El Rin

Quienes, en los años veinte del pasado siglo, encargaron al historiador Lucien Febvre, un libro sobre el río Rin, con la idea de realizar una edición limitada, no imaginaban la trascendencia que adquiriría aquella obra. Fue escrita a caballo entre los años veinte y treinta, en pleno periodo de Entreguerras, publicándose casi al mismo tiempo que Hitler llegaba al poder en Alemania. Febvre, cofundador de los Annales d´histoire économique et sociale junto a Marc Bloch, lejos de permanecer al margen de los convulsos tiempos que le tocó vivir, aprovechó el encargo de esta obra para intervenir en los grandes debates de la época, no entendiéndose la misma si no se tiene en cuenta el contexto en el que fue escrita.

Muy influido por el historiador Henri Pirenne y el geógrafo Paul Vidal de la Blache, Lucien Febvre abordó el estudio del río Rin desde una perspectiva multidisciplinar, mediante la que se conjugaban la historia, la geografía y el ensayo. Los agresivos nacionalismos del periodo de Entreguerras reducían el río Rin, en el imaginario social, a la confrontación violenta. Parecía que este río solo podía ser la barrera entre Francia y Alemania, entre la civilización y la barbarie. Estigmatizado por los dos grandes acontecimientos que tomaron el nombre de la ciudad de Verdún, el tratado firmado por los nietos de Carlomagno (843) y la famosa batalla de la Gran Guerra (en 1916), el Rin, al igual que los ríos Mosa y Mosela, parecía sinónimo de eterna confrontación entre Francia y Alemania. La frontera natural para los franceses, desde que Georges Danton así lo presentara en su célebre discurso de enero de 1793, ante la Convención Nacional, y el origen mitológico de Alemania, tal y como lo expresara Richard Wagner en su tetralogía El anillo de los Nibelungos. Pues bien, Febvre se encargó precisamente de distinguir el mito y la realidad en su libro sobre el Rin, denunciando la visión sesgada de los nacionalismos de la época y combinando para ello historia y geografía.

Remontándose a la antigüedad clásica, explicaba que, incluso cuando este río marcaba el limes del Imperio romano, también era un nexo entre un mundo y otro, toda una región en la que se apreciaban la convivencia y el mestizaje. Así Agripina, la esposa del emperador Claudio, fundó en el siglo I la ciudad de Colonia, a orillas del Rin. Aquella Colonia Claudia Ara Agrippinensium fue todo un ejemplo de entendimiento entre bárbaros y romanos, erigido sobre el propio limes que, en teoría, separaba ambos mundos.

Igualmente, en época tardoimperial, los pactos mediante los que Roma permitía a los bárbaros traspasar el limes e instalarse dentro de las fronteras del imperio supusieron otro ejemplo de convivencia y entendimiento en la orilla izquierda del Rin. Tan importante río no dejó de propiciar experiencias parecidas a lo largo de su historia. Poco a poco fueron creciendo sus tramos navegables, de manera que el Rin se convirtió en una de las rutas comerciales más importantes de Europa. Y la historia nos demuestra que, allá donde se producen intercambios comerciales, también se producen intercambios de tipo cultural. Así floreció el corazón de Europa desde la Baja Edad Media y durante toda la modernidad. Holanda, la pequeña Italia, dio buena muestra de ello.

El esfuerzo y el arrojo intelectual que demostró Lucien Febvre, al escribir Le Rhin. Histoire, mythes et réalités, están vigentes hoy, un siglo después. Las naciones son realidades históricas, pero no son inmutables. Los intercambios y la mezcla generan un cosmopolitismo construido sobre el entendimiento y la convivencia. Más aún en nuestro tiempo actual. Una economía globalizada está promoviendo una cultura de carácter global, y así surgen multitud de problemas y conflictos que solo pueden resolverse a nivel global. Desde el aumento de las desigualdades sociales hasta la gestión de la pandemia provocada por la COVID-19. Ahora depende de nosotros la proyección de estos conflictos (¡el nuevo Rin!) en el imaginario social: desde la perspectiva internacionalista del entendimiento o desde el repliegue al abrigo de las viejas naciones.

Este dilema se está resolviendo a favor del entendimiento, en la Unión Europea del segundo semestre de 2020, pese a las reticencias iniciales del Gobierno de Holanda y a las reticencias actuales de los Gobiernos de Polonia y Hungría. El Gobierno de coalición en España está en condiciones de continuar promoviendo estas políticas de entendimiento y cooperación global, a pesar de todas las dificultades. Los próximos Presupuestos Generales del Estado serán vitales para el propio Gobierno y también para el futuro de estas políticas. En el seno de la Unión Europea, la acción conjunta de los Gobiernos de España, Italia, Portugal y Francia, entre otros, resultará imprescindible para garantizar la cooperación y emprender el camino de la unidad política. Al fin y al cabo, fue la manera que tuvo Febvre de entender el río Rin lo que inspiró, tras los desastres de 1914-1945, a los padres fundadores de las comunidades europeas.

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