12 hombres sin piedad o volver a los orígenes

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Mirar hacia atrás no es sinónimo de añoranza, es recordar. Para bien y para mal. Hay momentos en los que nuestro presente, al estar lleno de información y de nuevos sucesos, que no nos da tiempo a pensar las cosas con la suficiente calma. Y muchas veces, son cosas importantes. Preguntas tan humanas y antiguas que dan lugar a otras preguntas. El sentido de la justicia y el valor de la libertad, como concepto, es una de ellas. Hoy echamos la vista atrás con 12 hombres sin piedad, para aprender una lección que parece olvidada.

12 angry man, en su título original, es un drama estadounidense basada en un guion para televisión con el mismo nombre, dirigida por Sidney Lumet en 1957, protagonizada por Henry Fonda, Martin Balsam, John Fiedler, Lee J. Cobb, E. G. Marshall, Jack Klugman, Edward Binns, Jack Warden, Joseph Sweeney, Ed Begley, George Voskovec y Robert Webber, en una adaptación que bien podría haber sido una obra de teatro.

La película tuvo en su momento muchas nominaciones y premios. Pero lo que realmente es destacable, es que numerosos foros de cine, entre los que destaca IMDb o AFI´s, la ponen en el top 10 de las mejores películas de todos los tiempos. Y no les falta razón, es una gran película.

La película trata de la deliberación de un jurado en un caso de asesinato. De la votación unánime que hagan, depende la libertad (y en este caso la vida) del acusado, debiendo dar cada uno, su propia visión a la consistencia de las pruebas aportadas durante el juicio. Si bien esta es la premisa de la película, el espectador puede ver un reflejo de la sociedad americana de la época: hombres (solo hombres) estadounidenses, blancos (muy blancos), que se discriminan entre ellos por su estrato socioeconómico. Realmente fascinante. ¿Han cambiado mucho?

Hablar de los actores individualmente, sería injusto, pues desde Henry Fonda hasta Robert Webber, están todos en una línea difícil de rebasar. Se nota un trabajo muy fino, presumiblemente realizado desde dirección, que hace que funcionen como un elenco, como si de una compañía teatral se tratase.  Aunque bien se podría destacar a Lee J. Cobb, en un papel tan incómodo que se ve un trabaja muy metódico como actor. O el del menos conocido, Joseph Sweeney, que interpreta a un hombre mayor, haciendo ver como la sociedad de entonces los trataba, lo cual espero que haya cambiado.

Lo mejor, el tema que trata y la forma de hacerlo, pues podría resultar presuntuoso para el espectador, sin embargo, su naturalidad es lo que le da frescura.

Lo peor, que puede parecer uy lejana en tiempo y espacio, pero después de verla te das cuenta de que son solo coordenada como podrían ser la Grecia del 400 antes de Cristo, indiferentes.

La reflexión que quería transmitir con esta entrada, es precisamente sobre la justicia. Mucho han cambiado los tiempos desde ese 1957 en los que, aquí, en nuestra España, un matarife podrá esperarte para aplicarte el garrote vil si te consideraban un pernicioso comunista o podías ir a la cárcel por vago y maleante por mostrar tu sexualidad, si esta no era la heterosexual. Y no hablemos ya de la doble vara de medir con los indultos, porque eso ya es de risa.

Sin embargo, parece que nos hemos acostumbrado a que se condene a prisión permanente revisable. Parece que no ha tomado tiempo en danos cuenta de que están hablando de cadena perpetua y que lo hemos aceptado sin más. No digo que los y las criminales que son condenados a esta pena, sean inocentes o no merezcan castigo. Ni mucho menos. Pero parece que estamos volviendo poco a poco a perder la visión que diferencia el castigo de la venganza y a dar por perdida una institución competa, como es la penitenciaria. Porque esta institución debería buscar la reinserción, no la reprimenda. Pero así nos va, un 31% de los presos, vuelven a reincidir en menos de 12 años y si son de los llamados violadores sistemáticos, la incidencia es mucho más alta. No desaparece el problema porque no se vea, tal vez sea hora de replantearse algo tan significativo como qué hacemos con nuestros presos y lo que dice de nosotros.

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