Cuba y la propaganda que te hará amar al opresor

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Este contenido forma parte del especial #EnDefensaDeLaRevolución que desde El Común hemos lanzado para arrojar luz en las tinieblas informativas sobre los sucesos que están ocurriendo en Cuba. Defender la Revolución y su legado, frente a aquellos que hacen uso de la mentira para intentar tumbar un sistema es nuestro granito de arena en esta desigual batalla contra los mass media.

Enciendes la radio o la televisión, o pones la oreja en una tertulia de bar cualquiera mientras te pides un café, abres el periódico, o te metes en tu red social de referencia, et voila, el tema del momento en política internacional aparece. Y otra vez es Cuba. Y la cosa esta vez parece seria, porque los analistas, que de todo saben, ya han empezado a vislumbrar los prolegómenos de toda una revolución en la isla que va a poner fin a la malvada dictadura de los Castro. Y para justificar su posición nos enseñan imágenes de “miles” de cubanos clamando contra el hambre, intensas sesiones de brutalidad policial, la fotografía de un Raúl Castro rumbo hacia un posible exilio en Venezuela, y por su puesto, los vídeos de decenas de artistas comprometidos con los Derechos Humanos exigiendo justicia para Cuba. También desde las filas de la izquierda posmoderna llegan las críticas, y una ministra que se autodeclara comunista habla de respetar los Derechos humanos mientras que un diputado de Unidas Podemos reflexiona sobre la maldad de la dictadura amparándose en un tuit de Amnistía Internacional. y todo esto ocurre mientras que la mayoría de los dirigentes de la izquierda alternativa –también en Izquierda Unida- otorgan con su silencio credibilidad a lo que nos cuentan sin rechistar. Y es que esta vez, se han pasado los del Gobierno cubano. ¿No?

Pero el caso es que no hace falta ser un gran admirador de la Revolución Cubana, ni tampoco un lince en eso de las teorías de la conspiración del poder, para darse cuenta de que algo falla en el relato que nos están vendiendo. Y no. No voy aquí a hablarles ahora de las bondades de la Revolución, que este artículo forma parte de un especial y a buen seguro que ya otro se encargará de ello. Y no pienso aburrirles señalando a aquellos que dicen que los cubanos no saben gestionar la crisis del COVID teniendo ellos una tasa de mortalidad de 123,97 por cada millón de habitantes mientras Estados Unidos supera ya los 1845 y España los 1709. Tampoco les hablaré ahora de la vacuna Soberana que ellos han fabricado solitos mientras Europa se peleaba con las farmacéuticas que les escondían las vacunas después de llevarse unos cuantos millones. Ni les rebatiré lo que dicen de que se pasa hambre en el único país de Iberoamérica en el que se tiene garantizada la alimentación, la sanidad, la educación y el techo. Porque de lo que venía a hablarles yo aquí no era de eso, sino de pensamiento dominante, y como ahora, hasta la izquierda posmarxista, en su enésima derrota ideológica, ha cedido también ante el enemigo en la batalla de las ideas.

Y ahora resulta que lo que hasta mi abuelo podía ver con claridad, ahora no se ve. Porque él, que apenas fue a la escuela y no leyó nunca nada sobre la teoría marxista de la superestructura, sabía una cosa que los grandes progrepijos salidos de las facultades de Ciencias Políticas de este país ignoran. Y es que la tele te contará siempre lo que su dueño quiera. Y si hace falta repetir una mentira hasta la saciedad para que algo difícil de tragar deje de ser un insulto a la inteligencia y parezca creíble, se hace y punto. Y por eso mismo, la izquierda histórica de tradición obrera siempre alertaba de cómo los medios de comunicación eran simples propagandistas de unos intereses en una sociedad dividida por la lucha de clases. Y si en plena Guerra Fría había que sacar una superproducción cinematográfica con Sylvester Stallone diciendo que los terroristas islámicos eran “valientes combatientes muyahidines de Afganistán», se hacía sin problemas. Como también sin problemas, millones y millones de dólares salían del Congreso por la Libertad y la Cultura de la CIA para financiar la guerra cultural y que el pensamiento anticomunista llegase hasta el último rincón del planeta de la manera más sutil posible, y que así sus víctimas nunca llegasen a cuestionar que su anticomunismo les había sido inoculado a través de propaganda, creyéndose pensadores críticos cuando en realidad eran producto de esa propaganda capitalista.

El muro finalmente cayó, y cuando se abrieron los archivos, lo que era una sospecha se confirmó, y trabajos como el de la historiadora Frances Stonor (La CIA y la Guerra Fría cultural) pusieron encima de la mesa el debate de hasta qué punto el poder nos manipula haciéndonos ver lo blanco negro y lo negro blanco, según convenga. Y por eso Cuba sigue siendo objetivo principal y foco de atención mediático constante. Pero no por su situación económica, ciertamente mejorable pero condicionada por un embargo criminal; como tampoco lo es por supuestamente violar Derechos Humanos que en Arabia Saudí, Israel, Colombia o Marruecos a nadie importan; y ni tan siquiera porque se diga que hay presos políticos y se señale a la isla por ello desde países que tienen a gente en la cárcel por tuitear contra un jefe de estado que nadie ha votado. No es por nada de eso por lo que Cuba molesta sino por su ejemplo. Un ejemplo de dignidad frente al imperialismo, de un pequeño país que se rebeló contra la dominación yankee del continente, y que los norteamericanos no perdonan porque cualquier disidencia al dominio de América debe ser castigada. Y para ello todo vale. Desde financiar grupos terroristas hasta el uso de armas bacteriológicas si hace falta. Todo es posible por recuperar el orden en la isla. Un orden del que poco interesa si es democrático o no mientras sea obediente, y Cuba vuelva a ser el prostíbulo de la mafia norteamericana que huyó de la isla con la entrada en La Habana de Fidel Castro.

Y por eso es por lo que ponen ustedes el programa de Risto Mejide en España y les cuelan imágenes de una manifestación progubernamental como si fuesen disidentes. Y por eso decenas de famosos, desde la actriz porno Mia Khalifa hasta el cantante –también pornográfico-, Alejandro Sanz, salen a la palestra para señalar a Cuba mientras callan con las atrocidades que ocurren, por ejemplo, en Colombia. Y por eso, Amnistía Internacional, generosamente financiada por ciertos grupos, parece tener una fijación especial con lo que pasa en Cuba. Porque no engañen. Que aquí la cosa no va de libertades, Derechos Humanos o represiones varias. Aquí la cosa va de algo mucho más viejo. De esa lucha de clases que tiene también su reflejo en la política internacional, aunque a la nueva izquierda eso se le haya olvidado. Tal vez porque ya no sea izquierda sino progresismo liberal y defensora del mal menor neoliberal.

5 COMENTARIOS

  1. Muchas gracias por ayudarnos a desmontar toda la sarta de mentiras que se esparce por las redes sociales. Cuba vencerá!!!

  2. Me resulta descorazonador constatar que personas que se autodefinen de izquierdas, se dejen engañar por los llamados medios de comunicación, que lo que comunican es una sarta de mentiras detras de otra, pero bueno a mi no me van a convencer ni a engañar por mas que lo intenten, espero que seamos muchas en este lado.

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