ensamblado en la superestructura: series televisivas, tiendas online de merchandising «feminista» de todo tipo (camisetas, chapas, tazas, llaveros, juegos de mesa, juguetería, librería, etc.), cursos online, webinars, marcas de ropa, música, city tours feministas, plataformas digitales y una larga lista de productos colocados virtualmente a modo de estanterías de supermercado. La pretensión de crear un único partido que acoja en su programa la cuestión feminista, ha sido reemplazado por el asociacionismo, para dar paso a las redes inservibles de activismo cibernético en sustitución de las redes de apoyo mutuo (ampliamente defendidas por el príncipe Kropotkin y que se recogen en su obra El apoyo mutuo [1902], de marcado pensamiento anarcocolectivista y que toma como idea central la abolición de toda forma de gobierno a favor del principio de cooperación basado en la ayuda mutua), para posteriormente reducirse a un puñado numeroso de cuentas personales que actúan de manera independiente. Del partido al asociacionismo, del asociacionismo de vuelta al apoyo mutuo y a la cooperativa, hasta quedar reducido a la figura del influencer. Por resumir; de la militancia al activismo: al individualismo. Ya alertaba de esta circunstancia hace más de dos décadas la marxista Lidia Falcón, en una crítica manifestada en su ensayo Los nuevos mitos del feminismo (2000). Alegaba la autora que las principales reivindicaciones de las asociaciones «no constituyen una crítica global al sistema capitalista ni una reclamación de cambios revolucionarios en la distribución de la riqueza, el poder económico, militar y colonial del mundo». En España, VOX ha sido el partido que con mayor ferocidad ha denunciado la existencia de los famosos chiringuitos. Los propios complejos de las feministas y la ex-izquierda para abordar la problemática han impedido, hasta el momento, adelantarse a la maniobra de los partidos anti-feministas para deslegitimar el movimiento. Que existan otras asociaciones de diferente índole participando de la misma dinámica subvencionista, no debería ser óbice para que el feminismo las desapruebe críticamente anticipándose así, a lo que tarde o temprano terminará siendo un escándalo. Concluye Falcón en su análisis que «las asociaciones de mujeres se convierten así en instrumentos eficaces de obtención de voto para los partidos gobernantes en las sucesivas convocatorias electorales, ya que coincide casi exclusivamente el objetivo de los estatutos de estas asociaciones, al igual que su campaña de promoción, afiliación y de reclamación de mejoras, con lo prometido en el programa electoral. Y al mismo tiempo saben que apoyar al partido que gobierna las sitúa en mejor posición para conseguir las ventajas prometidas».

Es bastante dificultoso desenmarañar la tela de araña que agrupa a las miles de asociaciones de mujeres dadas de alta en toda España; que sean de mujeres no quiere decir que sean feministas. Voy a tomar como ejemplo la Comunidad Autónoma de Extremadura, no sin antes agradecer a Enrique Pérez Romero el minucioso y detallado trabajo que ha realizado en un amplio informe (2020) que abarca tanto a los diferentes movimientos sociales, como los movimientos asociativos en la región y del que me ha hecho partícipe a título personal. La metodología de este trabajo, tal y como apunta su autor «requirió procesar de forma individualizada y manual los 15.082 registros, lo que supuso un trabajo de 523 horas. El resultado fue una tabla, ya mucho más depurada y precisa, con un total de 14.309 asociaciones». En la categoría de igualdad, nos encontramos con un total de 1.388 asociaciones que suponen el 9,70% del total de asociaciones. El número de asociaciones promovidas por mujeres es de 755 sobre las que apunta Pérez Romero que «[…] es probable que muchas de las entidades estén más cerca del feminismo liberal cercano a los partidos de centroderecha que al feminismo radical […]», teniendo en cuenta que el número de asociaciones de amas de casa y viudas registradas en la región implica el 20% del conjunto de las asociaciones de mujeres.

La publicación de subvenciones extremeñas convocadas por la Orden de 8 de enero de 2019 (DOE número 12, de 18 de enero), se puede certificar las ayudas económicas destinadas a algunas de estas asociaciones y que paso a extrapolar con algunos ejemplos.

  • Agrupación/Asociación Mujeres del siglo XXI, encaminada al desarrollo de proyectos dirigidos a potenciar la participación social de la mujer en el ámbito de la igualdad entre mujeres y hombres con una cuantía de adjudicación de 3.920,00€.
  • Fundación de mujeres El Pueblo, dirigida a potenciar las mismas reivindicaciones de la anterior con una cuantía de 4.000,00€
  • Agrupación/Asociación de Mujeres por la igualdad de género de Almendralejo, destinada a lo mismo que las anteriores con un total de 4.000,00€.
  • Fundación márgenes y vínculos, por la prevención y detección ante la violencia sexual dirigida a familias y entornos educativos, 8.033,36€.
  • Asociación de Mujeres Malvaluna, prevención de la violencia de género a mujeres jóvenes de Extremadura: creación de espacios identitarios, 11.450,00€.

Este fraccionamiento de asociaciones y de recursos económicos destinados a lo mismo, jamás podrá consolidar un proyecto general si no somos capaces de unificar un horizonte común de cara a la emancipación total de todas las mujeres, sin que sus situaciones dependan del grado de subvención o el número de grupos de ayuda mutua de según qué localidad. Cualquiera que haya llevado a cabo algún programa ambicioso relacionado con la mujer, sabe perfectamente que las cuantías anteriores son ineficaces y eximen de responsabilidad a las instituciones, administraciones y órganos superiores que conforman el Estado. Afirmaba Flora Tristán en Unión obrera (1840): «Hasta ahora, la mujer no ha contado para nada en las sociedades humanas. ¿Cuál ha sido el resultado de esto? Que el sacerdote, el legislador, el filósofo, la han tratado como verdadera paria». Esto no significa que no puedan conseguirse mejoras bajo el marco actual, pero se intuye la necesidad imperiosa de unificar expectativas que no hagan explotar el dinamismo a la mínima aparición de un conflicto que desenmascare fricciones enraizadas. Las políticas queer copan desde hace tiempo gran parte del debate imposibilitando salir de un bosque que nos ahoga de manera obstructiva. ¿Cuál va a ser la situación de la mujer tras la crisis económica actual producida por la COVID-19? ¿Marcará el teletrabajo el retorno al aislamiento de las mujeres en sus hogares? ¿En qué situación económica y laboral se encuentran las mujeres en situación de monoparentalidad? ¿Cómo afectará a las mujeres el aumento del índice de desempleo? Decenas de preguntas que tendremos que ir abordando antes de que nos sorprenda el vendaval y nos veamos arrastradas como ramas inertes en las aceras.

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