No existen, los malos son los comunistas

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En los últimos días un alto mando militar retirado, el general Francisco Beca, ha tenido presencia en los medios por manifestar su opinión en un chat de militares ultras de que en la situación actual en España, «no queda más remedio que empezar a fusilar a 26 millones de hijos de puta». Además, en el mismo chat se discutió sobre la posibilidad de un pronunciamiento militar según declaró otro militar, integrante del grupo hasta que se echó para atrás ante lo que se comentaba en el mismo. En este momento se está hablando mucho de ello, pero muchos intentan quitarle hierro, con argumentos más o menos del tipo de que es un chat de viejos chiflados jubilados sin mayores consecuencias.

Este síndrome del avestruz, de querer ignorar los problemas reales, en este caso es particularmente grave. No son cuatro viejos locos, han mostrado su interés en el mismo chat de «crear un movimiento en las fuerzas armadas» y se han empezado a mover tanteando al rey Felipe VI a ver si les daba el visto bueno para sus tejemanejes.

En esta ocasión parece que la fiscalía ha comenzado acciones contra estos no ya golpistas, sino genocidas en potencia y defensa parece estar identificando los militares que tomaban parte en el chat. Sin embargo, les apuesto no mi vida, pero sí 200 euros a que dentro de tres años nadie se acordará de quién es Francisco Beca y que las Fuerzas Armadas seguirán llenas de genocidas de extrema derecha, de momento en grado de proyecto. Y tengo motivos muy serios para afirmarlo.

Les propongo un experimento entre sus allegados: pregúntenles cuándo fue el último intento de golpe de estado en España. Probablemente les responderán que el 23 de febrero de 1981. A continuación, pregúntenles si les suenan de algo los coroneles Luis Muñoz Gutiérrez y Jesús Crespo Cuspinera y el teniente coronel José Crespo Cuspinera, hermano del anterior. Pues estos tres militares pensaban llevar a cabo un golpe mucho más sangriento que el 23 F en la época en que aún nos creíamos que el PSOE y Felipe González eran de izquierdas. En concreto, pensaban sabotear las elecciones del 28 de octubre de 1982, en las cuales lo que parecía la izquierda partía como clara favorita, impresión posteriormente confirmada. Pues bien, el 1 de octubre se descubrió una trama llamada MN (seguramente siglas de Movimiento Nacional) preparada para la jornada de reflexión, el 27 de octubre. La operación iba a consistir en varios ataques de falsa bandera en los alrededores de Madrid incluyendo secuestros y asesinatos de políticos autonomistas y de izquierdas (seguramente para ir adelantando trabajo) y una gran explosión en algún edificio. De todo ello se culparía a ETA y daría pretexto para declarar el estado de excepción, lo que justificaría la toma del poder por los militares ultras. Según algunas informaciones, hasta consideraron la posibilidad de liberar al teniente general Milans del Bosch, en prisión por el 23 F por aquel entonces, para que coordinara el resto de la operación.

Portada de El País de 2 de octubre de 1982 donde se detalla el descubrimiento de la trama golpista del 27 de Octubre de aquel año.

Esta trama pone de manifiesto un secreto a voces: las fuerzas armadas españolas están llenas hasta los topes de dictadores en potencia, y nadie se decide a limpiarlas. Ni siquiera tras la Operación Galaxia y el 23 F. Y no se crean que tras la detención de los hermanos Cuspinera y de Muñoz Gutiérrez se hizo algo, que va. De hecho, la del 27 de octubre de 1982 tampoco es la última tentativa golpista. En 1997 Felipe González, ya desalojado del poder, reveló que en 1985 se había desarticulado otra militarada: se pretendía volar el desfile de las Fuerzas Armadas que iba a celebrarse el 2 de junio de aquel año en La Coruña. Los ultras ya consideraban enemigo hasta al Rey Juan Carlos y pensaban asesinarlo junto al Presidente del Gobierno, el Ministro de Defensa y varios cargos más; posteriormente culparían una vez más a ETA y en el vacío resultante pensaban declarar el estado de excepción y justificar la toma del poder por los militares.

Pero ni siquiera esta trama movió a hacer la necesaria limpieza de elementos ultras y nostálgicos en las Fuerzas Armadas. Prueba de ello es que en el reportaje de El País donde se reveló en 1997 la existencia de tal trama, que pueden ver aquí, ni se da el nombre de los cabecillas del complot. Se optó por meterles miedo desde el CESID, antecesor del actual CNI, para que ellos mismos se echaran atrás. En cierta ocasión un alto cargo socialista fue preguntado sobre por qué no se cribaban las fuerzas armadas y declaró: «Estaban muy presentes, si en ese momento hacemos limpia nos quedamos con cuatro militares».

Bueno, pues en estas estamos, con la necesaria depuración sin hacer, y aún el gobierno de Zapatero recibió una inquietante amenaza de parte de un capitán de la legión, Roberto González Calderón (tampoco les sonaba el nombre a sus amigos, ¿verdad?) que como pueden ver aquí, en 2006 amenazó al entonces Ministro de Defensa José Bono en una carta con presentarse con su batallón en el ministerio por «el malestar dentro y fuera de las fuerzas armadas al ver cómo se está desmembrando España».

No sé cuánto tiempo más se pretenderá mirar para otro lado y hacer como que el ejército español no está lleno de ultras. Los que deberían defendernos de una algarada ultraderechista, resulta que son los más afines a esa ideología, como han demostrado varios estudios electorales (recomiendo especialmente El ejército de VOX, del ex teniente del ejército de tierra Luis Gonzalo Segura, que ha colaborado a veces con este medio) Además, los integrantes del chat que se ha descubierto esta semana son ya militares que han desarrollado su carrera en tiempo democrático, no nostálgicos criados en el franquismo. ¿Va a tener el gobierno el valor de investigar de una vez la presencia ultraderechista en el ejército, o va a dejar que Beca y compañía lleven adelante la creación de su «movimiento»?

Y por cierto, también sería interesante actuar contra todas las instituciones del estado que les presten apoyo. De momento Felipe VI no se ha pronunciado después de que lo tantearan para el golpe fascista. Varios diputados del partido que ustedes saben, como Macarena Olona, han declarado cosas como que los integrantes de ese chat son «su gente». Pero también cargos de la derecha «güena» del PartidoPopular. Como su secretaria de organización Ana Beltrán han dicho que «podemos estar de acuerdo o en desacuerdo» con declaraciones de este tipo.

De todas formas lo que ha quedado claro una vez más es quién tiene el poder mediático y de creación de opinión. Porque tras todos estos años de tramas desarticuladas y las mencionadas declaraciones, los cabecillas de una trama golpista siguen en el anonimato, los españoles no recuerdan los nombres de los que sí han trascendido, para muchos ciudadanos los «golpistas» son los que quisieron votar en Cataluña y de lo que tiene miedo buena parte de la población es de que «el gobierno socialcomunista destruya las libertades» y de una ETA que hace años que no existe (y que desde los 80 es usada como el ogro que justifica cualquier desmán ultra, como han visto).

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