Utopía, la versión estadounidense…

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Siempre he preferido el término versión que remake, primero porque el significado categórico no es del todo cierto, no se trata de volver a hacer algo, sino de hacerlo a tu forma. Además, en el mundo musical suele implicar cierta forma de respeto. De hecho, algunos grupos que hacen versiones se auto denominan grupos tributo. En la música además, a veces pasa que las versiones sean hasta mejore que las originales, como (y dejad que se desenvuelva mi vena noventera) el Knocking on heavens door de Bob Dylan, que casi todos conocemos por la famosa versión de Guns N’ Roses. Pero en el cine y la televisión no suele pasar esto. Principalmente porque no se trata de versiones, suele tratarse de productoras que compran derechos de explotación de obras originales y salvo excepciones (como la versión estadounidense de The Office, que está muy bien), suele llevar a chascos como el Vanilla Sky (Cameron Crowe 2001), la versión norteamericana de nuestro Abre los ojos (Alejandro Amenábar 1997). Aún así hay que dar oportunidades y hoy vamos con la serie versionada Utopía.

Con Gillian Flynn como showrunner, que ya había dicho anteriormente que le daría un giro a la serie (la original, claro), la plataforma Amazon Prime apostó por ese giro y esa frescura que prometía. Pero ya os puedo augurar algo, sin spoiler. NO HABRÁ SEGUNDA TEMPORADA.

Esta temporada consta de 8 capítulos que básicamente condensan las dos temporadas de la serie original, y se pasa un poco por el forro algunas cosas. Pero vayamos por partes. Esta versión, remake o como queráis llamarla, carece de muchas cosas y tiene otras, ayudas y cargas, como todo. Desaparece el humor negro de la original, todo es más claro, más meridiano, sin medias tintas. Esto en parte es bueno, pues ser conciso da mensajes más claros, más directos, pero… destroza descaradamente la línea original, no hace pensar en ningún momento.

La historia es la misma, tal y como dije en la crítica de la serie original, ” …trata de un descubrimiento de un cómic manuscrito que va definiendo la vida de los cinco frikis que lo encuentran, llamado “The Utopia Experiments” y escrito por un maníaco psicótico y buscado por una organización oscura que parece tener funestas intenciones, con una epidemia de carácter global”. Pero hay una condensación de personajes, de situaciones y de asesinatos que si bien lo dejan todo claro, es quizás demasiado meridiano y al no dejar nada al aire, falla.

La producción es genial, Amazon no hace series de dos duros, o al menos que lo parezcan. Hay un cuidado en muchos sentidos que merecen la pena, que le dan a la serie un empaque que atrae. No tiene episodios aburridos, no siquiera algunas partes de episodios aburridas, en ese sentido le han imprimido un trepidante ritmo que engancha. Sin embargo, todo esto ha sido a costa de algo primordial, el alma de la serie, la almendra (como diría un profesor de interpretación que tuve).

No merece la pena hablar de los actores, porque, aunque están bastante bien, John Cusack, que es un todoterreno, Sasha Lane a la cual no conocía, en el papel de Jessica Hyde, que está francamente maravillosa, pero el guion es el que falla. Tremendos personajes como Wilson Wilson o Arby, son fantasmas de lo que en la serie original fueron. Algo imperdonable.

Lo mejor, francamente, es muy entretenida y se ve con mucha facilidad.

Lo peor, si bien va al grano, se pierde toda la magia.

Hay algo muy representativo aquí, con este ejemplo, hablando un poco de arte o de obras de arte. Esta serie, la de Amazon, ha surgido en medio de una pandemia a hablar sobre conspiraciones de una pandemia ficticia. Esto, si bien para algunos puede ser oportunista o incluso irresponsable (en un país donde los negacionistas se agarran a un clavo ardiendo y con la otra a un rifle automático), hay libertad de crear. Pero… esto de creación tiene poco. Más bien suena a la oportunidad de hacer caja con algo muy jodido y que nos está afectando a todos. Que no vaya a haber una segunda temporada, me dice o quiero entender que es porque la maniobra ha sido bastante burda y al menos han tenido la decencia recular. Cuando el arte carece de originalidad, es una burda copia, no hay más sentido en la obra que el dinero. Esto es triste, porque pone a una gran cantidad de gente al servicio de la nada y debemos distinguirlo. Distinguir entre arte y banalidad. Y el ser responsable con la que está cayendo, porque en un lugar donde las armas están en el supermercado y mentirosos crónicos como Trump, ganan elecciones, alimentar teorías de la conspiración, pensando que el público sabrá distinguir… no sé yo.

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Javier Gomariz Zarapico
Javier Gomariz Zarapico (Sevilla, 1983). Licenciado en la ESAD de Sevilla en Arte Dramático. Máster en Artes Escénicas por la URJC. Doctor por la URJC en Humanidades: lenguaje y cultura. Actor, músico, compositor y dramaturgo. Felizmente casado y medrando. Amante del teatro, el cine, el rock y del mundo. Discapacitado con grandes capacidades. Era cojo y me hice un nudo.

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