Sobre Trump, Biden y la izquierda derrotada

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Ya han terminado las elecciones estadounidenses y como hace cuatro años ya ocurrió, mis alumnos me han tenido varios días acosándome a preguntas, comentarios y valoraciones dignas de tal acontecimiento. Están nerviosos y hasta emocionados. Creen que el planeta empieza toda una nueva era, e igual que pasó la última vez -que pensaron que el mundo se iba a acabar con la victoria de Donald Trump- sobrevaloran hasta el infinito un hecho que en realidad no es para tanto, aunque lo parezca. Porque gane quien gane en cada proceso electoral norteamericano, las bases que sustentan el sistema del imperio siguen siendo siempre las mismas.

Es verdad que ahora resulta fácil pensar que todo es distinto, pues también todos los grandes medios de comunicación parecen haberse puesto de acuerdo en vendernos lo malo y antipático que es el todavía presidente, Donald Trump. Y el que entra es mejor, sin duda, porque el tipo viene a salvar la democracia y encima llega de la mano de una afroamericana de ascendencia surasiática, tan buena que aboga hasta por la legalización del cannabis, y que además se ha destacado como una gran defensora de las libertades frente al demonio de Trump. Vamos, una digna “heredera de Obama y símbolo de una nueva generación”, tal y como han subrayado en un medio digital español muy de izquierdas, aunque entre sus financiadores esté la Open Society de Georges Soros. Pero no lo dicen por eso, no crean.

Y es que el discurso de Trump, afortunadamente, no nos gusta nada, pues es misógino, racista, clasista y profundamente derechista. Nada que ver con lo representado por Biden y Harris desde luego, que simbolizan a la perfección ese futuro de respeto a las diversidades que encarna además como nadie la segunda, como mujer, afroamericana y asiática a la vez, algo más que suficiente para algunos que olvidan que Margaret Thatcher o Condoleezza Rice también eran mujeres con cargos relevantes, y eso no les impidió ser responsables de unas políticas criminales.

Claro que vivimos en la época de lo aparente, que es lo que realmente importa, y no los datos objetivos como que con el racista Trump se haya deportado a menos inmigrantes que con Obama (quien por cierto construyó 113 kms del muro con México del que Trump -al final y con todo lo que ladró-, sólo levantó 13). Fíjense si esto de la apariencia interesa que atendiendo a la política exterior de ambos mandatos, a Obama se le concedió el Nobel de la Paz habiendo estado durante toda su presidencia en guerra, mientras que Trump ha sido el líder menos belicoso en muchísimas décadas. Pregunten ustedes en países como Afganistán, Yemén, Irak, Libia o Siria por el pacifismo de los demócratas, a ver qué les dicen…

Pero haber sido vicepresidente de Obama o tener orígenes étnicos diversos parecen suficientes razones para alegrarse de la victoria de los demócratas, algo que hasta nos puede hacer olvidar el pasado de Biden como gran defensor de la invasión de Irak o del sionismo israelí, o que -ya que hablamos de orígenes familiares como argumento de autoridad- Kamala es en realidad descendiente de esclavistas jamaicanos por parte paterna, y de castas superiores hindúes por parte de madre, algo que demuestra que los privilegios no son sólo cosa del color de piel, sino principalmente cuestión de clase

Pero no vendré yo aquí a aguar la fiesta a nadie, que la llegada de los demócratas a la Casa Blanca es motivo de gran alegría para cierta izquierda que, en virtud de que lo menos malo es mejor que lo peor, no ha dudado en regocijarse por los resultados. Y así, desde Alberto Garzón hasta Irene Montero, pasando por la ministra de trabajo Yolanda Díaz, y por supuesto, Pablo Iglesias, han celebrado el triunfo de los demócratas como algo propio, señalando algunos el importante papel que ha jugado en la caída del tirano el feminismo, llegando al extremo la eurodiputada de IU Sira Rego, que incluso ha hablado sin sonrojarse en una red social del empuje de “la izquierda norteamericana y su agenda antifascista, antirracista y de clase”

Un amigo venezolano me dijo ayer mismo que para ellos darles a elegir entre Trump o Biden era algo así como hacerles decidir entre Satanás y Lucifer. ¿Se hubieran imaginado ustedes a dirigentes del PCE festejar la victoria de Kennedy porque Nixon era más de derechas? Pues ahora aquí, en medio del desarme ideológico, político y organizativo que vive la izquierda, parece que hubiera que ser realistas y aceptar que el sistema es el que es y que no podemos cambiarlo, con lo que conformarse con lo aparentemente menos malo es suficiente. Porque declararse anticapitalista queda muy bien en la barra de un bar, y en según que fiestas, denunciar la explotación, las agresiones imperialistas o la plutocracia que controla el poder queda genial en el discurso, pero siendo conscientes de que al final no podremos hacer nada.

Porque la izquierda fue derrotada y los sueños utópicos de antaño sólo sirven a nuestros dirigentes para reivindicar su cuota de poder, un poder ficticio que en cuanto alcanzan les hace olvidar que ellos representan una enmienda a la totalidad de un sistema decadente que condena a la mayoría de la humanidad para salvar a unos pocos privilegiados. Con la izquierda desarmada, desmoralizada y ausente, la vieja lucha entre izquierdas y derechas se ha ido transformando casi sin darnos cuenta en una nueva dicotomía entre neoliberalismo y extrema derecha, que representan las dos caras de un mismo sistema en contradicción. La nueva izquierda, justificada ideológicamente en teorías de la posmodernidad difundidas hábilmente en el ámbito universitario, en vez de defender su propio modelo, ha acabado optando por aceptar el neoliberalismo como mal menor, limitando su acción política a una lucha por los derechos civiles que tampoco tendrá éxito si se abandona la cuestión de clase. Una izquierda derrotada que no se cree alternativa en unos tiempos oscuros que amenazan con engullirlo todo, mientras los hombres y mujeres de la clase obrera caen en las redes de la extrema derecha, huérfanos de la que tendría que ser su ideología de referencia.

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