Mi querida cofradía, una grata sorpresa

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Estamos acostumbrados a ver cómo la gente suele denostar el cine español. Sin pelos en la lengua, los hay que te dicen que están hartos de películas relacionadas con la guerra civil (siendo nuestro conflicto más reciente y el segundo hecho histórico del que más se ha estudiado a nivel mundial) y luego se tragan cualquier película de Rambo. Otros te dicen que están hartos de drama o películas románticas y luego están esperando impacientes otra de 50 sombras. Y los mejores son los que te dicen que el humor de ciertas películas es lo que no va con ellos y que no entienden Amanece que no es poco, pero se partieron con Scary Movie. No puede hacerse nada con eso; no, se trata de incultura y quererse salir de lo nuestro para decir que eres un rebelde, siendo totalmente lo contrario. Porque nuestro cine es rico en todo género y hay veces en que algo que no esperabas ocurre y esa sensación es maravillosa. Es lo que ocurre con la entrada del día, Mi querida cofradía.

Producida por Escac Films, La Zanfoña Producciones, S.L., y Sacromonte Films, S.L en colaboración de RTVE, Canal Sur y Movistar +. Dirigida por Marta Díaz de Lope Díaz en 2018, siendo su primera película, escrita por ella misma junto a la guionista Zebina Guerra. La cinta obtuvo nada menos que 20 nominaciones para los Goya en 2019 (aunque no llegó a ganar ninguno) y diversos premios en festivales como el de Málaga, los premios Feroz y los ASECAN. Con banda sonora de Javier Rodero, que transporta al espectador a los ambientes más íntimos. Y con una genial fotografía que nos adentra en Ronda (Málaga), de una manera natural y nos inspira con su monumentalidad, pero sin aspavientos, muy sutil.

La película trata de Carmen (nombre más español, imposible), una rondeña, de mediana edad, aspirante a ser elegida presidenta de su cofradía, lo que más quiere en el mundo. Las cosas empiezan a torcerse cuando el ganador, el esperpéntico Ignacio, pasa a regodearse de su victoria en casa de la susodicha que, agraviada y pretendiendo darle un laxante, acaba por dejarlo fuera de juego y… todo acaba siendo una comedia de enredo. Hasta aquí todo parece muy nimio, pero el trasfondo y el tratamiento nos dejará atónitos. Es divertida, ingeniosa y tiene una sororidad feminista tan bien conseguida, que no afecta nada al contexto.

Los actores son todos viejos conocidos del cine y el teatro andaluz como Rosario Pardo, Manuel Morón o Juan Motilla. La protagonista es interpretada por Gloria Muñoz, en un papel que en principio iba a realizar Concha Velasco, pero tuvo que rechazar por cuestiones de agenda y que finalmente Gloria borda en todos los sentidos. Partiendo del estereotipo que pueda parecer este tipo de señora católica y “capillita”, surge un personaje con un valor fuera de lo común. Juan Gea, como Ignacio, el elegido para llevar la cofradía, transporta directamente al olor a añejo, el sol y sombra demasiado temprano y el faria rancio, una interpretación genuina sin ser ridícula. Rosario Pardo como Isi, otra cofrade de tomo y lomo, tan veraz como poco típica. Y también muy destacable el gran Manuel Morón, en el papel de Adolfo, representante del “viste vírgenes”, pero con un recorrido y una energía que es más un Pepito Grillo que otra cosa. Aunque podría hablar de todo el elenco, pues todas y todos están sublimes.

Lo mejor, sorprende con la veracidad y añade un elemento tan bien hilvanado que entra de forma natural y lógica.

Lo peor, el estereotipo puede chirriar, pero tanto el guion como los actores hacen que sea una anécdota.

Esta película es, sorprendentemente feminista. El feminismo ha sido criticado y vilipendiado por un sector de la sociedad. Esto no es solo derivado de la ignorancia de gran parte de la población, sino que su origen en realidad es una sensación de pérdida de privilegios de una parte de esta (en general los hombres y más concretamente los hombres más machistas). Es un movimiento amplio y que está en constante cambio. Y por supuesto, hay actitudes referentes a cómo se aplica o se defiende, según provenga.

En este caso hay que decir que la magia es cómo tratar este concepto, con una de las instituciones más machistas concebibles (el catolicismo), de forma en que sin salirse de las premisas (un pueblo, una hermandad católica y una realidad cultural), hace que veas la evolución de los personajes de una forma tan natural y sencilla, que te plantees cómo esto no se ha dicho antes. No se trata de decir, es quién lo dice. Si hay posibilidad de ver este tipo de discurso, el cómo se realiza y a quien puede dirigirse, es sencillamente maravilloso, pues en este caso, aún si la película fuera vista por una persona con arraigados pensamientos machistas, incluso convencidos de ellos, no le quedaría más remedio que rendirse ante la evidencia. Es otra forma más de ver que el feminismo es algo que ha llegado revalorizado y para quedarse, que debemos ser más conscientes de nuestra propia consciencia y actuar en consecuencia. Y esto se dice aquí y ahí hay un valor que es inspirador, paras todas y para todos.

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