Aportes del Pensamiento de Lenin a la Teoría Marxista (Parte IX)

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9.- Cuestión nacional y colonial

En las décadas finales del siglo XIX, los principales dirigentes del Partido Bolchevique, y por tanto Lenin, se vieron envueltos en un interesante debate con otras personalidades del movimiento socialdemócrata internacional sobre la cuestión nacional e imperialista. Los ideólogos del oportunismo de derechas al tratar esta temática la centraban única y exclusivamente a las naciones sin estado de Europa, obviando las crueles realidades coloniales. En este sentido, lo máximo que se reconocía a las naciones oprimidas de Europa era el derecho a la autonomía, y en algunos casos, como mucho, la autonomía cultural. Bajo esta idea, lo único que se daba era el derecho a que la nación tuviese sus instituciones culturales, dejando el poder político en manos de la nación dominante. Así, además, podían llegar a justificarse anexiones, como la de Bosnia-Herzegovina por parte del imperio austro-húngaro en 1908, total si se respetaba un mínimo de derecho de autonomía o el de autonomía cultural, bien poco importaba a qué imperio o estado se encuadrase esa nación.

Al mismo tiempo, otros autores pensarán que el nacionalismo era algo claramente burgués, una forma de alienación por parte de las oligarquías, ya fuera en las naciones oprimidas o en las naciones dominantes, para lograr sus objetivos y desviar a las capas trabajadoras de sus intereses y objetivos. Sin embargo, con el leninismo, se cambiará esta percepción:

1º- La opresión nacional no sólo afecta a la burguesía, sino también a los obreros. De hecho le es más perjudicial a estos que a la clase burguesa, porque las restricciones al empleo de su lengua materna y a sus esquemas antropológicos pueden retardar su toma de conciencia y su organización en la defensa de sus derechos laborales, sociales y políticos.

2º- En consecuencia, el movimiento obrero de una nacionalidad oprimida debería de apoyar aquellos aspectos que las burguesías nacionalistas propongan que sean democráticos, y que les beneficie como clase trabajadora. Ahora bien, debe rechazar aquellos otros que vayan en contra de ellos y les indispongan contra los obreros de otras nacionalidades, evitando el chovinismo y la xenofobia.

3º- Los obreros de las nacionalidades dominantes deben de apoyar estas reivindicaciones nacionalistas expuestas arriba, porque de lo contrario estarían apoyando a su burguesía e indisponiéndose contra la clase obrera de las naciones oprimidas. Así se rompería el principio del internacionalismo proletario, y se estaría sirviendo a los intereses del capitalismo más que a los de la clase obrera.

4º- El movimiento obrero debe de defender el derecho a la autodeterminación, porque es lo justo y servirá para mantener la unidad de los obreros por encima de las nacionalidades. Aquellas naciones que democráticamente elijan permanecer en un estado plurinacional deben ser tratadas en igualdad de condiciones, con todos sus derechos nacionales reconocidos (empleo de lengua, religión, folclore, autogobierno, etc.)

5º- Las naciones son un producto histórico del ascenso del capitalismo. Ahora bien, no surgen de la nada, sino de procesos históricos de largo plazo. La defensa de una nacionalidad no necesariamente es algo burgués, porque según las circunstancias puede obedecer a los intereses de los obreros y el conjunto del Pueblo Trabajador.

6º- La cuestión nacional en Europa quedaba ligada a la cuestión colonial, entendiéndose que era obligación de los movimientos proletarios de los países del centro capitalista el apoyar a los movimientos de liberación de las colonias. Es más, la necesidad de derrocar al capitalismo implicaba la alianza entre ambos tipos de movimientos, siempre y cuando los movimientos de emancipación de las colonias conllevasen el debilitamiento del sistema capitalista e imperialista.

7º- Esta colaboración entre ambos movimientos es un requisito imprescindible para la creación de una economía socialista mundial. De aquí se derivan dos tendencias en la cuestión nacional: la tendencia a crear estados independientes y libres de la opresión nacional y colonial, y por otro lado la tendencia al acercamiento económico entre las naciones, causado por la aparición de un mercado y una economía mundial. Para el capitalismo imperialista resolver esta contradicción es algo imposible, pues apuesta por la guerra, la conquista y la sujeción nacional, única forma de proletarizar y extraer plusvalía a la población de los territorios que domina. Sin embargo, para el leninismo es más que posible, pues apuesta por la unión voluntaria y el libre consentimiento entre las naciones, reflejo de sociedades que apuestan por su emancipación social y nacional. En el fondo, se está apostando a largo plazo por uniones políticas supranacionales, que lleguen a abarcar al conjunto planetario. Pero para lograr esto, es necesario educar al proletariado de las naciones dominantes en el derecho de autodeterminación de las naciones oprimidas, anulando cualquier sentimiento de superioridad cultural, nacional, religiosa, étnica y sentimiento chouvinista; así como en la cooperación y la solidaridad internacional (internacionalismo proletario).

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