La Odisea de los Giles. Una lección de humildad

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No somos todo lo sinceros que decimos que somos. Vamos abanderando la humildad y al final, nos falta tiempo para mirar por encima del hombro a los demás. Nos consideramos más inteligentes, más cultos, más alerta y al final… al final todos caemos por igual. Somos capaces de levantarnos, sí. Pero el rebaño… el rebaño es mucho más poderoso de lo que creemos, con nuestros títulos, nuestras fricadas (que creemos que nos hacen especiales). Y luego nos llueven las collejas. Y analizamos, a toro pasado para seguir cayendo en los errores, que no podemos evitar en gran medida. Porque somos, todos unos giles. Por eso hoy traído La Odisea de los Giles, ya veréis como os cuadran muchas cosas.

Película tragicómica argentina de finales de 2019, dirigida por  Sebastián Borensztein, con Ricardo Darín y Luis Brandoni, entre otros, se basa en una obra original de Eduardo Sacheri que se titula La noche de la Usina (2016). Coproducción Argentina-España; K&S Films, Mod Producciones, Kenya Films y varios miembros del elenco, incluido el propio Darín. Con buena acogida por parte de la crítica y el público, llevándose el Goya a la Mejor película iberoamericana.

La historia trata de un grupo al que el narrador y protagonista, encarnado por Darín, denomina como gil, lo que en España puede considerarse un gilipollas o un gili, pero con menos contenido despectivo. Más viene a ser el currante medio. Este grupo de personas quieren montar una cooperativa y cuando meten todos sus ahorros para realizar su sueño… efectivamente, el corralito. Pero ven al poco tiempo la oportunidad de vengarse de su situación y conseguir su objetivo primario.

No es una historia como Nueve Reinas, que nos habla de cómo sacar incluso provecho de esa terrible situación. Aquí se habla de dignidad, de como las personas normales tienen algo más que decir. Y en este caso desde un punto de comedia que la situación vuelve negra. Tocando clichés, pero con cariño, nada de explotar personajes, ni para lo bueno ni para lo malo. Una historia equilibrada y contada con gusto.

El elenco está espléndido, Darín, en el papel de Fermín Pelassi, está como siempre, brillante, per en este caso agarra una sensibilidad incluso más profunda. Luis Brandoni, en el papel de Fontana también está genial y para el que no conozca a este todoterreno argentino, le recomiendo Convivencia (1995). Pero a mí me llegó muchísimo Verónica Llinás, otra actriz curtida la escuela argentina, que tantos buenos actores ha dado.

Lo mejor, la historia está contada de forma desenfadada, pero deja un interesante poso.

Lo peor, que a veces, es más real de lo que puede parecer a simple vista y eso hace que miremos un poco de soslayo.

Ser un currito, un gil o como quieras llamarlo, no hace menos persona a nadie. Ni siquiera si vota a quien tú sabes. Al final este estrato de la sociedad es la que primero lo paga todo. Y aunque algunos nos demos ínfulas de otra cosa, seguimos siendo unos giles. Porque no se trata de cultura, de sabiduría, de inteligencia ni nada de eso. En última instancia nos coge a todos un corralito, una crisis de 2008 o unas preferentes. A todos menos a los que provocan toda esa miseria. A lo mejor esta película está diciendo algo más de lo que parece. A lo mejor si nos juntamos todos los giles y vayamos a por lo que es nuestro, alguno de los que no son giles, temblarían.

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